Para encantar tus ojos, de Luisana Itriago, es el más reciente tÃtulo del sello Fundavag Ediciones en su colección Nueva Palabra, dedicada a la poesÃa y la narrativa. En sus páginas la autora recoge producción inédita de los tópicos que disparan su trama: la posibilidad de erigir y desvelar la frágil condición humana desde la palabra poética.
Dos espacios de comunión, de fundación del ser, de la expresión humana, de la palabra esencial, de la autenticidad, del diálogo verdadero, del contacto con el otro, de todo eso, entre tantas cosas, hablamos con ella, los que hemos tenido la dicha de encontrarla, al cruzarnos en algún punto de su itinerario. De veras hemos sido afortunados… (la suya es una) verdadera invitación a la búsqueda de lo humano y lo pleno.â€Â Arturo Gutiérrez Plaza
Quien se sumerja en este poemario encontrará una colección de referentes: desde la pintura, los grandes oráculos de la humanidad, como el I Ching, otras voces poéticas, partituras inmemoriales, narradores, relatos culturales como los cantos sufÃ, hasta artistas plásticos que dieron paso a gran cantidad de poemas y versos del libro.
Su verso cava hondo en el quehacer de lo humano.
En su tránsito literario combina las voces aparentemente antinómicas de la poesÃa y el ensayo junto al trabajo pedagógico. Fundadora del taller Anagrama (Universidad Simón BolÃvar, 1981) junto a Ana Maria del Re, podrÃa definirse como una incesante promotora del quehacer poético y sobre todo oficiante de la poesÃa y el ensayo. Egresada como licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela, se especializó en Literatura Hispanoamericana en el Instituto Caro y Cuervo (Bogotá) y realizó estudios de TeorÃa y CrÃtica Literaria en la Universidad de La Sorbonne en ParÃs.
—Una vida que de a poco se desgasta… y que parafraseando sus respuestas al periodista Daniel FermÃn de El Universal, solo puede preservarse en la palabra poética. Un pensamiento asà podrÃa permitirnos pensar, o creer, que la poesÃa salva? ¿Que engaña a la muerte?
—No creo que se trate en mi poesÃa de un asunto de salvación ni de engaño a la muerte. Lo que ofrece la palabra poética es la posibilidad de erigirse como fundación y desvelamiento de la condición humana: fundarnos en lo que somos. En este sentido por ejemplo, el tÃtulo de mi último poemario, Para encantar tus ojos, además de sugerir en una primera instancia la presencia de numerosas imágenes que en el transcurso de la vida nos hechizan con su fugacidad y particulares atributos, alude más especÃficamente a las imágenes primordiales que nos sitúan en el tiempo y en el espacio de nuestra inevitable y fugaz finitud, cuyos extremos son el nacimiento y la muerte. Nombrar esas imágenes responde a la necesidad, como digo en un poema mÃo, de darles un nombre propio, para hacerlas perdurar y reconocernos en su resplandor.
—Entiendo que el taller Anagrama, con 32 años de existencia y convertido en materia optativa dentro de la oferta del postgrado de la Universidad Simón BolÃvar, ha encaminado a una serie de sensibilidades. ¿Es su camino poético el resultado de haber vivido la experiencia de algún taller?
—En Mayo de 1981 se inician las actividades del taller literario Anagrama, coordinado por mà y Ana MarÃa Del Re, profesoras del Departamento de Lengua y Literatura de la Universidad Simón BolÃvar. Concebido como un espacio abierto al diálogo, al descubrimiento y al desarrollo la sensibilidad creadora y crÃtica de los participantes, este taller funcionó regularmente durante 15 años. Diseñado inicialmente como una actividad de participación libre, a partir de 1990 se inscribió como asignatura con créditos en el pensum de materias electivas de Estudios Generales de nuestra universidad. Los estudiantes podÃan inscribirse sin contar con ninguna experiencia previa en el campo de la expresión literaria. Un grupo notable de personalidades vinculadas con el quehacer literario y artÃstico de nuestro paÃs, invitados especialmente al taller, hicieron posible el conocimiento y la proyección de diversas perspectivas y actitudes vitales ante el hecho estético, mediante actividades abiertas a toda la comunidad universitaria.
Agrega entonces el comentario de un participante del taller cuyas palabras recogen el espÃritu de esa singular experiencia:
El curioso hecho de tener como seno una universidad de caracterÃsticas eminentemente cientÃfico-tecnológicas hace que esta agrupación se haya constituido en un feliz intento de convivencia y desarrollo armónico entre dos áreas del saber y de la experiencia humana, tan frecuentemente aceptadas como opuestas y antagónicas, como es el caso de las llamadas disciplinas cientÃficas y humanÃsticas… Anagrama no ha sido otra cosa más que posibilidad. Posibilidad de encuentro, de comunión, de verdadera cercanÃa. Ha sido conjunción de álgebras y poesÃa, de aritméticas y palabras. Ha sido una apuesta en favor del hombre y su esencialidadâ€. Arturo Gutiérrez Plaza
¿Cómo se descubrió poeta? ¿Tiene Luisana Itriago un ars poética?¿ Qué elementos componen su voz?
Para dar respuesta al “combo†de estas tres preguntas Itriago recurre a sus propios libros y a la poesÃa: “algunas reflexiones que escribà en mi primer libro Anotaciones desde un itinerario docente (Equinoccio 2003), tituladas Palabra cotidiana, epifanÃas y poesÃa. De igual modo sugiere un poema del libro Para encantar tus ojos, constituido por fragmentos y titulado Voz poética – Ubicado en el capitulo Arcanos.
