Natalia Brandler
«Habría que reflexionar sobre el consejo de Lech Valessa, de apoyarse en los trabajadores, pues es allí donde reside su mayor recurso de poder, en el de los venezolanos que votaron por un cambio y que deben ser movilizados para lograr una resistencia efectiva», expuso Brandler.

El viernes 11 de marzo se llevó a cabo el foro ¿Qué pasa en Venezuela? en  la sede del Institute d’Etudes Politiques de Paris (Science Po), en la capital francesa, con un panel integrado por Paula Vázquez, Alfredo Valladao y ​Natalia Brandler. Hubo una videoconferencia simultánea con un panel en la Florida International University (FIU), en Miami, desde donde intervinieron María Teresa Romero, Eduardo Gamarra y Miguel Henrique Otero.

Ha sido una iniciativa de la asociación Amigos de América Latina, con el apoyo conjunto de Science Po, el Latin American and Caribbean Center, el Department of Politics & International Relations y el College of Law de la Florida International University.

Gracias a nuestro amigo y colaborador Edgar Cherubini Lecuna, hoy reproducimos el planteamiento de Natalia Brandler.

El mensaje es muy claro: el régimen de Nicolás Maduro no respetará la soberanía popular que se expresó el 6-D, porque para Maduro y el chavismo las elecciones son válidas solo si las ganan y mientas no impliquen la pérdida de su control de la política nacional.

El gobierno se ha apartado sin disimulo de las reglas democráticas y está transitando de un modelo ‘autoritario competitivo’ a uno claramente autoritario, pues en la medida en que ha perdido los votos es menos competitivo y no puede legitimarse ante la opinión pública y la comunidad internacional a través de procedimientos electorales formales. De allí que ha optado por acentuar los aspectos autoritarios de su gobierno con el fin de mantener el monopolio del poder. Maduro, ha concentrado más poder en manos del ejecutivo, y en manos de los militares y está arbitrariamente implantando reglas para impedir una transición democrática.

Es cierto que la situación presente tiene características particulares: el régimen ha perdido una gran parte de su legitimidad a nivel internacional y ya no cuenta con la misma cantidad de recursos. El país está a punto de default y de un desastre humanitario, lo que ha profundizado la crisis política del gobierno. Pero ante esta situación, en lugar de buscar soluciones concertadas y bajar la presión política, ha emprendido un camino inconstitucional con visos radicales para seguir imponiendo un modelo históricamente fracasado.

¿Estamos ante una transición democrática? Para precisar, debemos preguntarnos si la oposición tiene capacidad de resistir y de ampliar sus espacios de poder y eventualmente lograr una enmienda, ganar un referendo y las elecciones presidenciales y así abrir el tránsito hacia la democracia, O si las acciones del Ejecutivo en alianza con los militares lograrán su objetivo de imponer y prolongar un régimen abiertamente dictatorial.

No hay que perder de vista que los intereses vitales del régimen, bienestar económico e impunidad legal, están altamente en riesgo, forzándolo a colocarse en posiciones radicales y de fuerza para aferrarse al poder. Su supervivencia política depende de su capacidad y voluntad de reprimir a sus oponentes. Mientras tenga control sobre la represión, impedirá cualquier iniciativa de la oposición o la suprimirá por la fuerza. Para ello necesita contar con la lealtad y la unidad de los organismos de seguridad y los militares bajo su comando. También depende de su capacidad de movilizar recursos financieros. Con este fin, Maduro sigue la estrategia de concentrar aún mas estos recursos, en particular los provenientes de la renta petrolera. En este sentido, recordemos que las Leyes de Contribución Especial Petrolera y la Ley Orgánica de Administración Financiera del Sector Público, promulgadas en 2012 por el presidente Chávez vía habilitante, le dan al Ejecutivo un poder económico sin control ni de la Asamblea Nacional ni del Banco Central de Venezuela. Además, al Fonden y los fondos pactados con China se transfieren recursos que son manejados de manera discrecional por parte del Ejecutivo, al igual que los préstamos en líquido que ha recibido de Suiza a cambio de transferir toneladas de oro a bancos de ese país. El régimen sabe que su futuro depende del control absoluto de los recursos financieros y seguirá haciendo todo cuanto esté  a su alcance para mantenerlo. Cuba cuenta con eso.

