dulce-venganza.jpgA primera vista parece una película más de terror y crímenes, a la usanza de esas producciones para adolescentes que padecemos a cada rato. Pero desde sus primeras imágenes, Dulce venganza se revela como una exploración de las motivaciones más ocultas y oscuras de los seres humanos. A partir de un curiosos guión de Brian Nelson, el director debutante David Slade propone una especie de interpretación del cuento de La Caperucita Roja para elaborar una fábula sobre el cazador cazado. La imagen de una adolescente de 14 años que asume su condición de cazadora de un presunto pedófilo se convierte en una señal inquietante del mundo que vivimos. No por lo que sabemos y condenamos en la pedofilia sino por lo que no sabemos de una casi niña que de potencial víctima se convierte en real victimaria.

Dulce venganza narra una historia llena de equívocos y señales aparentes que involucra a Hayley Stark, una chica extremadamente joven y encantadora que entra en contacto, vía Internet, con Jeff Kohlver, un guapo fotógrafo de 32 años que busca emociones fuertes. A pesar de la diferencia de edad, comienza un coqueteo cibernético que conduce a una cita real, física, en un café, que a su vez conduce al apartamento de Jeff con la promesa de una sesión de fotos que, tras unos vodkas, podría convertirse en una aventura sexual. Una relación entre un adulto y una adolescente —una relación condenada por la ley— en la que el hombre debe dominar a la chica. Pero sucede todo al revés. La chica domina al hombre. Lo amarra a una silla y comienza a acosarlo como pedófilo pues ella está segura de que no es la primera vez que Jeff cita a una menor de edad. El cazador cazado.

El film de Slade va de sorpresa en sorpresa, mostrando facetas ocultas en las conductas humanas. No sólo plantea esta inversión del esquema tradicional sino que descubre nuevos vínculos emocionales entre uno y otro personajes. Dulce venganza persigue la perturbación, además, del público. Coloca la esencia de un tema discutido como la pedofilia y la pornografía juvenil en el campo de las actitudes más íntimas. De pronto, Slade no sólo está exponiendo los riesgos de la pedofilia sino también los del sadomasoquismo. Jeff y Hayley se revelan como pequeños infiernos individuales y arrastran al espectador a sus aquelarres. La Caperuicta Roja ha encontrado a su Lobo Feroz pero en vez de preguntarle por qué tiene los colmillos tan grande se apresta a mostrarle sus propios colmillos, definitivamente más peligrosos y letales.

La narración descansa sobre un guión muy bien urdido, una dirección muy cuidadosa de los detalles y, muy especialmente, sobre las actuaciones de Ellen Page, como Hayley, y Patrick Wilson, como Jeff. La mayor parte del film se fundamenta en la interacción de sus personajes y en la capacidad de desnudarse íntimamente para mostrar sus miserias. Film inquietante que ofrece mucho más de lo que promete.

DULCE VENGANZA (”Hard candy”), EEUU, 2005. Dirección: David Slade. Guión: Brian Nelson. Producción: David Higgins, Richard Hutton y Michael Caldwell. Fotografía: Jo Willems. Montaje: Art Jones. Música: Molly Nyman y Harry Escott. Elenco: Patrick Wilson, Ellen Page, Sandra Oh, Odessa Rae y Gilbert Jones. Distribución: Cines Unidos.

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