Truman Capote y la novela que lo lanzó a la fama.

Truman Capote (1924-1984) alcanza extraordinaria notoriedad con la novela A sangre fría (1965). Terrorífico relatoUn hecho ocurrido en la realidad. El lector siente en sus carnes la lenta invasión que poco a poco hace presa de todo su cuerpo. Ese escalofrío que lo recorre y que lo va congelando hasta dejarlo petrificado. ¡Un brutal asesinato!

El sin sentido y el azar determinando los eventos. Un asesinato en serie. Toda una familia. Muy querida. De un pueblo de EEUU. El matrimonio y sus dos hijos adolescentes, muertos todos. Familia muy religiosa. Próspera. Modelo de conducta en su comunidad. Digna representación del sueño americano. El padre, asesinado en su biblioteca. Fue el primero en morir. Su esposa y sus hijos oyeron el disparo y cada uno, en sus habitaciones, debieron esperar su turno. Nancy la madre, asesinada a continuación. Los hijos oyeron el disparo. Su esposo la esperaba ya en el paraíso… Y así fueron conociendo su posición en la inevitable secuencia mortal.

Capote en pleno apogeo de su carrera.

Unos rumores falsos dispersados en una prisión lejana en la que estaban confinados los futuros asesinos en serie, focalizaron la atención en la familia. Una vez recibida la medida de casa por cárcel, otro azaroso encadenamiento de eventos, cada uno con menos relevancia que el otro, convirtieron en asesinos en serie a dos estafadores de la menor valía. ¡Inimaginable!

Igual ocurrió con Federico García Lorca (1898-1936), el poeta de España. Asesinado a los 38 años. De eso nos habla José Luís Vila-San Juan (1927-2004) en su libro García Lorca asesinado: toda la verdad (1975).

Días antes de su asesinato, el poeta viajó de Madrid a Granada donde fue detenido. Seguir la tradición familiar de celebrar el onomástico de Federico padre y de Federico hijo en la finca familiar, fue la razón de ese viaje. Y fue el resentimiento contra la Falange —reconocida organización española de derecha que se negó a aceptarlo entre sus filas— lo que movió a Ramón Ruíz Alonso a detener al poeta. Lo hizo en pleno centro de Granada, su tierra natal. ¡Un rojo escondido por la Falange! Fue el mensaje que quiso enviar a modo de venganza… Y es que Federico huyó de su finca cuando fue requisada por un escuadrón enviado por los militares derechistas que acababan de dar ese golpe de estado frustrado origen de la cruenta guerra civil que se llevó tres años. Buscaban a alguien que no era de la familia y que ni tan siquiera vivía en la finca familiar. Allí lo vieron. ¡Vieron al poeta rojo! Aterrorizado huyó de inmediato. Y se escondió en la casa de una familia amiga de extrema derecha. Pensó que allí jamás lo buscarían. Reconocidos falangistas… ¡Un rojo escondido por la Falange! Fue el mensaje que quiso enviar a modo de venganza…

Federico García Lorca.

Y allí, en esa casa lo fue a detener Ramón Ruíz Alonso para llevarlo al gobierno civil. Poco tenía que ver con su persona… Y, de igual manera murió. No querían que el general Varela encontrase en el gobierno civil a personas detenidas ilegalmente. Todavía quedaban algunos trazos de legalidad que respetar o al menos que aparentar, entre los oficiales y militares de alta graduación, antes de sucumbir en el caos. Lo trasladaron a las afueras de la ciudad, junto con otros más, para esconderlos. Y cuando el general —que viene ocupando territorios a favor de los sublevados— se acercó a aquellos territorios, dictaron la orden de ‘limpiar’ la ‘colonia’, el último reducto en donde se encontraban. Y fueron fusilados a la carrera, sin juicio, ni defensa. ¡Todo un contrasentido! Nada que tuviese que ver directamente con el poeta. Nada de peleas entre homosexuales, como se ha sostenido. Nada de conflictos por la propiedad paterna de grandes extensiones de tierra. Nada que ver con el honor mancillado de las mujeres de la familia Alba a consecuencia de la trama de su último drama teatral, que aún no había estrenado. Ni con ese calificativo de putrefactos con los que se refirió a la burguesía de Granada. El sin sentido y el azar como la única explicación posible para el brutal asesinato. Su cadáver permanece todavía perdido entre muchos otros en las montañas de su tierra natal. ¡La vida carente de valor! Irónica conclusión en un momento como el actual, en el que la población del planeta entero, en extraordinaria e irracional valoración de sus vidas personales, se ha encerrado huyéndole al enemigo —el coronavirus. Sus casas se han convertido en su prisión voluntaria. Han detenido toda actividad lúdica, deportiva e incluso aquella de tipo económico de la que esa vida depende. La era del narcicismo extremo. Parece la huella de la involución ¿Usted qué opina?

 @KarinvanGroning  / kavege@gmail.com

Publicado originalmente en pasionpais.net.

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