Jurassic PRI 2En el encuentro de Cedice La Libertad es el Futuro se escenificó un importante debate entre la socióloga mexicana Bertha Pantoja con estudiantes y personas interesadas en el futuro de América Latina. El temazo era comparar los 70 años de gobierno del PRI en México —calificados por Mario Vargas Llosa como «la dictadura perfecta» no marxista— con nuestro presente, pretendidamente marxista. 

La importancia de la autonomía de los poderes dio inicio al diálogo. Para nuestro asombro la socióloga Pantoja narró cómo los gobiernos del PRI, al igual que el chavismo entre nosotros, había logrado de forma certera castrar la independencia de los poderes. No existieron durante la dictadura del PRI los poderes Legislativo, Judicial, Electoral con la fuerza requerida para garantizar los derechos de los mexicanos. Todos los poderes eran súbditos o vasallos del poderoso centralismo ejercido por los distintos presidentes mexicanos, y la gente convertida en ciudadanos sin defensas, tal como nosotros hoy.

La estrategia del PRI para mantener el respaldo popular fue otro de los temas de interés. Eran incisivos los estudiantes en su indagación: ¿cómo el PRI logró ganar todos los procesos presidenciales desde 1929 hasta el triunfo de Fox en el año 2000, a pesar del fracaso económico y del crecimiento de la pobreza? Allí, Bertha Pantoja se esmeró en detallar la vinculación entre un poder electoral controlado por el Gobierno con la puesta en marcha del más poderoso sistema de subsidios conocido hasta el momento en América Latina. Un sistema que garantizaba una cierta satisfacción de necesidades básicas de la población y a la vez una creciente dependencia de los sectores populares al gobierno. Se recuerdan algunas consignas de la época: «La leche es poca y al niño le toca»; y el famoso programa de subsidios Pronasol (Programa Nacional de Solidaridad Económica) ofrecido como impulsor de la ayuda mutua, el nacionalismo y el desarrollo social. 

El punto para el PRI no era solucionar de raíz los problemas económicos, recalcaba Pantoja. Era otro muy distinto. Con su suave acento mexicano afirmó: «no era remediar la escasez de leche o resolver el porqué no lograban los productores mexicanos abastecer los mercados y así garantizar que cualquier ciudadano tuviese acceso libre a este producto indispensable para la población infantil». El enfoque del PRI era político: liderar el reparto de la leche como muestra de preocupación por los más pobres, sin satisfacer el problema económico de fondo. Con medidas y subsidios de este tipo el PRI aseguraba la sumisión de las masas al gobierno, al tiempo que se agudizaba la crisis económica. 

Era asombroso constatar la semejanza entre la experiencia de la Dictadura Perfecta y los objetivos del sistema de subsidios venezolano, el cual —paradójicamente— es motivo de orgullo para nuestros actuales gobernantes, «Nunca antes se ha repartido tanto a los pobres», versión propagandística que oscurece el sometimiento de los sectores populares a la dependencia de los subsidios estatales y a su control político, en ausencia de la generación de reales oportunidades de acceso a niveles de vida que fundamenten sus proyectos de vida, sus aspiraciones y preferencias. 

La conclusión era ineludible: tanto los gobiernos del PRI como el socialismo del siglo XXI (SSXXI) utilizan las transferencias a los pobres como instrumentos clientelares, expresión de fraudes sin precedentes perpetrados contra los pueblos. Es una inmoralidad utilizar los propios recursos de la gente para doblegarlos. El interés nunca ha sido liberar a las personas de la pobreza, sino convertirlas en base política de la Dictadura Perfecta o del SSXXI. 

Al final, las preguntas clave: ¿qué hicieron los mexicanos para quebrar la Dictadura Perfecta? Pantoja, de forma muy serena, recalcó: «Muy sencillo y muy complejo: fortaleciendo una férrea unidad frente a la dictadura, creando conciencia sobre lo que significaba la pérdida de la libertad y acordando luchar por un gran objetivo: liberar el poder electoral». Sólo en 1997, por primera vez después de 68 años bajo el dominio del PRI, las elecciones fueron organizadas por un órgano independiente. El PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados y la primera elección para jefe de gobierno de la Ciudad de México, de forma tal que la Dictadura Perfecta salió del poder tal como había entrado: por el voto popular. 

Esperemos que nuestros tiempos sean mucho más cortos.

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