Cuando Rafael Briceño y José Ignacio Cabrujas, en 1971, interpretaron por primera vez La revolución de Isaac Chocrón, bajo la dirección de Román Chalbaud, la temporada duró apenas una semana. Desde el público llovÃÂan objetos ofensivos. A ciertos espectadores no les gustaba que se representara una obra donde dos homosexuales â€â€Gabriel y Eloy viven el drama patético de reconocerse y asumirse después de muchos años de mentiras. La homofobia no podÃÂa aceptar que el teatro venezolano abordara un tema “prohibido†para la moralidad de la época, bajo el primer gobierno copeyano. Era la misma época en la que se prohibió también El último tango en ParÃÂs.
Pero ocho meses después, Chocrón, Chalbaud. Cabrujas y Briceño decidieron volverla a montar y â€â€oh, sorpresa fue todo un éxito durante una larguÃÂsima temporada. A finales de los ochenta o principios de los noventa, no recuerdo bien, Armando Gotta dirigió un segundo montaje de La revolución, con Gustavo RodrÃÂguez y Mariano ÃÂlvarez como Gabriel y Eloy, que repitió el éxito original. Y desde el sábado 31 de marzo, Héctor Manrique y Basilio ÃÂlvares dirige e interpretan una pieza â€â€tras 36 años promete convertirse en un nuevo éxito de público.
¿En qué se diferencia este montaje al de Chalbaud y al de Gotta? La verdad: no lo sé. Mi memoria no da para tanto. Más allá del trabajo de escenografÃÂa, vestuario e iluminación, creo que La revolución montada por ÃÂlvarez y Manrique es una recreación que ambos han realizado con el trabajo de sÃÂntesis dramatúrgica de Ugo Ulivi que fue aceptado por Chocrón. Lo importante es que la esencia de la pieza se mantiene. Dos homosexuales desolados â€â€como muchas parejas heterosexuales se miran uno al otro y a sàmismos tratando de encontrar la salida a una crisis insondable. La excusa es una nueva representación del espectáculo que ejecutan con cada vez menos éxito. Vida y escena, realidad y espectáculo, se confunden ante los ojos de nosotros, los espectadores, pero aun más a los ojos de Gabriel y Eloy. El primero quiere su “revoluciónâ€Â, es decir, su rebelión, su transformación, su nueva vida y la utopÃÂa de la felicidad. El segundo prefiere preserva el orden donde vive, no cambiar nada, seguir asàhasta la muerte, es decir, hasta que acabe el espectáculo.
En este montaje, el segundo acto â€â€más poderoso que el primero, que presenta a los personajes y sus conflictos de una manera si se quiere amable, que estimula las risas del público, que seduce de forma ligera posee una fuerza demoledora que va más allá del texto y se fundamenta en la puesta visual â€â€la iluminación, el vestuario, la coreografÃÂa, el maquillaje y en la cumbre de las actuaciones de ÃÂlvarez y Manrique. La escena del strip tease de Gabriel es memorable, asàcomo el momento final en el que Eloy nos anuncia, que el espectáculo ha terminado.
Manrique y ÃÂlvarez han logrado recrear la pieza de Chocrón de una manera muy emotiva y muy pegada a la afectividad de ellos y de nosotros, el público, con Gabriel y Eloy. La revolución no acusa desgaste, aunque la sociedad venezolana haya cambiado. La revolución siempre es interior antes de convertirse en orden social y polÃÂtico, algo que no se ha comprendido hoy en dÃÂa. Gabriel necesita su revolución y a pesar de referirse a la “revolución de allá afuera†no deja de sentir que ya no puede ser el protagonista de su revolución interna. Y eso lo sabe Eloy, el conservador, el timorato, que sólo pretende que las cosas cambien para que todo siga igual.
LA REVOLUCIÓN, de Isaac Chocrón. CompañÃÂa: Grupo Actoral 80. Dirección: Basilio ÃÂlvarez y Héctor Manrique. Elenco: Basilio ÃÂlvarez y Héctor Manrique. Producción general: Carolina Rincón. SÃÂntesis dramatúrgica: Ugo Ulivi. Iluminación: José Jiménez. EscenografÃÂa: Carlos Agell. Vestuario: Eva Yvanyi. CoreografÃÂa: Alfredo Pereira. Maquillaje: José Luis Piñero. Sala: Pent House del Centro Cultural Corp Banca.