Nicolás Maduro y medidas económicas
En la perorata de Maduro quedó claramente establecido el único objetivo es ejercer un mayor control sobre la iniciativa privada para endilgarle a ésta todos los males y avatares por la que transita y transitará la economía nacional.

Después de la reciente visita de Maduro a Fidel Castro, el sacudón anunciado, con bombos y platillos, ha venido siendo relegado al olvido. El contenido del discurso gubernamental muestra una gran deriva desde los temas vinculados a las eventuales incipientes correcciones a las variables macroeconómicas, hacia el establecimiento de más regulaciones a la iniciativa privada y a la creación de nuevas instancias burocráticas para el control. Es decir, se dispone a ejercer un mayor control político, social y económico sobre la ciudadanía.

El país necesita modernizar las estructuras del Estado, hacer eficiente y mejorar la productividad de las instituciones públicas y garantizar a la ciudadanía seguridad y un sistema de justicia y legalidad. El Gobierno desestima irreflexiva e irresponsablemente tal necesidad y obcecadamente responde con más centralización administrativa y más presencia del Estado en las actividades económicas; menos autonomía de acción para los entes públicos y mayor control gubernamental para las actividades privadas Así encontramos:

Centralización y monopolización de las actividades de importación y exportación (Cencoex está adscrito a la Vicepresidencia de la República con funciones anteriormente atribuidas a otras dependencias gubernamentales); nuevas prohibiciones a la circulación de productos de la cesta básica y farmacéuticos; puesta en práctica de un sistema de racionamiento de alimentos a la población con tecnología electrónica; amenazas de multas, confiscaciones y expropiaciones al sector comercio; erradicar del discurso oficial toda referencia al aumento del precio de los combustibles; obligar a los lugares de expendio masivo de productos a habilitar un mayor número de cajeros; endurecimiento del discurso del gobierno para referirse a la oposición, mediante descalificaciones políticas y acusaciones sin fundamento; introducción en la Asamblea de un proyecto de ley sobre comunicación social; exhortación a las huestes del PSUV a realizar mayor control mediático de las redes los medios de comunicación escritos y radiales; reafirmación política de la vigencia del ineficiente modelo socialista; creación de nuevas instancias burocráticas para definir y establecer los términos del «modelo económico de transición al socialismo» .

En la perorata que pronunció Maduro desde el teatro Bolívar de Caracas, quedó claramente establecido el único objetivo que persigue es ejercer un mayor control sobre la iniciativa privada para endilgarle a ésta todos los males y avatares por la que transita y transitará la economía nacional. En tal sentido, aprobó la creación de nuevas instancias burocráticas para definir y establecer los términos del «modelo económico de transición al socialismo». Dicha Comisión “orquestará las acciones a favor de frenar las distorsiones que en este momento tiene la economía nacional”, pero sin admitir que las referidas distorsiones son de la exclusiva responsabilidad de las erradas políticas instrumentadas por el régimen. Una vez más, se atribuyen los males de nuestra economía al acaparamiento, especulación y otras perversas prácticas supuestamente realizadas por lo que queda del sector privado nacional. Se pretende crear el chivo expiatorio para las dificultades presentes y para las que sobrevendrán por la tozudez suicida de mantener el modelo estatista que no ha dado resultado positivo alguno en los tres lustros en que se ha venido aplicando.

De esta manera, el gobierno sepulta la esperanza que tenían muchos ciudadanos de ver la puesta en práctica de algunos cambios para mejorar el desenvolvimiento de la economía y consecuentemente su situación personal.

Maduro reafirmó la ‘guerra económica’, no a los corruptos e ineficientes burócratas que medran a su alrededor para lucrarse ilegalmente, ni a las inconvenientes e irresponsables políticas que aplica su régimen, ni a las limitaciones ideológicas y políticas que le impiden realizar las correcciones y ajustes necesarios; sino a unos supuestos saboteadores, que obviamente no están en el gobierno. Eso significa que en lo sucesivo, los empresarios y la ciudadanía en general debemos esperar fuertes ataques de descrédito y represión a nuestras actividades, más controles burocráticos a la gestión económica, más entornos adversos para el desempeño empresarial, menos seguridad personal y jurídica, más deterioro del clima de inversión, más obstáculos para mejorar la productividad, más incoherencia gubernamental y mayor sobrevaluación monetaria. Es decir, el caos,

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