Es como una borrachera cinematográfica que apela a la locura pero también a la lucidez.

A mediados de los años noventa del siglo pasado se presentó en París el movimiento Dogma, integrado por cineastas de varios países que buscaban la ‘purificación’ del cine, con una concepción minimalista de la narración, sin música ni efectos especiales, cuyos representantes principales terminaron siendo los daneses Lars von Triers y Thomas Vinterberg. Cada uno marcó una carrera notable —aunque irregular hay que decirlo— y siguió su evolución individual.

La última película de Vinterberg, Otra ronda, ganó el Oscar de 2021 como mejor película internacional. De alguna manera relanzó su carrera a sus 52 años con una trama que devuelve la mirada a la juventud de hoy bajo la mirada de los adultos. Hay que recordar dos filmes esenciales de este director: La celebración (1998) y La caza (2012) que le consolidaron el reconocimiento mundial.

Cuatro profesores de secundaria inician un experimento educativo y sociológico inusual a partir de una borrachera azarosa. Observan cómo sus alumnos disfrutan del alcohol. Observan su felicidad y su irreponsabilidad. No los juzgan. Más bien los envidian. Sienten que esos muchachos viven el aquí y el ahora. Ellos no. Estos cuarentones —amigos y colegas— están muy aburridos y no encuentran muchas satisfacciones en sus cotidianidades ni en sus afectos. Deciden entonces asumir una dosis diaria de vodka para combatir sus inhibiciones y actuar con mayor espontaneidad. Sus vidas mejoran, ganan un sentido a sus existencias, recobran amores, pero también complican sus problemas.

Otra ronda es la adaptación de una obra de teatro del propio Vinteberg, inspirada en las teorías del psiquiatra noruego Finn Skårderud, según el cual todos nacemos con un déficit de alcohol en la sangre de 0.05%. Sin embargo, no se trata de una creación sobre el alcoholismo y sus consecuencis sino sobre la recuperación de la vida en una sociedad extremadamente conservadora con una juventud que busca el placer, la libertad… y el amor. Por algo el film comienza con una cita del filósofo danés Søren Aabye Kierkegaard: “¿Qué es la juventud? Un sueño. ¿Qué es el amor? El contenido del sueño».

El guion del también cineasta danés Tobias Lindholm y del propio Vinterberg posee la capacidad de sorprender y desconcertar al espectador pero sin perder el norte dramático. Es como una borrachera cinematográfica que apela a la locura pero también a la lucidez. Los cuatro amigos cambian, se vuelven creativos, rechazan lo rutinario, trasgreden las reglas sociales, familiares y educativas. Se ganan a sus alumnos. Ese guion conduce la trama hacia un final inesperado, que se desplaza de la comedia al drama y que resume el planteamiento medular de su historia.

Las actuaciones son fundamentales, especialmente las de los cuatro amigotes: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang y Lars Ranthe. Ellos representan las contradiciones y las ansias de sus personajes con una eficacia profesional que sorprende.

La dirección de Vinterberg mantiene algunos factores de su historia en Dogma —especialmente el uso de la cámara en mano, con la brillante fotografía de Sturla Brandth Grøvlen— pero también se permite sus licencias con la música de Janus Billeskov Jansen y el montaje de Anne Østerud y Janus Billeskov Jansen.

Otra ronda celebra la vida y la amistad, con todos sus problemas y dramas. ¿Qué más se puede decir?

OTRA RONDA (Druk), Dinamarca, 2020. Dirección: Thomas Vinterberg. Guion: Tobias Lindholm y Thomas Vinterberg. Fotografía: Sturla Brandth Grøvlen. Montaje: Anne Østerud y Janus Billeskov Jansen. Música: Janus Billeskov Jansen. Elenco: Mads Mikkelsen, Thomas Bo Larsen, Magnus Millang, Lars Ranthe.

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