Simón BolÃvar siempre será la figura más grande y controversial de nuestra historia. Más allá del uso —y abuso— de su nombre en estos últimos años, todavÃa hoy en dÃa el Libertador genera opiniones encontradas. Con sus virtudes y desaciertos, a muchos les cuesta asimilar que el padre de la patria era un señor de carne y hueso. Dejando a un lado el culto exacerbado a su figura, pareciera que cualquier intento de desmitificarlo en la gran pantalla está condenado al fracaso. El primer film que lo intentó fue BolÃvar, el hombre de las dificultades, una pelÃcula que buscaba mostrar un Libertador más humano, lleno de dudas, pero que se hundió por sus incongruencias en el guión, fallas en la puesta en escena y un Roque Valero que jamás llegó a convencer a nadie con sus patillas e interpretación histérica. Un año después llega el turno de Libertador, una superproducción que causó revuelo en los medios desde su rodaje y que iba dejando a todos boquiabiertos con cada imagen que se filtraba. El resultado: todas las funciones agotadas el dÃa de su estreno y una ola de crÃticas positivas… ¿Es Libertador la pelÃcula que todos esperábamos y que merecÃa el padre de la patria?. Más allá de su indiscutible factura técnica y lo consistente de su guión, el film posee muchos aspectos completamente discutibles. A pesar de esto, y sin lugar a dudas, le lleva cabezas de ventaja a cualquier intento de pelÃcula histórica que haya rozado la figura de BolÃvar en toda nuestra filmografÃa.
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Libertador, a diferencia de BolÃvar, el hombre de las dificultades, intenta ser una pelÃcula total. Lejos de quedarse con un pedazo de la vida del Libertador, busca retratar la génesis de su gesta independentista, su apogeo y caÃda. De esta forma, Libertador nos presenta a un Simón BolÃvar (Edgar Ramirez) que pasa de ser un rico de cuna a transformarse en el héroe de la patria. En todo este proceso, conocemos varias aristas de su historia: desde su romance con su primera esposa MarÃa Teresa del Toro (MarÃa Valverde), sus choques ideológicos con su maestro, sus aciertos y desaciertos polÃtico-militares, hasta los últimos dÃas de su vida. En sus 2 horas de metraje, Libertador busca hacer un retrato de BolÃvar, Venezuela y toda la lucha de independencia a través una mirada un poco light de su vida. Una historia que fluye sin mayores contratiempos y que a pocos dÃas de su estreno ya se considera un éxito de taquilla.
El problema con Libertador no es de forma, su debilidad es una cuestión de fondo. En teorÃa, busca humanizar a BolÃvar, pero termina erigiendo su mito mejor que cualquier otra producción. El BolÃvar de Libertador es un tipo romántico, idealista, bien parecido e indomable. Imagen que dista mucho de ese BolÃvar que pintan algunos historiadores, un hombre que podÃa llegar a ser muy cruel, egoÃsta, mujeriego, paranoico y enfermizo en los últimos dÃas de su vida. De hecho, es en este último apartado donde la pelÃcula genera controversia. Al margen de los errores históricos que pueda tener (detalles que, además, poco interesan al público), el mayor pecado que comete Libertador es alimentar la teorÃa conspirativa acerca del asesinato de BolÃvar, eliminando por completo años de historia y de documentos que dan fe de su precario estado de salud en sus últimos dÃas. Salvando esto y detalles que son imperdonables (Francisco de Miranda es enano y gordo, Sucre tÃmido y endeble, Paez cobarde y Santander traidor), Libertador se toma concesiones históricas para alimentar más esa imagen del omnipotente BolÃvar, dejando a todos sus colaboradores como cobardes o personajes menores en la lucha por la independencia.
Sin ánimos de sonar demasiado nacionalista, llama poderosamente la atención que la mejor pelÃcula que se ha hecho del padre de la patria diste muchÃsimo de ser venezolana. Omitiendo la dirección impecable de Alberto Arvelo, la magnÃfica interpretación de Edgar Ramirez, la música de Dudamel y un par de venezolanos en la producción, el resto del apartado artÃstico nada tiene que ver con nuestro paÃs. El responsable de la fotografÃa que tanto ha sido alabada es Xavi Giménez (El maquinista, Agora), el ritmo trepidante de la historia es cortesÃa de la edición de Tariq Anwar (Belleza Americana, El discurso del Rey), el diseño de producción es de Paul D. Austerberry (Eclipse, Resident Evil Apocalypse), por no hablar del departamento de arte donde trabajaron personas que son responsables de pelÃculas como El perfume, Orgullo y prejuicio, Los otros y Medianoche en ParÃs. La guinda la pone el guionista, Timothy Sexton, el escritor de Los hijos del hombre (la mejor pelÃcula de Alfonso Cuarón en mi opinión), que logra una historia casi redonda y que esconde entrelÃneas un fuerte mensaje polÃtico que pocos espectadores perciben. Con todo este dream team y un presupuesto de 50 millones de dólares —tan abultado como el de cualquier blockbuster— es difÃcil que Libertador no tuviese la calidad técnica que posee. Llamarla la gran pelÃcula del cine venezolano es algo completamente cuestionable al ser la mayorÃa de su cast y equipo técnico extranjero (de hecho, apenas un 30% de la pelÃcula fue rodada en Venezuela).
¿No es irónico que la gran pelÃcula del padre de la patria haya sido escrita por un estadounidense, fotografiada por un español, editada por un hindú y producida al mejor estilo de Hollywood?, ¿qué dirÃa BolÃvar de esto? ¿Qué hubiese hecho un equipo de venezolanos con ese presupuesto en sus manos?, ¿es que acaso no tenemos buenos realizadores para hacer un film de gran calidad técnica? Creo que este es el tipo de preguntas que deberÃa dejarnos Libertador al salir de la sala… después podemos recomendarla y felicitar a Beto Arvelo, Edgar Ramirez y Dudamel. Si los venezolanos dejamos de aplaudirla obnubilados por todo el despliegue técnico de su puesta en escena, tal vez tengamos la posibilidad de descubrir la gran paradoja que escondemos con nuestro supuesto nacionalismo y cuestionable independencia. Si Libertador logra llamar al público a esa reflexión, entonces BolÃvar se sentirÃa orgulloso de ella… y de nosotros.
Lo bueno: La interpretación de Edgar Ramirez. La dirección de Alberto Arvelo de todas las escenas contemplativas en el campo: una delicia visual. La dirección de arte está cuidada al máximo. La música épica cortesÃa de Dudamel. Las edición de las escenas de batalla.
Lo malo: Ver a ciertos personajes épicos de nuestra historia retratados de forma errónea (a nivel psicológico y fÃsico). El final ambiguo de la pelÃcula. El sutil mensaje polÃtico que subyace debajo del film y que pocas personas podrán leer al verse deslumbrados por su puesta en escena.
@luisbond009
*CortesÃa de http://globovision.com/libertador-cuando-el-espectaculo-nos-ciega/