Palabra cotidiana, epifanÃas y poesÃa
Palabra cotidiana. Desde su desechable simplicidad de cáscara, nos aleja cada vez más del mundo y de los seres. La mayorÃa de las cosas que van a ser dichas son predecibles: la repetición siembra el vacÃo de significaciones y la lejanÃa. Se dice, se habla, se conversa, para ocultar el vacÃo con un aletargante ruido externo. Ya no nos tocamos ni sentimos desde lo hondo. La vida se va transformando en un roce rutinario de palabras de las que nos hemos desvinculado irremediablemente.
Las palabras se van convirtiendo en susurros: un canto repetido de cigarras que no atrapa, ni aleja, ni acerca; no sabe de silencios, ausencias ni tristezas. Sólo suena en la vacuidad de una rutina pura forma: formas que devienen otras formas, sin profundidad para vibrar, a veces bajo el pretendido de una supuesta originalidad.
El inevitable transcurrir de los dÃas parece un reto para comenzar de nuevo, como si nunca hubiéramos sido capaces de armar el mundo. Sólo permanece un mÃnimo fervor: súbitas epifanÃas en las que atisbamos, por instantes, el albergue de un sentido, capaz de involucrarnos para pertenecer.
Los estados de contemplación iluminadora nacen en el silencio y pueden fundar las epifanÃas.
EpifanÃas. Arrebato de vida donde nos reflejamos como si —en un instante de súbita comunión— el mundo corriera todo a través de las manos que lo moldean, lo palpan o lo habitan para tratar de fijar allà la eternidad.
Acto único de sembrar sentido en los espacios y tiempos con lenguaje de pertenencia: los amantes se sumergen en la pasión y todo el universo se aloja en ellos sin aristas ni trabas; los niños construyen las reglas del sentido y la eternidad en los órdenes cerrados de sus juegos; el artista siembra desde el silencio y la nada para redimir el vacÃo en entrega intensa, apasionada.
Instantes de gracia en los que nos repetimos, desde lo que somos, creyendo alcanzar el sol.
¿No es acaso la vida un instante epifánico en el sueño de la muerte, en la nostalgia del origen? (…)
De igual forma su respuesta para revelar cómo se descubre poeta abre la página de uno de sus libros:
Escribir PoesÃa. Los antecedentes se pueden situar en un acontecimiento epifánico. Revelación en la que el mundo parece adquirir un sentido porque nos sentimos parte de él, al abrigo del abismo, cercanos a la luz. Esos instantes son como gemas brutas que deben ser talladas para descubrir el brillo de su esencia y hacerlo perdurar en las palabras de un poema.
Escribir poesÃa es desvelar la esencia escondida del resplandor epifánico.
Quedarnos junto a lo que acontece, sin dejar que nazca el vÃnculo de comunión y pertenencia que requiere toda revelación, es alimentar la rutina de la vida cotidiana, repetitiva y monótona.
Voz poética
lamento de la memoria
nacido en el silencio
en un anhelo por habitar
el instante intemporal
recinto que resguarda
el esplendor y el deseo
cuando el amado
pronuncia nuestro nombre
rumor de imágenes primordiales
que aguardan un nombre propio
nacida en la contemplación
acoge la fascinación del canto
el terror de la ruptura
el asombro de la caÃda
antes de oscurecer en la rutina
conviértete en ofrenda ritual plegaria
que nos una con el cielo y con la tierra
desde lo que somos.
—El ensayo es un género para el cual hay que tener una clara postura de distanciamiento, para la poesÃa es indispensable un estado de arrobamiento, un cierto trance ¿Cómo se mueve de uno hacia otro. Hay dos Luisanas? ¿Se tocan, se complementan?
—Sin meterme a dilucidar definiciones ni diferencias entre ensayo y poesÃa, me gustarÃa responder esta pregunta desde una fundamentación hacia la unidad, en este caso referida a la crÃtica y a la creación, de la que nos habla Alfonso Reyes en La experiencia literaria:
…La crÃtica y la poesÃa “Son simultáneas… Toda creación lleva infusa un arte poética, al modo que todo creador comporta consigo la creación.†Alfonso Reyes
“La paradoja del hombreâ€â€¦ ¿Es el hombre un hombre o varios hombres?… Casi siempre dos que se acompañan. Mientras uno vive, otro lo contempla vivirâ€, como dice Antonio Machado… “Converso con el hombre que siempre va conmigoâ€.
En relación al trance… el arrobamiento, yo hablarÃa más bien de un estado de paz, desprendimiento, una profunda espiritualidad.
Sobre la creación y para finalizar me gustarÃa añadir:
—La creación artÃstica tiene un sustento ético ajeno a cualquier código moral al erigirse como fundación y desvelamiento de la condición humana.
—La connotación estética de la obra de arte nace de la seducción ejercida por la vital textura de lo creado.
—La relación del creador con su obra proyecta también una ética y una estética, construidas desde la autenticidad, la pasión y la entrega al trabajo riguroso de la expresión.
—Es este su tercer poemario. ¿La obsesionan los mismos tópicos?
—SÃ, me obsesionan los mismos tópicos como piezas de un rompecabezas eterno. ComplementarÃa la respuesta con una reflexión de Albert Camus:
La obra de un hombre no es sino ese largo caminar para recuperar, pasando por los desvÃos del arte, las dos o tres imágenes sencillas y grandiosas a las que se les abrió el corazón una vez primera.â€
—Ida Gramcko a propósito de un aniversario del Taller Anagrama dijo¨La poesÃa es un acto de realización… un fenómeno colectivo†¿De qué manera proyecta usted la palabra hacia ese colectivo?
—ConcretarÃa la respuesta a tu pregunta con la siguiente frase que no es mÃa, pero me parece sabia:
Cuanto más ahonda uno en su propio corazón, más ahonda en el corazón de todos, de toda la humanidad.â€Â Kierkergaard.