Un drama sobre la culpa y el perdón

Guillermo Arriaga se mantiene fiel a su forma de entender el cine, tanto en el tipo de asuntos que ha abordado en sus anteriores guiones —la culpa, la redención, el perdón— como en la estructura narrativa compleja pero bien articulada que le es propia como escritor y que ahora confirma en su debut como director en Corazones ardientes, inexacto título en español del original The burning plain que parece deberle mucho a Rulfo. Las llamas se levantan en una llanura de Nuevo México para dar inicio a una historia que va armándose como un rompecabezas donde todas las piezas ocupan un lugar preciso. No hay cabos sueltos en esta tragedia contemporánea y el espectador se siente transportado por una película que sorprende en su resolución y deja abierta una esperanza. El cine de Arriaga es complejo como compleja es la realidad que vivimos.

El film del cineasta mexicano se presenta como una pieza de transición después de los guiones de Amores perros (2000), 21 gramos (2003), Babel (2006) y Los tres entierros de Melquíades Estrada (2005), los tres primeros dirigidos por Alejandro González Iñárritu y el cuarto por Tommy Lee Jones, hacia una definición más personal. Pero hay más: en esta oportunidad Arriaga concentra el peso de la culpa, la necesidad de redención y la búsqueda del perdón en la figura femenina a través de una historia que yuxtapone tiempos y situaciones dramáticas en un bien urdido juego de desconciertos y reafirmaciones. El guionista y realizador retoma el clima dramático que desarrolló especialmente en 21 gramos, esta vez a través de tres mujeres que se asoman al abismo: una para olvidar un pasado trágico, otra para encontrarse a sí misma como amante y la tercera para enfrentar las preguntas originadas en la ausencia materna.

Corazones ardientes se construye en tres espacios y tres momentos. En Portland se halla Sylvia, gerente de un restaurante de alta gama, una mujer bella, muy profesional pero también promiscua que esconde un borrascoso pasado que no se olvida y que regresa inexorable con la visita inesperada de un mexicano. Al otro lado de la frontera, en México, una chica huérfana de madre, María, vive feliz con su padre hasta que un accidente aéreo lo cambia todo. En la ciudad de Las Cruces, en la frontera de Nuevo México, dos adolescentes, Mariana y Santiago, luchan por sacar adelante su amor después de la repentina muerte de sus padres, para vergüenza y estupor de sus propias familias. Las tres historias se van articulando poco a poco, proponiendo resoluciones que a primera vista parecen predecibles pero que en un momento dado ofrecen un giro inesperado.

La primera gran virtud de The burning plain reside en la coherencia de su guión, verdadera plataforma dramática que mantiene bajo control las corrientes de su historia. La segunda virtud se encuentra en la sobria puesta en escena del propio Arriaga, precisa y ambigua a la vez, que transcurre en distintos ámbitos aparentemente desconectados pero unidos por las falencias de sus personajes. Una mujer busca vivir un amor apasionado que trascienda la rutina familiar. Otra se descubre culpable de una desgracia y decide huir de sus responsabilidades. Y una tercera simplemente abre los ojos y se formula preguntas sobre su madre. Guión y puesta en escena se edifican bajo el ojo del escritor y realizador.

El tercer factor se ubica en un cuadro interpretativo de primera línea, donde descuella una Charlize Theron que asume el personaje de Sylvia de una manera íntima, como vertiente principal del film. Jennifer Lawrence sorprende por la forma como construye su personaje juvenil. Kim Basinger protagoniza eficazmente a Gina, la segunda vertiente femenina que da origen a la historia. Y Tessa La provee de ingenuidad a la niña María. Detrás de ellas se apuntalan las actuaciones de Joaquim de Almeida, J.D. Pardo y José María Yazpik, como los personajes masculinos que se hallan tras la presencia femenina.

Corazones ardientes marca la nueva senda en la filmografía de Arriaga, tras la muy comentada ruptura creativa con González Iñárritu. Lo curioso es que en este film se siente la presencia de sus trabajos previos, particularmente de 21 gramos, con la que comparte cierto sentido trágico que parece irreversible. Podemos deducir un estilo propio, particular, definido. Con el respaldo de una buena producción, con la fotografía adecuada, el montaje preciso y la música pertinente, la película habla de la necesidad de redención desde una perspectiva femenina, aunque sus consecuencias afecten a todos los personajes.

CORAZONES ARDIENTES («The burning plain»), Estados Unidos y Argentina, 2008. Dirección y guión: Guillermo Arriaga. Producción: Walter Parkes y Laurie MacDonald. Fotografía: Robert Elswit y John Toll. Montaje: Craig Wood. Música: Hans Zimmer y Omar Rodriguez-Lopez. Elenco: Charlize Theron, Kim Basinger, Jennifer Lawrence, Joaquim de Almeida, Tessa la, José María Yazpik, Diego J. Torres, Danny Pino, J.D. Pardo, John Corbett. Distribución: Gran Cine.

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