«Una cita mañanera», de Rodrigo Márquez. Londres.

Diseñado por Claudia Leal, Rabipelao Ediciones (Madrid, 2020) ha publicado Aislamiento. Seis ensayos fotográficos, que reúne conjuntos fotográficos de Alex López, Claudia Leal, Héctor Cavallaro, Reinaldo Odreman, Rodrigo Márquez y Romina Hendlin. A continuación, Rodrigo Márquez habla del libro.

¿Cuáles son las principales dificultades en el ámbito conceptual y creativo a las que debe enfrentarse un fotógrafo ante la pandemia?

El principal reto de los fotógrafos es decidir qué queremos decir con nuestras imágenes y, así, armar un discurso visual. Escoger cuál foto va antes y cuál después. Me atrevo a decir que la pandemia y el confinamiento ayudaron a nuestro proceso creativo. A veces las restricciones estimulan la creatividad. Si solo puedo ir al parque y alrededor de la manzana, pues entonces las imágenes tendrán que provenir de allí. En lo personal, desarrollar Aislamiento fue una fuente de motivación en el día a día. Las primeras semanas fueron duras. Reencontrarnos con la fotografía fue de gran ayuda para nuestra salud mental.

«Ciudad fantasma», de Claudia Leal. Madrid.

En Aislamiento confluyen seis ensayos fotográficos. ¿Hay conceptos o búsquedas comunes? ¿Qué une a estos seis artistas?

Creo que es importante destacar que aunque los seis estudiamos fotografía juntos, solo Romina Hendlin se dedica a ello a tiempo completo. Todos los demás tenemos otros trabajos. Nuestra relación con la fotografía es muy distinta. Yo, por ejemplo, trabajo como productor, lo que resultó muy conveniente para manejar el ritmo de las distintas etapas de trabajo. Algo interesante que nos une es que nuestros ensayos fueron definidos por la experiencia en el confinamiento de cada uno. Cada país, y en algunos casos cada ciudad tenía restricciones distintas. En Madrid, por ejemplo, fueron muy duras esas primeras semanas, en cambio en Londres no tanto.

«Présence», de Héctor Cavallaro. París.

¿La elaboración de los ensayos ocurrió de forma aislada o hubo intercambios entre ustedes cuando las realizaban?

El primer contacto, documentado con más detalle en el ensayo publicado en el libro por Héctor Cavallaro, lo hizo Reinaldo Odreman durante la primera semana de mayo.

A partir de allí, y durante los siguientes ocho meses, tuvimos reuniones por Zoom semanales o quincenales. La primera tarea fue revisar nuestros teléfonos móviles. ¿Cuáles fotos tomó cada uno durante las primeras semanas de confinamiento? A partir de ese viernes, cada uno fue armando su serie con absoluta autonomía. Cada semana presentábamos y criticábamos nuestras imágenes y las de los demás. Nos tomó poco tiempo darnos cuenta de que teníamos algo especial entre las manos. Y un libro era la mejor manera de mostrárselo al mundo.

«Lost in traslation», de Álex López. Lima.

¿Cómo se produce esta confluencia? ¿Pertenecen a la misma generación? ¿Fue determinante el hecho de que todos viven fuera de Venezuela?

Sí, somos una generación de la diáspora de caraqueños en el exterior. Y estudiamos en la escuela de Roberto Mata (RMTF) entre 2009 y 2012.

«Un respiro de luz», de Romina Hendlin. Nueva York.

Además, varios de nosotros participamos en Un trato: El Retrato, una exposición colectiva de retratos en 2010, curada por Ricardo Peña. En retrospectiva nos dimos cuenta de que esto último nos demostró que sí se podía lograr hacer algo en equipo. El reto agregado de Aislamiento fue hacerlo sin un curador externo.

La gran mayoría de mis amigos se ha ido del país. Lo que nos unió en principio fue la diversidad de nuestro entorno —sí, queríamos tener distintas visiones desde el punto de vista geográfico del confinamiento— y la amistad que existe entre nosotros.

¿Se han planteado darle una forma más orgánica al encuentro, constituir un grupo, realizar nuevos proyectos?

Durante el primer confinamiento era muy fácil reunirnos. Todos estábamos disponibles, siempre.

La precaria vuelta la normalidad ha dificultado la frecuencia de los encuentros.

«Mi guarida», de Reinaldo Odreman. Ciudad de México.

Tanto a mí como al resto del grupo nos encantaría proyectar el trabajo fotográfico de la diáspora, y sobre todo conectarnos con otros artistas. Creo que hay mucho talento venezolano afuera haciendo cosas muy interesantes. Tenemos la oportunidad de poner a Venezuela en el mapa artístico.

Seis búsquedas: hablan los autores

Alex López. Lima

Me valí de la cálida luz de verano limeño para fotografiar a mi pareja y los confines de mi apartamento.

Con mis imágenes busco encontrar símbolos que reflejen mi sentimiento de vida a medio desarmar.

Claudia Leal. Madrid

En mi desconcierto ante una Madrid sucia y abandonada, fotografié paisajes buscando la geometría y el color, que reflejaran lo surreal y lo ambiguo del momento que estábamos viviendo los madrileños.

Héctor Cavallaro. París

Mis imágenes consisten en capturas de ciertas presencias humanas que se suceden de manera intermitente junto a objetos que aparecen como “no presencias”. Entre luces y sombras, verdes periféricos y cemento citadino, muestro estas presencias bajo el filtro de la soledad y el aislamiento.

Reinaldo Odreman. Ciudad de México.

Mi trabajo tiene una búsqueda estética de la naturaleza en el espacio interior, además de la mezcla de todos los elementos que me acompañaron en ‘mi guarida’ durante la cuarentena.

Rodrigo Márquez. Londres

Sin trabajo y encerrado, mi vida se convirtió en una serie de repeticiones. Mi trabajo busca celebrar los pequeños momentos de felicidad dentro de mi rutina durante el aislamiento.

Romina Hendlin. Nueva York

Busqué representar el aislamiento y su sensación durante la cuarentena a partir del juego de luz y sombra inherente a la fotografía. El resultado transciende esa percepción inicial y se transforma en una conversación entre el espacio, el cuerpo y la luz.

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