Denunciar la ‘agresión’ imperialista del presidente Barack Obama se ha convertido en la nueva obsesión del gobierno de Nicolás Maduro. Con ella busca obtener algunos laureles nacionales e internacionales. Aspira a llegar a la Cumbre de Panamá como el nuevo Fidel Castro montado sobre un legajo de firmas recogidas con amenazas y chantajes de los organismos del Estado.
No se trata de una obsesión espontánea, desde luego, sino de una apuesta frÃamente calculada. No es el ánimo patriota que animaba a los próceres de la Independencia lo que está detrás de la alharaca patriotera, sino el deseo de darle al alicaÃdo mandatario un barniz de grandeza y dignidad del cual carece. Su lucha antiimperialista representa una tabla de salvación para rescatarlo de la tormenta en la que metió al paÃs producto de su proverbial  ineptitud. Firmar el reclamo contra Obama significa pasar a integrar el combo que teje la cortina para que el gobernante venezolano esconda su incapacidad.
La gestión de Maduro es deslucida. Carece del encanto que tuvo su predecesor y ‘padre’. Hay que construirle una leyenda y asignarle un objetivo que le dé trascendencia a tanta mediocridad. El objetivo lo encontró: rescatar la soberanÃa nacional y reafirmar la independencia nacional frente a los intentos de vasallaje imperial. ¿Es esto verdad? Para nada. Maduro ha aumentado la dependencia comercial con respecto a los Estados Unidos. El único producto importante que el paÃs exporta y el único que genera divisas es el petróleo. El crudo que se vende va en su inmensa mayorÃa para la nación del norte. Algo más de 900.000 barriles salen diariamente para EEUU. Maduro se cuida de decir esta verdad. Sus piruetas antinorteamericanas son florales. Firmar contribuye a alimentar el fariseÃsmo de unos señores que pretenden ganar popularidad interna e internacional cuando en realidad saben que sin los Estados Unidos no pueden mantenerse en el poder, y que ellos necesitan mucho más a los gringos, que estos a los rojos.
El decreto de Obama se dirige especÃficamente contra unos funcionarios que violaron los derechos humanos durante las protestas de 2014. Esos excesos fueron públicos y notorios. Los medios de comunicación nacionales e internacionales mostraron en numerosas oportunidades cómo los agentes de la Guardia Nacional, de la PolicÃa Nacional y del Sebin se ensañaban contra jóvenes desarmados, y cómo la FiscalÃa justificaba el encarnizamiento. Este aspecto esencial del decreto de Obama ha sido soslayado por el gobierno de Maduro. Ninguno de sus seguidores, incluida la Fiscal General y el Defensor del Pueblo, se han referido a la nuez del asunto. Para ellos, obviamente, no hubo violación de los derechos humanos el año pasado. Todo transcurrió en total normalidad. Algunos de los responsables directos de que los actos de barbarie cometidos ni siquiera deben ser señalados. Sin embargo, los alcaldes Daniel Ceballos y Enzo Scarano fueron destituidos de forma arbitraria y encarcelados, a pesar de que sus esfuerzos se encaminaron a evitar que la violencia se desbordara. Firmar la carta antiimperialista contribuye a ocultar la violación de los derechos humanos por parte del gobierno, darles un voto de confianza a esos funcionarios que aparecen mencionados y justificar los atropellos contra Ceballos y Scarano.
Los problemas reales del paÃs —inflación, desabastecimiento, escasez, inseguridad, deterioro de los servicios públicos, corrupción— no han sido provocados por los Estados Unidos. Todo lo contrario. El mercado seguro que representa este paÃs para nuestro principal producto de exportación, ha contribuido a evitar que la abrupta caÃda de los precios del crudo durante el último año tenga consecuencias aún más negativas para los venezolanos. Imaginemos por un momento que EEUU se comportara como República Dominicana u otros paÃses de Petrocaribe, que no pagan la factura petrolera, o lo hacen tardÃamente y con enormes descuentos (para no mencionar a Cuba, que es un caso excepcional de zanganerÃa). Venezuela estarÃa hundida en la peor de las miserias. Las colas que vemos no serÃan sino pequeños contratiempos frente al desastre que sufrirÃa el paÃs. Firmar la ‘carta antiimperialista’ es lo mismo que morder la mano de quien nos da de comer y darle artificios a Maduro para que enmascare los problemas que ha creado, amortiguando las consecuencias de sus graves errores, entre ellos haber destruido a PDVSA.
Piense en Venezuela. Sea un verdadero patriota. ¡No firme!
@trinomarquezc