El escritor, periodista y polÃtico venezolano Simón Alberto Consalvi (1927-2013) publicó en 2004, con auspicio de la Fundación Bigott, un libro que resume, con erudición y poder de sÃntesis, la historia de la industria petrolera venezolana (1). Esta entrega de Inteligencia Petrolera incorpora los principales hitos de esta historia del negocio petrolero venezolano, hasta el fallecimiento del dictador Juan Vicente Gómez (1857-1935), acontecimiento que puede considerarse como el auténtico inicio del siglo XX venezolano.
Consalvi, agudo diplomático venezolano y fino escritor, recuerda que la primera exportación petrolera venezolana tomó lugar el 30 de abril de 1539, hito que toma del historiador AnÃbal MartÃnez.
En la isla de Cubagua, cuya explotación de perlas marinas ya estaba en declive, se habÃa localizado un rezumadero superficial de petróleo. Este betún, referido por el contemporáneo Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés (1478-1557) como â€un licor como aceite junto a la marâ€, era conocido por los indÃgenas y el cronista de Indias aplicó el nombre en latÃn stercus demonis (estiércol del diablo) para traducir el término aborigen que se aplicaba a este óleo.
Se consideraba que el petróleo servÃa como medicina y la exportación estuvo destinada a calmar la gota del emperador Carlos V. Un poeta de aquellos dÃas, Juan de Castellanos, elogiaba en versos las propiedades curativas de este “licor aprobado y excelente en el uso común de medicina.â€
En los tiempos republicanos, tiene lugar otro hito decisivo: el 24 de octubre de 1829, restándole poco más de un año de vida, El Libertador Simón BolÃvar, presidente de la República, decreta que se mantengan las Ordenanzas de MinerÃa coloniales de 1783, de tal modo que la propiedad de las minas corresponderÃa a la República, conservando la tradición legislativa de la Corona Española en esta materia.
Esta es la auténtica nacionalización del petróleo en Venezuela, ya que en 1976 lo que se revirtió al Estado fue el negocio industrial del petróleo y el conjunto de activos fÃsicos para su explotación.
El oro negro pasó a manos del Estado venezolano con aquel decreto, en una época en que se pensaba más bien en oro, cobre y plata que en petróleo. Sin esta medida, el petróleo hubiera sido seguramente propiedad de una decena de familias latifundistas venezolanas y la dinámica del paÃs hubiera sido la de un feudalismo petrolero con unos pocos jeques.
Es pertinente un alto en 1839: el 3 de octubre de ese año, el médico, sabio y expresidente venezolano José MarÃa Vargas analizó una muestra de petróleo enviada por el ministro de Hacienda Santos Michelena desde la zona de Pedernales, en el actual Delta Amacuro (delta del rÃo Orinoco), al oriente del paÃs. Al petróleo se le consideraba como asfalto y se le daba un uso industrial.
Dentro de este espÃritu, el presidente José Gregorio Monagas otorgó la primera concesión para explotación de asfalto en el mismo año en que firmó el Decreto de abolición de la esclavitud, 1854. La concesión, firmada el 6 de septiembre, se otorgó a D.B. Hellyer.
 El primer Código de Minas de la República fue aprobado también por Monagas y en su mensaje al Congreso el 20 de enero de 1855, el mandatario da una definición ampliada de las riquezas minerales del subsuelo venezolano: oro, plata, cobre, hierro, carbón y “otras sustancias esparcidas en nuestro extenso y privilegiado territorio.â€
Las concesiones se transformaron en el mecanismo mediante el cual el Estado Venezolano, representado por el Gobierno, otorgaba la explotación de minas petroleras a particulares, por un plazo limitado y obteniendo en compensación una regalÃa.  Quienes obtuvieron concesiones procedieron en casi la totalidad de casos a negociarlas internacionalmente.
Curiosos personajes
El estadounidense Horatio R. Hamilton, aparentemente logró emparentarse con la familia del autócrata venezolano de turno, Antonio Guzmán Blanco, y asà obtuvo una concesión petrolera el 15 de septiembre de 1883 en el estado federal venezolano de Bermúdez, que comprendÃa a los actuales estados Anzoátegui, Monagas y Sucre.
Hamilton consiguió el control de la explotación del Lago Guanoco, rico en asfalto, y procedió a vender su concesión en Nueva York a un grupo de inversores que constituyeron en 1885 la New York & Bermúdez Company.
