vecinos-en-la-mira-2La sexta película como director del guionista Neil LaBute tiene como protagonista principal a un policía negro que le hace la vida imposible a una joven pareja interracial que se muda a su calle de Lakeview Terrace, un vecindario en las afueras de Los Ángeles donde años atrás —en la vida real— un grupo de policías golpearon brutalmente a un muchacho llamado Rodney King y generaron un recordado escándalo de opinión pública. En esa misma urbanización el viudo Abel Turner revela su racismo al revés al crear situaciones críticas que provocarán la ira y la desesperación de Chris, su vecino blanco casado con Lisa, una bella chica negra, al tiempo que expresa un autoritarismo rígido hacia sus propios hijos. LaBute presenta un personaje central que intenta curar sus heridas emocionales irritando a los demás, incluidos los espectadores, de una manera desconcertante.

La historia de Vecinos en la mira aborda una sociopatía que comparte las raíces del racismo tradicional pero se manifiesta de forma distinta. Es un tipo de hostigamiento continuo disfrazado de “buen vecindario” que poco a poco genera una situación de violencia física. En Lakeview Terrace viven familias asiáticas, negras, latinas y blancas pero cada cual en su lugar y sin mezclas étnicas. Se manifiesta un pensamiento reaccionario y atrasado que impide que los seres humanos se amen y formen familia simplemente como seres humanos de cualquier raza o religión.

La intolerancia ante un matrimonio interracial no sólo la ejerce el atormentado policía sino también el exitoso abogado negro que es padre de Lisa, quien hubiese querido que la chica se casara con un buen muchacho moreno y no con ese rubio atlético que tanto le gusta a su hija. Tanto el policía como el abogado pertenecen a una generación de ciudadanos negros que padecieron la crueldad del racismo de los blancos y prefieren practicar el aislacionismo étnico. Pero una pareja joven y abierta como la de Chris y Lisa posee las herramientas para alterar ese esquema tan conservador. Aunque la promesa de un bebé en camino cambien sus propias vidas. En el fondo, la historia podría ser al revés: un policía blanco no acepta que a su vecindario se mude una pareja interracial. El racismo es el mismo esencialmente.

Mientras esta anécdota se desarrolla, las colinas de Los Ángeles arden de manera devastadora en un terrible verano. Las llamas cada vez se acercan más a Lakeview Terrace en una clara alusión a la amenaza de destrucción que Abel ejecuta contra Chris y Lisa. Lo interesante del caso es que esta vez la policía está del lado de Abel y no en contra de un ciudadano negro, como había ocurrido con Rodney King. Se trata del abuso del poder, no importa quién lo ejerza.

Aunque está contada como un film de suspenso, Vecinos en la mira trasciende las limitaciones comerciales del género para inquietar al espectador con sus propias dudas. LaBute no sólo provoca a sus personajes sino también al público. Les deja caer, así como si nada, la pregunta sobre la intolerancia racial, especialmente en la sociedad estadounidense, tan sensible a estos temas, y a una ciudad como Los Ángeles, donde tienen que coexistir —a veces de forma brutal— los blancos, los negros, los coreanos, los mexicanos, los judíos y toda manifestación de minorías de religión y raza.

Un personaje como Abel Turner adquiere dimensión con la magnífica actuación de Samuel L. Jackson, uno de los grandes intérpretes de su generación, especialmente en relación con el odio y el autodesprecio que lo acosan, mientras Patrick Wilson y Kerry Washington exponen los sueños, las dudas y la desesperación de Chris y Lisa. Vecinos en la mira es un típico thriller norteamericano que hace preguntas inquietantes. En Estados Unidos dividió a la crítica y también al público. Creo que —más allá de ciertos detalles no resueltos— la película de LaBute está muy bien contada y propone ciertas consideraciones éticas importantes en el mundo actual.

VECINOS EN LA MIRA («Lakeview Terrace»), EEUU, 2008. Dirección: Neil LaBute. Guión: David Loughery y Howard Korder. Fotografía: Rogier Stoffers. Montaje: Joel Plotch. Música: Jeff y Michael Dana. Elenco: Samuel L. Jackson, Patricl Wilson, Kerry Washington, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.

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