La reciente creación de Camimpeg, la empresa para explotación petrolera y minera dirigida por el ministro de la Defensa Vladimir Padrino López, considerada una fachada para proteger los activos de Pdvsa fuertemente comprometidos, demuestra que las Fuerzas Armadas son parte del Ejecutivo y que la empresa es un mecanismo para darle oxígeno a Maduro. Darle a los militares el manejo del negocio petrolero es asegurar: 1) que al Ejecutivo le sigan entrando recursos para tratar de mantenerse en la presidencia, 2) que la facción militar que lo sostiene lo siga apoyando, y 3) que sus aliados cubanos sigan recibiendo divisas y petróleo.

Nicolás Maduro, a pesar de su débil liderazgo y de la oposición de amplios sectores del PSUV, ha logrado mantenerse en el poder gracias al apoyo del gobierno de Cuba y a su alianza con la facción militar presuntamente involucrada en negocios lícitos e ilícitos. Si sumamos a esto el control total sobre el TSJ, el aparato de inteligencia cubano y un aparato de terrorismo de Estado incrustados en las instituciones que será difícil de desmantelar, vemos que el Ejecutivo aún posee importantes recursos de poder que utiliza para intimidar y amenazar a los líderes de la oposición, al sector privado y a la prensa libre y para favorecer a sus leales.

Es importante recordar que en julio de 2008, el presidente Chávez decretó la reforma de la Ley Orgánica de las FAN, incorporando un cuerpo de leyes que retoman el concepto de un componente armado al servicio del proyecto político. A éstas se le agregó el término de Bolivariana y se creó además el quinto componente: la Milicia Nacional Bolivariana, un componente de 25.000 civiles armados no contemplado en la Constitución, que depende directamente del Presidente de la República a través del Comando Estratégico Operacional y actualmente organizada en 1.500 grupos de militantes del PSUV, la mayoría entrenados en Cuba, que ocupan todas las parroquias a nivel nacional, que están al servicio de la revolución y a la que el ministro de la Defensa, general Padrino López, acaba de ordenar dotarla con armas más poderosas para enfrentar las supuestas conspiraciones internas y externas. La Milicia Bolivariana es un ejército paralelo, el ‘pueblo en armas’, copia del modelo cubano. No podemos afirmar que la institución militar en pleno apoye al régimen, lo que sí es notorio es que sin el apoyo del Alto Mando militar y el de los comandantes de divisiones de los cuatro componentes al Presidente y al PSUV, a cambio de privilegios, no sería posible torcer el rumbo constitucional y democrático del país.

Por supuesto que la nueva Asamblea Nacional está jugando un importante papel: el del retorno de la libertad de expresión, del debate plural y público y el de la lucha por los principios democráticos. Haciendo equilibrio, lleva al mismo tiempo una agenda legislativa y una política para lograr el cambio democrático, pero su propuesta de luchar en varios frentes de forma simultánea muestra las dificultades para lograr una vía unitaria efectiva. La gente comienza a desesperarse ante la pesadilla de la cotidianeidad en Venezuela, de la carestía de alimentos y medicinas, de la inseguridad y de la inflación. Por eso el clamor dirigido a la oposición exigiendo mayor liderazgo político, preguntándose de qué sirve el camino de las leyes cuando no pueden ni aplicarlas ni hacerlas respetar, pues las únicas reglas las impone el gobierno. Ante esta delicada situación, se hace  imprescindible y urgente, que la MUD, más allá de los caminos que pueda transitar para lograr la transición, logre mantener el apoyo de la población que votó por ella el 6-D, entre ellos un gran porcentaje de chavistas desencantados, lo que requiere de una concertación con muchos actores sociales, políticos y económicos. Habría que reflexionar sobre el consejo de Lech Valessa, de apoyarse en los trabajadores, pues es allí donde reside su mayor recurso de poder, en el de los venezolanos que votaron por un cambio y que deben ser movilizados para lograr una resistencia efectiva.

nataliabrandler@gmail.com

(*) Natalia Brandler, PhD, es la directora del Groupe d’études politiques sur l’Amérique latine (GEPAL) en Francia.

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