Esta compañÃa serÃa la transnacional petrolera más importante en Venezuela a inicios del Siglo XX y las disputas sobre el pago de impuestos de la compañÃa y sus derechos la enfrentaron con el Gobierno Venezolano de Cipriano Castro, quien en 1908 llegó incluso a romper relaciones diplomáticas con EEUU por el apoyo que la diplomacia estadounidense daba a la compañÃa. Al poco tiempo Castro fue derrocado por Juan Vicente Gómez, quien supo mantenerse amigo de los intereses petroleros foráneos para consolidar su hegemonÃa.
Pero hubo inversionistas venezolanos que se lanzaron por su cuenta a explotar el negocio petrolero, sin recurrir a capital foráneo.
Es el  caso de la CompañÃa Nacional Minera Petrolia del Táchira, que siempre será una nota de orgullo para la historia del capital venezolano. Esta compañÃa surgió con una concesión de 100 hectáreas otorgada a Manuel Antonio Pulido el 3 de septiembre de 1878 en la zona de La Alquitrana (actual estado Táchira y entonces Gran Estado de los Andes).
Pulido se asoció con Carlos González Bona (médico e ideólogo del negocio), José Antonio Baldó, Ramón Maldonado, José Gregorio Villafañe y Pedro Rafael Rincones para fundar el 12 de octubre de 1878 la compañÃa, cuya concesión fue ratificada por el presidente Guzmán Blanco en 1884.
El yacimiento que explotaba la Petrolia era superficial y con técnica artesanal se logró producir queroseno para las comunidades vecinas. Ir a conocer esta pintoresca compañÃa era atractivo para los campesinos tachirenses y entre ellos estuvo el hacendado Juan Vicente Gómez, quien tomó contacto con el negocio petrolero a partir de su visita juvenil a las instalaciones de la Petrolia..
La Petrolia alcanzó una producción máxima de 60 barriles diarios de petróleo en 1912 y, lastimosamente, confirmó que sin capital internacional era difÃcil sacar adelante un negocio intensivo en tecnologÃa e inversión.
La era de Gómez
“Petróleo, latifundismo y capital extranjero†son los términos en los cuales sintetiza Consalvi la era petrolera de Gómez, entre 1910 y 1935. El año de 1917 es marcado como el inicio de la industria petrolera contemporánea en Venezuela por AnÃbal MartÃnez. El ritmo de otorgamiento de concesiones se dinamizó en la década siguiente, otorgándose 181 contratos en 1920, 2.374 en 1921 y, entre 1922 y 1935, una media de 323 concesiones de explotación anuales.
“«Danza de concesiones» llama Rómulo Betancourt en Venezuela, polÃtica y petróleo a la etapa que comienza en 1910 con Juan Vicente Gómez. Una gran batalla por el petróleo se librará a partir de entonces en Venezuela. No es una batalla entre venezolanos porque estos permanecÃan aún (mentalmente) en el siglo del café y veÃan el petróleo sin saber exactamente de qué se trataba. La gran batalla silenciosa y agresiva la llevaban a cabo los norteamericanos y los ingleses. Fue una batalla que comenzó siendo ganada por Sir Henry Deterding contra John D. Rockefeller. El norteamericano era partidario de controlar primero el mercado interno de los Estados Unidos, la refinación y sus derivados, en tanto que Sir Henry preferÃa conquistar y asegurarse el petróleo donde quiera que se ocultara. Descubrió antes que todos el gran potencial de Venezuela y de esa manera la Royal Dutch Shell se le adelantó a la Standard Oil.â€, cuenta Consalvi.
El holandés Hendrik W. A. Deterding (1866-1939) fue una figura importante en la industria petrolera, como cabeza de la Shell y ciertamente se anticipó a la Standard Oil de Rockefeller en el negocio petrolero venezolano. Las compañÃas concesionarias en Venezuela casi siempre terminaron siendo efectivamente controladas por la Shell en esos dÃas, incluyendo pintorescos nombres como Colón Development Company, Venezuelan Oil Concessions, North Venezuelan Petroleum y British Controlled Oilfields.
