Mi madre, Serrat y yo 2

Es una obra muy particular que se mueve en aguas diversas y convergentes. No admite mayores complejidades. Dos tiempos, dos mujeres, dos personalidades. Ambas se conocen bien, se saben distintas mutuamente, se cuestionan sin cesar, pero las dos participan de un mismo proceso vital. Madre e hija, desde luego, revisan sus vidas y sus relaciones afectivas desde la perspectiva de la memoria y del homenaje. Penélope, la hija, lo dice desde el principio, después de entonar Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat. Ubica al espectador en el tiempo y luego introduce una escena que sintetiza la atracción y el rechazo entre una y otra. Lucía, la madre, se desparrama prácticamente sobre el escenario con su personalidad arrolladora y creativa, sin límites. Escritora argentina de cuentos infantiles asentada en Madrid desde 1976, al inicio de la dictadura militar, adora al catalán y sus canciones y mantiene una relación distante con Fernández (así nomás), hombre conservador, entrenador de fútbol y padre de Lucía, su hija sensata, directora de un coro, en plan de separación de José Mari e insegura de su voz y de la creatura que comienza a crecer en su vientre. Entre una punta y otra de la pieza cobran cuerpo los temas del Nano para indicar la unión entre dos mujeres distintas pero inevitablemente afines. Esto es Mi madre, Serrat y yo, del dramaturgo argentino (¿o uruguayo?) Carlos de Matties, según la acertada puesta en escena de Daniel Uribe y las magníficas interpretaciones de Julie Restifo y Samantha Dagnino.

La pieza fue concebida como un duelo verbal entre estas dos mujeres en clave de comedia con ciertos toques de drama para expresar el hermoso recuerdo de una por la otra. Nunca sabemos por qué Lucía llegó a Madrid y por qué Penélope se distanció de su madre. De Matties no lo plantea. Solo coloca ambas mujeres en momentos de conflicto o de encuentro. El texto no ofrece un mayor desarrollo en el tiempo y el espacio sino un par de situaciones pensadas para ilustrar estas personalidades diferentes pero también sus vínculos, a través de las canciones de Serrat, usadas como artilugio emocional y musical. Esto es una debilidad de la obra en sí misma, pero se supera y crece gracias a la puesta de Uribe, bien pensada, compacta, sin altibajos. No he visto los montajes que se han hecho en Buenos Aires y Madrid pero tampoco me anima la intención de comparar las respectivas direcciones.

Mi madre, Serrat y yo adquiere dimensión más por las interpretaciones que por el texto en sí mismo, pues ambas actrices logran la comprensión de sus personajes de manera íntima y expresan sus ansiedades, empujes, inseguridades, emociones. Van montando sus creaciones interpretativas sobre la base de un texto que no tiene desarrollo en sí mismo. En este sentido, Julie Restifo confirma su condición de actriz con su vocalización y su gestualidad para mostrar las emociones de Lucía, su ímpetu innovador y su necesidad de vivir. Lo hace de manera precisa, no exagera el acento porteño y potencia su condición de creadora. A su lado, Samatha Dagnino ofrece una interpretación muy hermosa, íntima, desde adentro, para expresar los miedos de Penélope y su necesidad de reafirmación. La única actuación que le conocía a esta cantante contemporánea es la que hizo paraDesautorizados, film de Elia Schneider, hace unos cuatro años. En este caso destaca tanto por su capacidad histriónica como por su muy hermosa voz.

Esta obra tiene todo los ingredientes para convertirse en un éxito de taquilla gracias a las canciones de Serrat, muy bien arregladas por Guillermo Carrasco, y, sobre todo, a una relación muy femenina, bella y dramática, expuesta de manera muy particular. Dura una hora y diez minutos y no le hace falta más tiempo para atrapar al espectador. Lástima que en la ficha técnica no aparezcan los responsables de la iluminación, la escenografía y el vestuario porque son notables.

MI MADRE, SERRAT Y YO, de Carlos de Matties. Dirección: Daniel Uribe. Arreglos musicales: Guillermo Carrasco. Elenco: Julie Restifo y Samantha Dagnino. Centro Cultural BOD Corp Banca. Sala de Conciertos. Viernes y sábados a las 8:00 p.m. Domingos a las 6:00 p.m.

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