Nada es lo que parece, salvo que Arturo y Renzo son grandes amigos, aunque algunas veces lo dudemos.

La ácida e inteligente comedia argentina Mi obra maestra, dirigida por Gastón Duprat (el mismo de El ciudadano ilustre), es la elegida para nuestro próximo Cine Encuentro virtual en Trasnocho Cultural el próximo sábado 8 de agosto a las 11:30 am. Pueden verla en Netflix y luego compren la entrada al foro en www.trasnochocultural.com. Estaremos Gabriel Guevara Jurado, galerista, profesor y experto en el mercado del arte, Edgar Rocca, realizador y crítico, y Alfonso Molina, crítico y editor de Ideas de Babel. La moderación será de Trino Márquez, sociólogo y editor de Ideas de Babel.

Más allá de un humor ácido y de unas actuaciones memorables. Mi obra maestra se revela como una película más compleja de lo que aparenta. Su trama tiene varias vertientes que se van entrelazando con precisión: el mundillo del mercado del arte en una ciudad como Buenos Aires, la amistad de dos hombres maduros vinculados a ese mundillo desde perspectivas diferentes, la bofetada de la vejez de ambos, la amenaza de la muerte en uno, las penurias económicas del otro, la crisis de la ética generalizada, las ausencias afectivas hombre-mujer y alguna otra corriente que se me escapa en este momento. Todos estos hilos se van estructurando en el film de Gastón Duprat, con la ayuda muy valiosa del guión de su hermano Andrés Duprat y la producción de Mariano Cohn, los tres nombres fundamentales de la celebrada El ciudadano ilustre.

Arturo es el dueño de una galería de arte que intenta sobrevivir en un mercado deprimido y Renzo es un pintor rebelde y caprichoso cuyas pinturas vivieron mejores épocas. Ambos tienen décadas de amistad a pesar de que no coinciden en casi nada. Dos personajes medulares interpretados magistralmente por Guillermo Francella y Luis Brandoni, dos consagrados de la escena argentina. Entre ambos surgen diálogos mordaces, críticos, agudos y ciertos giros dramáticos que cambian la orientación inicial de la película. Al principio Arturo dice en off al público que es un asesino y «les voy a explicar por qué» (como aquel personaje Juan Pablo Castel, un pintor, de El túnel de Ernesto Sábato) y comienza el relato central.

Se trata de un flashback que tiene más de back que de flash porque es muy largo. a parti de esa premisa («soy un asesino») Duprat va recorriendo los caminos del absurdo, la manipulación, el ridículo y también de la estafa para burlarse de determinadas normativas sociales. Y juega con la idea de la muerte, la clandestinidad, la mentira. Nada es lo que parece, salvo que Arturo y Renzo son grandes amigos, aunque algunas veces lo dudemos. Ellos representan la racionalidad y la demencia, respectivamente. El pintor es auto-destructivo, se sabotea a sí mismo. El galerista es más frío y apunta a la ganancia. Entre uno y otro personajes se cuelan otros, de menor nivel pero de importancia para cuadrar este conflicto ético que se plantea. Porque lo que subyace es un conflicto ético ante el arte, el mercado, la amistad, la conciencia de la vejez y la proximidad de la muerte. Pero sobre todo la película convoca la ternura y la complicidad.

La llegada de Alex, un español que dice ser un admirador incondicional de Renzo, este gran maestro incomprendido por las nuevas generaciones y la aparición en escena de otra experta en el negocio empezarán a modificar la situación. Al punto que uno y otra son factores importantes para la evolución de la historia hacia situaciones extremas. Allí comienza lo mejor de la historia. Un juego entre la estafa y la ética. ¿Qué es lo real y qué es la mentira?  ¿Quién puede representar la mentira impunemente?

Un detalle importante: Andrés Duprat, guionista de la película, es el actual director del Museo de Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. Conoce el asunto.

Mi obra maestra es un film bien estructurado como historia, con una dirección atenta a los detalles y unas actuaciones estupendas. Logra seducir al espectador al permitirle descubrir nuevas significaciones. En cada secuencia va ofreciendo nuevas claves que cambien el rumbo de la trama. Ya lo dije: es un film más complejo de lo que aparenta.

Cine de la farsa, de lo obvio escondido tras el disfraz de lo complejo. Todo apunta a comprender a unos personajes perdidos, que buscan su futuro y que, al final, no le hacen daño a nadie. Eso ya es algo.

MI OBRA MAESTRA, Argentina-España, 2019. Dirección: Gastón Duprat. Producción: Mariano Cohn. Guion. Andrés Duprat. Fotografía Rodrigo Pulpeiro. Nontaje: Anabela Lattanzio. Música. Alejandro Kauderer, Emilio Kauderer. Elenco: Guillermo Francella, Luis Brandoni, Raúl Arévalo, Andrea Frigerio, María Soldi, Alejandro Paker, Pablo Ribba.

 

 

About The Author

Deja una respuesta