Gómez sacó provecho personal de la industria petrolera. Se mantenÃa como espectador y entraba en el negocio cuando consideraba oportuno sacar beneficios personales y eventualmente fiscales. Entre sus maniobras de patrimonio personal estuvo crear su propia empresa en 1923, la CompañÃa Venezolana de Petróleo, CVP, y hacer correr rumores sobre venta de participación a los capitales internacionales competidores, incluso alemanes.
De este modo, Gómez obtuvo inversiones y ventas de participación entre los beligerantes capitalistas petroleros foráneos. En medio de estas jugadas, al menos Gómez tuvo el tino de emplear la renta petrolera para cancelar la deuda externa venezolana, el 17 de diciembre de 1930, un año después de que el terrible crac del año 29 dejase sin trabajo a cerca de 10.000 trabajadores petroleros venezolanos, a quienes se instó a regresar a labores agrÃcolas.
Los Barrosos 2
El  14 de diciembre de 1922,  el pozo Los Barrosos 2, en el estado Zulia, lanzó al aire un chorro incontenible de crudo. Este yacimiento llegó a producir 100.000 barriles diarios, casi 10% de la producción total colombiana actual de crudo. Para 1928, Venezuela era el mayor exportador mundial de crudo y el segundo mayor productor mundial, tras EEUU y delante de Rusia.
La primera legislación especÃfica petrolera se sancionó en Venezuela el 19 de junio de 1920.  Aquà entra en escena el coriano Gumersindo Torres (1875-1947). Ministro de Fomento, Torres abogó por defender los intereses del Estado venezolano frente a las compañÃas petroleras en términos de regalÃa, mantenimiento de los pozos y restricciones a los concesionarios. Incorporó el concepto de “impuesto a la productividad de los yacimientos.â€
Su Ley generó que se aliasen los intereses de las transnacionales “trusts†petroleros y los amigos de Gómez que les vendÃan concesiones, por la que la Ley se modiuficó al año siguiente y tuviese una tercera sanción distinta el 9 de junio de 1922, año en que Torres renunció.
A Torres se le ha querido convertir en un abanderado del nacionalismo petrolero venezolano frente a los intereses anglosajones. Indudablemente su gestión incorporó una defensa de la renta petrolera venezolana que serÃa decisiva durante la democracia.
Cuando se considera la biografÃa de Torres (2), se ve que no fue un mártir petrolero: siguió en la gestión gubernamental venezolana con cargos en la Aduana y funciones diplomáticas, siendo colocado nuevamente al frente del Ministerio de Fomento en 1929. En esa gestión estableció el Servicio Técnico de Hidrocarburos (16/07/1930), creó la figura de los inspectores de campo en los yacimientos petroleros (18/10/1930), impuso correctivos a las ineficiencias en el servicio médico que daban las transnacionales a los obreros y fue pionero en formar capital humano petrolero venezolano, al enviar a 6 ingenieros civiles de la Universidad Central de Venezuela a formarse en EEUU en 1930, un antecedente del “Fundayacucho Petroleroâ€. En 1932, Torres se retiró a nuevas funciones en la Aduana y falleció como presidente (gobernador) del Estado BolÃvar.
Esta cronologÃa sugiere que Gómez, un personaje sagaz, probablemente consideró como necesaria la figura de Torres y le dejó actuar hasta ciertos lÃmites. No en vano le mantuvo dentro de su Gobierno y le volvió a dar el Ministerio de Fomento en el año crÃtico de 1929. En sus cálculos, Gómez sabÃa la importancia del petróleo para Venezuela e indudablemente intuÃa que a su muerte se abrirÃa una etapa fiscal petrolera enteramente nueva, anticipada por el ministro Torres.
Consalvi cierra esa cronologÃa inicial del petróleo con la siguiente frase: “Como pronosticó Edwin Lieuwen, a la dictadura de Gómez la sustituyó en 1935 la dictadura del petróleo.â€
Notas
(1) CONSALVI, Simón Alberto. El Petróleo en Venezuela. Colección “En Venezuelaâ€. Caracas: Fundación Bigott, 2004.
(2)  BENCOMO BARRIOS, Héctor. “Torres, Gumersindo.†En: Diccionario de Historia de Venezuela. Segunda Edición. Caracas: Fundación Polar, 1 997, pp. 61-62.
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*Publicado originalmente en Inteligencia Petrolera.
http://inteligenciapetrolera.com.co/inicio/historias-del-oro-negro-bolivar-juan-vicente-gomez-y-la-petrolia-por-carlos-goedder/