Cuando usted lea este artÃculo, Nicolás Maduro habrá utilizado el nombre de Chávez miles de veces más para promocionar su decadente liderazgo. Asà lo hace y lo seguirá haciendo porque carece de un perfil propio que lo identifique con el paÃs. Esa es su angustia y su tragedia. Ello nos exige a todos los ciudadanos reflexionar seriamente sobre los alcances y consecuencias del significado que tal situación tiene para el futuro de la Nación y sobre la perspectiva inmediata de un gobierno que carece de viabilidad y voluntad polÃtica de actuar para evitar la secuela de circunstancias negativas que asolan a todos los ciudadanos sin distingos de ninguna naturaleza. No olvidar que la escasez, el desempleo, la inflación, la inseguridad afecta por igual a los seguidores del gobierno y los que disentimos de su forma de gobernar. La indiferencia frente al estado de cosas que vivimos no excluye a nadie de las consecuencias del resultado; el indiferente se verá involucrado aún cuando no lo quiera y por tal razón no deberÃa nadie aceptar pasivamente que sean otros los que resuelvan sobre las situaciones futuras en las que indefectiblemente todos nos veremos envueltos.
Debemos pensar que el paÃs discurre en un clima de extrema incertidumbre. Los recientes acontecimientos y su imprevisible desenlace nos obligan a situarnos mentalmente mejor para prepararnos a enfrentar las eventuales acciones que podrÃan derivarse de la desesperación y angustia que actualmente atenazan a las facciones chavistas y a su espurio liderazgo. Asimismo, una actitud indiferente de nuestra parte, podrÃa cerrar las posibilidades al necesario proceso de recambio que requiere y reclama el paÃs. Ya basta de permitir que los menos capacitados conduzcan equivocadamente la nave del Estado e impidan el acceso al poder de nuevas generaciones de venezolanos llamados a modernizar las caducas visiones de los que han gobernado por quince años. Ser indiferente no resuelve los seculares problemas que nos afectan, por el contrario, garantiza que el paÃs siempre tendrá lo peor de “más de lo mismo†como lo demuestran fehacientemente los continuos fracasos del gobierno actual durante el tiempo que ha gobernado. Hay cosas básicas que debemos realizar para nuestro beneficio como ciudadanos y para deslastrarnos de un liderazgo mediocre y decadente y para eso se impone la necesidad de tomar decisiones. Ese momento ha llegado. Tengamos presente que de cada uno de nosotros dependerá la suerte de la República y la de nuestro entorno familiar.
Es evidente que actualmente el gobierno tiene las bazas a su favor, pero paulatinamente va entrando en el ocaso de su tiempo histórico que podrÃa ser acelerado siempre que la participación y la voluntad opositora por un cambio aumenten sensiblemente; de otro modo, aún cuando los errores sistemáticos del gobierno sigan presentes, no debemos permitir que solo la inercia de su deterioro sea el catalizador de su final. Lo que vive el paÃs es un problema de todos, que todos debemos resolver. Tenemos ante nosotros, en caso que fracasen por insuficiencia de apoyo polÃtico todas las iniciativas tendentes a encontrar una salida a la situación planteada, la posibilidad de dirimir nuestras diferencias con el régimen mediante una confrontación fratricida o, en su defecto, que el continuo deterioro del paÃs, por omisión de parte nuestra, nos desgaste, nos convierta en una entelequia, un remedo de sociedad, un frustrante recuerdo de lo que pudimos haber sido y, con ello, se imponga definitivamente la visión gubernamental que nos quiere asÃ.
La vigencia de las agendas personales, la irresponsabilidad polÃtica, las visiones de ser los portaestandartes de la cabal interpretación de la historia y la comodidad de los que no se quieren involucrar, son las actitudes que indefectiblemente nos podrÃan conducir a esas situaciones que ninguno de nosotros, en su sano juicio, podrÃa querer que se dieran en nuestro paÃs.
Fortalezcamos nuestras potencialidades para auspiciar el cambio de régimen polÃtico y el avance y consolidación de la democracia como la forma menos imperfecta de gobernar a una sociedad; mediante la incorporación proactiva de nuestras actitudes y capacidades a la formidable y enaltecedora tarea de cerrarle el paso definitivamente a la cada vez más cercana amenaza comunista.
* Pedro Luis EcheverrÃa es economista y diplomático. Ha sido directivo de Comunidad Andina de Naciones, Secretario General del Banco Interamericano de Desarrollo y Embajador de Venezuela en EEUU, Bolivia y Jamaica.