15 de diciembre de 1999. A pesar de las alertas que se habían realizado, Chávez decidió no suspender el referéndum que aprobaría la Constitución.

Vayan a votar sin problemas pues hemos dominado el virus y asegúrense de ir si quieren seguir comiendo, es la promesa del régimen. Es que para ellos la vida —la de los otros— no vale ‘medio’, como se decía antes.

Cuando parecía que con el informe de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en el país sería más que suficiente para que hubiera un poco de contrición. El régimen de Maduro, al igual que en 1999, llama a los venezolanos a votar en medio de una de las peores catástrofes que han cruzado la patria, quizás desde el paso de José Tomás Boves por Caracas, Valencia y otras poblaciones. Ya no es al grito de ‘Mueran los blancos y todos los que sepan leer y escribir’ —aunque algo de eso hay— sino al de ‘a recuperar la Asamblea Nacional’. Como si ella tuviera alguna función más que seguir los dictámenes del ‘tirano gozón’, que a lo Nerón baila mientras extermina al país y derrumba hasta sus bases, sin construir nada que valga la pena.

En 1999  fue el deslave de Vargas donde se calcula que 10% de la población desapareció en este masivo alud de barro, que además se llevó  pueblos enteros y desvastó la infraestructura vial,  así como clubes, hoteles y urbanizaciones de clase media. Lo de Vargas está en los récords del Libro Guinness.

En esa época era el mismo Chávez quien llamó a las urnas pues quería aprobar una nueva Constitución que le daba mucho poder; pero no suficiente pues al final trató de cambiarla, pero al llevarla a consulta popular fue derrotado. Había estado lloviendo mucho desde el 5 de diciembre y a pesar de las alertas que se habían realizado, Chávez decidió no suspender el referéndum que aprobaría la Constitución. Los reporteros le preguntaron que si no sería mejor suspender las elecciones y él contestó con esa frase atribuida a Bolívar: “Si la naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca”. Y la naturaleza no obedeció y se llevó de este mundo a decenas de miles de personas. El 15 de diciembre ha sido recordado como ‘el día que la montaña llegó hasta el mar’. Al final, entre los que se abstuvieron y los que votaron en contra, la Constitución se aprobó con menos del 50 % de los votos que debieron emitirse. Una constitución manchada de sangre.

Ahora la historia se repite. Frente a una pandemia que está matando a los venezolanos por miles, el ‘tirano gozón’ llama a los venezolanos a votar. La excusa es que la pandemia está controlada y que no hay peligro de nada. El famoso 7×7, es decir 7 días de cuarentena y siete días de libertad se transforman en un mes sin cuarentena.

¿Cuánta gente que tendrá que ir a votar morirá para Navidad por haberse contaminado?

Y todos tienen que ir a votar pues como dijo Diosdado Cabello “El que no vota, no come”. Esta es la mayor humillación a la que puede someterse un pueblo. Esclavitud mayor que lo que llamábamos ‘un bozal de arepa’, es decir, cállate para que sigas comiendo, ahora es un bozal de CLAP, las cajas de comida que reparte el régimen. Y con ese bozal tiene controlado al pueblo políticamente. La comida como arma política. A lo que han llegado estos desalmados.

¿Cuánta gente que tendrá que ir a votar morirá para Navidad por haberse contaminado? Eso le tiene sin cuidado a Maduro, a Diosdado y a todo el pranato que nos oprime. ¡Que Dios nos agarre confesados!

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