Abner Benaim y Rubén Blades. Foto de Ciudad Lunar.
El realizador panameño Abner Benaim con el protagonista de su documental, el cantante y compositor Rubén Blades. Foto: Ciudad Lunar

El director panameño Abner Benaim (Chance, Empleadas y patrones, Invasión) logró una verdadera hazaña: realizar un documental sobre un icono de la música del Caribe sin incurrir en la apología o en el aprovechamiento simplista de una figura legendaria. Lo mejor de Yo no me llamo Rubén Blades reside en la honesta indagación de las razones más personales de la música y la conducta política del gran trovador de Panamá.

Se trata de un film que le permite a los espectadores más jóvenes conocer la muy nutrida carrera de uno de los músicos de salsa más grande de todos los tiempos. Y a sus seguidores con mayor edad corroborar los planteamientos musicales y políticos que lo convirtieron en una verdadera leyenda de la cultura de América Latina. No es una película musical. Que nadie espere encontrare con sus grandes conciertos. Solo verán a Blades reconstruyendo su vida.

Muestra que se formó como abogado y que tiene un título de Harvard. Su tesis de grado se la dedicó a su padres y a Vinicius de Morais «a quien nunca he conocido personalmente». Pero lo que la película cuenta es su toma de conciencia ante la propiedad del canal por parte de los norteamericanos y su proceso político. Pero después salta a sus orígenes en la música popular. Comenzó como empleado de correo en el edificio neoyorquino del mítico sello disquero Fania, de Jerry Masucci, que habría de explotar el fenómenos de la salsa a través de la Fania All Star. Desde Nueva York se impuso la transformación de la música del Caribe. Blades pasó de ser un mensajero para convertirse en el cantante de Ray Barreto y luego encontrar la fama en una serie de grabaciones legendarias junto a Willie Colón, y luego como solista en los años ochenta.

En el documental de Benaim el cantante y compositor comparte diversos aspectos de su vida y obra frente a las cámaras y evidencia su enorme talento con videos que registran la interpretación de sus canciones inmortales como El cantante (convertida en éxito por Héctor Lavoe), Pedro Navaja, Decisiones, Plástico Tiburónque lo consagraron como el autor de la ‘salsa intelectual’ y como un excelente narrador de historias.

Blades también habla de su carrera como actor en 30 películas (incluida la venezolana Secuestro exprés, de Jonathan Jackuvovich), su trabajo junto a actores como Jack Nicholson, Robert Redford, Robert De Niro y Danny Glover. Expone sus ideales políticos, cuenta con los testimonios de amigos, familiares y colegas, y nos revela aspectos poco conocidos de su vida, como su obsesión por coleccionar cómics y juguetes, los cuales nunca pudo tener cuando era niño.

Un momento importante se encuentra cuando aparecen los testimonios de sus colegas músicos, como Gilberto Santa Rosa, Residente, Larry Harlow, Paul Simon o Sting, quienes se refieren tanto a su calidad musical como a sus contenidos políticos. Sting hace especial énfasis en sus contenidos políticos. Tanto en español como en inglés.

Benaim logro un trabajo trascendental. Comprender a una leyenda que va más allá de sus discos, sus temas, sus triunfos.

YO NO ME LLAMO RUBÉN BLADES, Panamá, Colombia y Argentina, 2018. Dirección y guion: Abner Benaim. Producción: Gema Suárez Alolen y Cristina Gallego. Fotografía: Mauro Colombo, Gaston Girod. Montaje: Felipe Guerrero. Elenco: Ruben Blades, Giberto Santa Rosa, Larry Harlow, Residente, Paul Simon, Sting, entre otros.

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