La elección del presidente parecería que no generará cambios en la política de sanciones en el caso venezolano, pues así lo han afirmado los aspirantes del Partido Demócrata.

Un cambio en la política internacional de EEUU, producto de las elecciones presidenciales del 3 de noviembre, y el resultado, ya cantado, de la elección de una nueva Asamblea Nacional, que en principio no sería reconocida por más de 50 países, pueden cambiar la dirección y el ritmo de la restitución de la democracia en Venezuela.

El 6 de diciembre y el 3 de noviembre son fechas electorales que marcarán el rumbo del país. La primera, aquella que se realiza el primer martes después del primer domingo de noviembre por más de 200 años, en EEUU se elegirá al presidente norteamericano. La segunda, impuesta por el régimen venezolano, debería —cumpliendo con lo establecido en la Constitución— elegir una nueva Asamblea Nacional (AN). Son elecciones que están bajo la lupa del mundo y serán muy relevantes para nuestro futuro.

El contexto

Comencemos recordando lo que hemos subrayado como clave en la aproximación al tema Venezuela: el país es epicentro de una lucha global entre potencias o imperios y sus aliados. Por un lado estarían Estados Unidos y Europa —aunque está aún dubitativa— y por el otro Rusia y China y sus aliados Cuba, Irán, Turquía, entre otros. Es la lucha entre los países con repúblicas democráticas y economías de libre mercado y los de gobiernos autoritarios y economías estatizadas. Pero también como dijimos es fundamentalmente una lucha entre potencias o imperios, que recrea la Guerra Fría, ahora sin su contenido ideológico de comunismo vs capitalismo y sin la amenaza nuclear… por ahora.

Las elecciones en EEUU

La elección del presidente parecería que no generará cambios en la política de sanciones en el caso venezolano, pues así lo han afirmado los aspirantes del Partido Demócrata. Lo que sí cambiarían es su política hacia Cuba, Irán e incluso China. Volverían como han dicho a la política de Obama de optar por la de Soft Power vs. la de Hard Power, que evidentemente ha impulsado la administración Trump. De ser así, la presión sobre la Cuba castrista se reduciría y por ende uno de los pilares donde se apoya el pranato madurista se fortalecería y lo mismo puede ser dicho sobre Irán. La aproximación ‘cosmopolita’ a las relaciones internacionales, que promueve el Soft Power, sería un cambio clave en la política internacional que viene impulsando la administración Trump frente a China, Irán e incluso frente a los organismos de Naciones Unidas como la Organización Mundial de la Salud e incluso frente al Consejo de Seguridad. Claro que es un asunto de perspectivas, algunos argumentarán que es mejor convencer que vencer. Si se diera una victoria demócrata con Biden, quien fue el vicepresidente de Obama, sin duda, cambiaría la política internacional de EEUU.

Las parlamentarias

A casi un mes de diferencia están programadas las elecciones de la Asamblea Nacional de Venezuela. Unas elecciones que han sido criticadas justamente por Estados Unidos, Europa y Latinoamérica y aceptadas por Rusia y China y sus aliados Cuba, Irán, Turquía, entre otros. ‘Casualmente’ estos gobiernos celebrarían la salida de Trump de la Casa Blanca. Las posiciones tienen matices aunque todas coinciden en que estas elecciones, de darse, no alcanzan los estándares internacionales para que puedan ser aceptadas como elecciones libres y justas. Por ejemplo, la reciente declaración de 28 países miembros del Grupo de Lima, del Grupo de Contacto, de la Unión Europea (UE) y EEUU presenta una posición muy clara sobre el camino a seguir, al solicitar que se “…establezca un gobierno de transición que resulte aceptable para un amplio espectro de sectores y que organice, a la mayor brevedad posible, elecciones presidenciales libres y justas”.

La Unión Europea

Declaración muy alineada con la propuesta del gobierno interino y recogida en la propuesta de Washington; la cual también acepta la UE ya que previamente había declarado que ella “acoge con beneplácito al marco de una transición democrática en Venezuela propuesta por Estados Unidos”.

Algunos dirán, “pero solo firmaron 28”. A esto hay que contestar que muchos miembros de la UE optaron por guardarse para una mediación tras bastidores —a fin quizás de negociar las condiciones de esa elección, aunque hay que recalcar que los 27 miembros de la Unión, por boca de su canciller, Josep Borrell, ya dejaron claro que no reconocerían las elecciones parlamentarias así planteadas, pues “no se reúnen las condiciones para un proceso electoral transparente, inclusivo, libre y equitativo”.

Aquí el tema es ¿qué pasará si Maduro sigue en su empeño con las elecciones? Sin duda, la cúpula del pranato debe estar jugando a que la elección de una nueva Asamblea Nacional, le quitará de encima el gobierno interino de Guaidó, al ‘elegirse’ una nueva directiva de la AN, que ellos dominarán a partir de 2021.

Luego de las elecciones

Hay que preguntarse cuál sería el efecto sobre el gobierno interino y sobre el régimen madurista de un cambio en la política de EEUU y la presencia de otra AN? Sin duda, el nivel de legitimidad internacional del régimen madurista inicialmente se debilitaría aún más, aunque ellos blandirán la elección de una nueva AN como un triunfo y un acicate para su aceptación mundial a largo y mediano plazo —ya pocos gobiernos critican el sistema electoral en Cuba. Por esto, al día siguiente de esta farsa electoral, la comunidad internacional debería seguir promoviendo, aún más fuertemente, las sanciones y amenazas creíbles, que hagan pagar un precio muy alto al régimen por este dislate y promuevan la ruptura del bloque en el poder. Pero se debe ir más allá de acciones contra el régimen de Maduro y enfocarse contra los gobiernos que lo apoyan, como Cuba, Irán, China y Rusia, pues estos además están jugando al debilitamiento de Estados Unidos y sus aliados, y es allí donde reside la fuerza internacional de la Venezuela democrática.

El liderazgo internacional

Una posición blandengue internacional, en especial de EEUU y de la UE —que en momentos flaquea— debilitará al gobierno interino, que sin duda deberá extenderse más allá del 6D, hasta la Constitución de un gobierno de transición. Y, en consecuencia, apuntalaría aún más al pranato, que no tendría tanta presión internacional a la cual contestaría con las usuales largas e improductivas mesas de negociación.

Por lo anterior —de darse las elecciones de la AN como están previstas— es necesario que exista un fuerte liderazgo internacional, que no sólo mantenga sino que aumente la coalición de 60 países que apoyan el gobierno interino y que además sin dubitaciones procure un aumento de la presión sobre el pranato madurista.

Esto es lo que está en juego. Por esto, reconociendo que el liderazgo internacional en este momento está en manos de Estados Unidos, y que esta contienda está enmarcada en la confrontación entre las diversas potencias globales y sus aliados por el control geopolítico global, así como que Venezuela es uno de sus epicentros, un cambio en la política internacional norteamericana afectará significativamente el futuro de Venezuela.

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