quemese-despues-de-leerse-2Después del éxito de Sin lugar para los débiles, con Oscar incluido, los hermanos Joel y Ethan Coen han regresado al plano de la comedia con una historia que roza el absurdo sin abandonar la ironía. En las postrimerías de la era Bush han trabajado la historia de un grupo de perdedores vinculado de forma directa o indirecta con el universo del espionaje y más concretamente con las interioridades de la CIA. Quémese después de leerse es una burla amarga de la mala conciencia norteamericana, aderezada con chistes un tanto retorcidos y una salida desconcertante.

Un analista de la Agencia Central de Inteligencia llamado Osborne Cox se queda desempleado. No sabe hacer otra cosa, así que no hace nada. Tiene el pretexto de escribir sus memorias pero en realidad es un alcohólico que se bebe hasta el agua de los floreros. Su esposa Katie le monta los cachos con Harry, un agente del Tesoro casado con una escritora de libros infantiles que, en su fuero interno, guarda cierta inclinación hacia la infidelidad, aunque no lo parezca. También se encuentra Linda, de belleza media y obsesionada por tener un cuerpo perfecto. Ella descubre azarosamente un CD con las famosas memorias que está escribiendo Osborne, con todo lo comprometedor que pueden ser los recuerdos de un analista de la CIA. El círculo se cierra cuando entra en escena Chad, un pilluelo amigo de Linda que quiere chantajear a Osborne para devolverle el disco compacto por una buena suma de billetes verdes. Espionaje, alcoholismo, adulterio, promiscuidad y chantaje conforman las rutas narrativas de una película irreverente y cortante.

No estamos ante una obra maestra pero sí ante un divertimento inteligente y sensible. Se trata de una extraña mezcla de cine de espionaje bufonesco, de enredos y de crítica política. No existe un héroe. Tampoco un villano de verdad. Todos son mediocres, oportunistas, codiciosos, embaucadores, obsesivos, egoístas y malhablados. Todos se creen sus mentiras. En realidad, no existen las verdades. Sólo importa responder al estímulo de ciertos valores cuestionables. El espíritu cuestionador de los Coen se descuelga de escena en escena, con un comentario ácido por aquí y una situación frívola por allá. A pesar de que existe un tono que invita a no tomarse en serio esta historia, se torna inevitable las conjeturas sobre una potencia que ha perdido terreno en la geopolítica mundial, que ya no vive la guerra fría —en realidad siente nostalgia por ella— pero mantiene sus consecuencias. No vemos una sociedad de héroes sino de mediocres.

Quémese después de leerse es una película hecha entre amigos y con los actores habituales de los Coen. Allí está un John Malkovich hiriente y despiadado como Osborne. La “oscareada” Tilda Swinton muestra sus inclinaciones adúlteras como su esposa Katie. El infaltable George Clooney representa las finanzas del Estado y Frances McDormand ironiza con su narcisismo vocacional. Brad Pitt es el oportunista que desarrolla el chantaje. Todos ellos bajo la fotografía del mexicano Emmanuel Lubezki y la realización, guión y producción de estos famosos y reconocidos hermanos que van del drama a la comedia como quien se quita un sombrero y se pone otro. Puros amigos que se reúnen para divertirse en el set y fuera del rodaje.

Es de esperar que el próximo año los Coen nos inviten a ver un drama, para variar este tono de comedia. Hace rato que dejaron de ser cineastas indepen-dientes. Ahora son las estrellas de Hollywood. Sus películas huelen a prestigio.Por lo menos sus comedias nos invitan a reir.

QUÉMESE DESPUÉS DE LEERSE (“Burn alter reading”) Estados Unidos, 2008. Dirección, guión y producción: Ethan y Joel Coen. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Música: Carter Burwell. Elenco: John Malkovich, Tilda Swinton, George Clooney, Frances MacDormand, Brad Pitt, J. K. Simmons y Richard Jenkis, entre otros. Distribuye: Cinematográfica Blancica.

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