Algunos de los judíos que sobrevivieron a la cámara de gas gracias a Rezsö Kasztner.

En el reciente Festival de Cine Judío de Caracas descolló uno de los documentales más interesantes y reveladores que he visto en los últimos años. El asesinato de Kasztner no sólo es una película de investigación rigurosa y profunda sino un film que se plantea intervenir de forma directa en la realidad que trabaja, como una personal e íntima actitud de su realizadora Gaylen Ross. El cine foro que se realizó durante el festival abrió la discusión sobre la intolerancia, el fanatismo y el perdón. Y puso de relieve una historia de salvación de sus pares devenida en colaboración con los nazis durante la ocupación de Hungría. Un film para buscar en Amazon u otra fuente de acceso a una obra fuera de serie.  Ya le explico por qué.

Rezsö Kasztner fue un abogado y periodista judío que en la Hungría de 1944 negoció con Adolf Eichman la salvación de miles de judíos de las cámaras de gas, que pudieron escapar a Suiza en un tren. Después de la guerra, ya asentado en Israel y miembro del gobierno de David Ben Gurion, su hazaña se convierte en un acto de traición. En 1950 Kasztner fue acusado de colaborador y tuvo que librar una batalla que le condenó como “el hombre que vendió su alma al diablo”. Extremistas judíos lo asesinaron en 1957 en Tel Aviv. Pasó medio siglo antes de que este hombre fuese reivindicado en la justicia israelí y el documental de Ross registró todo ese proceso. Pero además —he aquí lo extraordinario— la realizadora norteamericana entrevistó al asesino, ya cumplida su condena, lo hizo reconstruir el caso ante las cámaras como un testimonio de primera mano y propició su entrevista con la hija de su víctima, quien había buscado durante décadas lavar el honor de su padre. Los puso cara a cara en una de las escenas más intensas y conmovedoras del cine de hoy.

La señora Ross es una documentalista estadounidense que ha trabajado también como productora, montadora, directora de fotografía y hasta actriz. En Killing Kasztner: the jew who dealt with nazis aborda puntos de vista muy diferentes sobre este caso, hasta conformar un amplio abanico de visiones sobre el mismo tema. Tardó siete años en preparar su trabajo —estrenado en Nueva York en 2008— sobre la base de una muy aguda entrevista a Ze’ev Eckstein, el hombre que fue condenado por su muerte, la presencia constante de Zsuzsi Kastner, hija del abogado asesinado, y la consulta de tantos israelíes que hasta hace muy poco desconocían ese nombre oculto por la vergüenza de la historia. En dos horas reconstruye este caso con gran atención a los detalles religiosos, políticos y psicológicos, alrededor de un hecho que se resuelve ante la justicia y ante los ojos de los hombres.

El asesinato de Kasztner pone de relieve cómo el Estado de Israel ha asumido las terribles consecuencias del Holocausto y cómo la justicia de ese país ha debido tratar con casos que van más allá de lo jurídico y se insertan en una patología terrible. La hija del abogado, siendo una niña que no comprendía lo que pasaba, fue tratada como la heredera de una traición. Muchas víctimas de la Shoa reprodujeron las conductas de los victimarios, es decir, los nazis. El fanatismo es un condición de locura en cualquiera de los campos donde se ejerza: el religioso, el político, el moral.

Uno sale del cine con la conciencia de haber visto un film que no sólo funciona como testigo de un caso histórico sino como elemento fundamental del cambio de apreciación pública que se operó sobre la muerte de un hombre que parece un personaje de una historia de ficción. Pero la historia es real. Terriblemente real.

EL ASESINATO DE KASZTNER (Killing Kasztner: The Jew Who Dealt with Nazis), EE. UU., 2008. Dirección: Gaylen Ross. Guión: Andy Cohen y Gaylen Ross. Producción: Andy Cohen, Anne Feinsilber, Gaylen Ross, Gus Samios, Noam Shalev. Producción ejecutiva: Tony Tabatznik. Fotografía: Meni Elias, Boaz Eshtai, Roni Calderon, Yoav Kosh, Robert Richman. Montaje: Andrew Ford, Gaylen Ross, Laure Sullivan. Música: Blake Leyh. Presentado en el Festival Internacional de Cine Judío de Caracas 2010.

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