Un borrador del guión que Ilan Chester titula El Musiú, pronto en Caracas, de entrada produce franca risa. Alternando escenas actuadas sobre anécdotas de vivencia autobiográfica, voces imitadas, canciones propias y ajenas, resulta una comedia musical de tono sutilmente picaresco. Luego de la carcajada tan continua que hasta Dios se ríe, deriva en rictus mezcla de angustia, recuerdo, melancolía y esperanza, efecto natural del humorismo talentoso y fino que finalmente lleva a la cruda reflexión.

En efecto, el trato al inmigrante es referencia básica para diagnosticar a un pueblo y sus gobiernos. La tiranía gomecista lo aceptó como gente industriosa y pobre que requería trabajo y oficialmente fue un extranjero con opción a naturalizado. Se le exigió radical apoliticismo como al resto del silenciado país. Esa oleada en su mayoría de Europa y el Oriente Medio, se expandió por aquel territorio aldeano vendiendo mercadería seca y alimentos a pobladores palúdicos, descalzos y analfabetas que con afecto les puso nombres, indistintamente polaco, turco, franchute, perolero, marchante, cuotero, hasta llegar al vocablo musiú que abarcó a todo forastero.La palabra, derivada de monsieur, indicaba respeto y simpatía por aquellos caminantes bajo el duro sol en liquiliqui de dril, corbata, gorro y calzado de cuero, pioneros del comercio de crédito al detal.

El intervalo que siguió hacia la dictadura pérezjimenista y hasta fines de los cincuenta, conservó un reglamento aplicado en casi toda Latinoamérica desde comienzos de la hecatombe europea que negaba el acceso a los judíos pero de hecho, con artimañas, esta nación alojó a perseguidos y sobrevivientes de todo sitio y credo, antes durante y luego de la Segunda Guerra. Prohibida la militancia partidista a nativos y musiúes por igual, el recibido fue factor decisivo en la modernización de la capital y en el inicio de una productividad consolidada en los siguientes cuarenta años democráticos con una clase media diversificada y en progreso. Portu, gallejo, macarrón, paisa, pana, manito, ejercieron su derecho legal a la ciudadanía plena adquirida a costa de esfuerzo laboral y su libre integración política, económica y cultural. Siglo XX de autoridades y comunidad en llave para hospedar y hermanar con los parias del mundo.

Desde hace catorce años, el cubano, chino, ruso, bieloruso, iraní, esclavo y mercancía de canje para sus gobernantes autócratas, llega a esta posada en ruinas y recibe de inmediato privilegios en documentación y empleo con otras ayudas. El venezolano de origen, residente o nacionalizado, ahora es el musiú pero distinto porque víctima de tanto odio y desprecio militarmente ideologizados, se contagia, reacciona y da síntomas de un mal ajeno a su naturaleza. La xenofobia. Signos de fascismo tropical, cuidado.

Sí, es un tema urgente para la producción creadora todavía sana,como la de este Musiú de un Ilan Chester siempre tan original y puede abrir un necesario ciclo para las artes escénicas y fílmicas, testimoniales del cambio.

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