Un narciso apolíneo no puede adorar ni soportar la destrucción y la descomposición de la belleza del cuerpo humano frente a sus ojos.

ESPECIAL PARA IDEAS DE BABEL. Tras el crimen sistemático que acontece en Venezuela hay un poeta de la revolución bolivariana que vela para que el crimen acontezca impune como la expresión de la llamada justicia revolucionaria, un poeta que no se dedica a escribir poesía, porque prefirió  cultivar, delinear y maquillar su cuerpo desde un gimnasio exclusivo en el que no pueden ingresar aquellos torturados opositores que desprecia en los estertores de su última agonía.

Un narciso apolíneo no puede adorar ni soportar la destrucción y la descomposición de la belleza del cuerpo humano frente a sus ojos. Es un pudor que lo perturba, que le produce una vomitiba remoción, por muy exquisita que llegue a ser la cirugía del mal, porque sabe que allí también puede estar el hedor de su destino. Es la paradoja de su impudicia que no puede calcular ni controlar su fatídico fin. Probable que desde el silencio cómplice que posibilita el crimen de la revolución, este poeta se vea tentado a escribir poemas a los cuerpos de esos asesinos que lanzaron a Fernando Albán desde un décimo piso, que crucificaron a Oscar Pérez con un disparo en el centro de la frente, que violaron y desfiguraron la hermosura adolescente. Ayer fueron la cabeza de jóvenes manifestantes que los francotiradores del G2 cubano hicieron estallar; hoy, los 19 cuerpos ahogados de unos venezolanos que escapaban del campo de exterminio de la revolución bolivariana, porque no hallaban qué comer, pero tampoco cómo encontrar consuelo en el amor que había comenzado a escasear.

Este poeta de la revolución bolivariana, que se ha convertido en una figura emblemática y siniestra del poder totalitario de las nuevas dictaduras del trópico, es el Fiscal General de esa República degradada, y que  ocupa hoy ese cargo usufructuado con trampas y amañadas leyes, recurre al silencio sombrío para escribir los mejores poemas del horror en el Spa de su confort. Pero para mí, como escritor, no voy a silenciar ni hacerme cómplice de tus crímenes: te llamas Tarek William Saab.

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@edilio_p

 

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