los-duenos-de-la-noche-21Miembro de una generación de cineastas norteamericanos que surgió en los noventa, James Gray —Nueva York, 1969— se consolidó en poco más de una década con sólo cuatro largometrajes. Presentó a los 25 años su celebrada y sorprendente ópera prima Cuestión de sangre («Little Odessa») en 1994 y se alzó con el León de Oro del Festival de Venecia, lo cual marcó un excelente debut. Además, obtuvo muy buena crítica. No todo el mundo logra esta hazaña y menos a esa edad. Tardó seis años en presentar en Cannes La otra cara del crimen («The Yards», 2000), con excelente acogida, a la que siguió siete años después Los dueños de la noche («We own the night») que hoy nos ocupa, estrenada el año pasado en EEUU. En la edición de Cannes de 2008 presentó Dos amantes («Two lovers») que se estrenará en el mercado estadounidense en febrero del próximo año y tal vez algún día veamos en Venezuela. Lo anterior viene a cuento porque en Los dueños de la noche tenemos oportunidad de apreciar una de las mejores historias policiales de los últimos tiempos que ofrece, además, un homenaje al cine policial clásico y a los grandes maestros contemporáneos del género como Francis Ford Coppola y Martin Scorsese. We own the night parece inicialmente un policial más pero a la media hora de proyección ya ha establecido una narración impecable y una historia tormentosa.

Para Gray —descendiente de rusos— Nueva York es mucho más que Manhattan, como lo ha reafirmado en sus dos películas anteriores. Esta vez ubica su historia a finales de los años ochenta, en Brooklyn, donde Bobby Green (el siempre magnífico Joaquín Phoenix, actor favorito de Gray) se encarga de gerenciar El Caribe, un club nocturno propiedad del ruso Marat, donde pasan muchas cosas. Bobby es hijo de Albert Grusinsky (muy bien interpretado por ese monstruo llamado Robert Duvall), jefe de la policía de Nueva York, también de origen ruso, pero usa el apellido de su madre —Green— pues ha peleado con su padre y su hermano Joseph (un irregular Mark Wahlberg), también oficial del cuerpo policial. Nadie el club sabe de ese parentesco. Mientras Bobby vive de manera irresponsable con Amada Juárez (la guapa Eva Mendes), su novia latina, Joseph persigue el tráfico de droga y tira una redada en el club de su hermano al seguir la pista de un importante narcotraficante, Vadim, sobrino de Marat. La mafia rusa lo sentencia y un encapuchado le dispara a quemarropa. Casi lo mata. Bobby, entonces, entiende que debe tomar partido en esa lucha.

Hasta aquí tenemos una historia clásica en el género, que incluye la traición, la venganza, el deber, el honor, la familia y el amor. Albert Grusinsky y Joseph son policías incorruptibles que luchan por ideales y en contra de la nueva oleada de drogas que azota a la ciudad. Constituyen la imagen de los cruzados en una guerra santa y muy urbana. En cambio Bobby es un buscavidas, que guarda lealtad hacia Marat —quien lo considera un hijo— y le importa una pamplina frita el narcotráfico y sus consecuencias. Desprecia la corrección de su padre y hermano, hasta que balean a este último. Cuando Bobby toma partido y se suma a la lucha contra los rusos narcotraficantes cambia el tono del relato y éste se convierte en una cacería implacable donde lo que menos cuenta es la defensa de la sociedad contra las drogas sino el miedo a la muerte y la venganza. El instinto básico de la supervivencia y el rencor. Emociones, puras emociones.

Los dueños de la noche es una película extremadamente oscura y plena de detalles que de forma oblicua ofrecen ciertas pistas sobre algunas ideas discutibles y en la que mora cierta ambigüedad ética en el combate contra el crimen con la época de mayor impacto criminal en la ciudad de Nueva York. Plantea ciertos dilemas morales que no se apresura en resolver. Gray se concentra en el relato y sus personajes, sin consideraciones externas. Es evidente la influencia de El padrino de Coppola y Buenos muchachos de Scorsese. pero también se aprecia cierta presencia del neorrealismo italiano en la ambientación de la historia. Estamos ante una película que no otorga concesiones al facilismo ni a los lugares comunes y que ofrece una visión más humana de las películas policiales. No se la pierdan.

LOS DUEÑOS DE LA NOCHE («We own the night») EEUU, 2007. Dirección y guión: James Gray. Producción: Marc Butan, Joaquin Phoenix, Mark Wahlberg y Nick Wechsler. Diseño de producción: Ford Wheeler. Fotografía: Joaquín Baca-Asay. Montaje: John Axelrad. Sonido: Douglas Murray. Música: Wojciech Kilar. Elenco: Joaquin Phoenix, Eva Mendes, Mark Wahlberg, Robert Dubai y Alex Veadov, entre otros. Distribución: Cinematográfica Blancica.

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