laberinto
El terror ante el fijo hamponato del militarismo criminal hace que Venezuela siga paralizada en un laberinto.

Fue el venezolano Rómulo Gallegos quien noveló el dilema con simbología política regional entre Doña Bárbara y el cívico Santos Luzardo, en papeles invertidos quizá para evitar la censura del dictador machista Juan Vicente Gómez, quien se vería retratado en el personaje masculino. Infinitas obras de arte se inspiran en los impulsos primarios de Eros y Tánatos que proyectados en el ejercicio político rigen casi todos los acuerdos firmados con perfumados pañuelos en la nariz. Basta recordar la reunión urgente de Roosevelt, Churchill y el criminal Stalin en Yalta para unificar la lucha contra el genocida Hitler. Y en esta zona, el pacto dictadura pinochetista-oposición para alcanzar elecciones libres.

Pero el caso castrochavista es otra cosa. Es una etapa delincuencial de dos décadas ejercida por psicópatas y sociópatas resentidos, carentes de ideología, militares y civiles oportunistas en papel de políticos ceñidos a una Constitución democrática que violan de modo sistémico, a esa misma, su nada bolivariana pero sí demasiado chavista del año 1999. Enfrentados a un gobierno interino por ese original y vigente mandato constitucional. Esto genera el desgobierno bicéfalo disfuncional que impide una solución.

Cada país independiente vela en primer lugar por sus intereses, su supervivencia física, métodos para avanzar en labores productivas y fija un sistema de vida acorde a normas concertadas que ponen límites a conductas patológicas y excesos individuales. Son el no matarás, no robarás, no mentirás, quiere a tu prójimo como a ti mismo y solo pecarás por legítima defensa comprobada. Cartilla básica para la convivencia, sean Diez Mandamientos, Constitución Nacional o Legislación Penal Internacional. Código llamado Civilización que necesitó más de veinte siglos para implementarse y en solo algunos lugares del planeta.

Porque sigue predominando la selva con ropaje refinado. La horda animal que arrasaba al adversario se sustituyó por tiranías, reinos, Inquisición, feudalismo, la gran Revolución Francesa por los derechos humanos devenida en república del terror. La hoguera inquisitorial pasó a crematorio y sus guetos a campo de concentración, del feudo zarista al campo de trabajo forzado bolchevique, estalinismo resucitado por democracias de simulacro que admiten el genocidio lento, voraz, disfrazado como evolución para el pueblo. La ley del más fuerte, armado de pezuña y garrote a gas tóxico, herramienta de tortura y asesinato, dron y misil comprados al imperio conveniente.

A un costado del ambicioso Bárbaro, don adinerado para uso exclusivo personal y de su grey, quedan partidos políticos disminuidos en unas cuantas democracias regidas por la ética moralista del bien contra el mal, vigilantes de una legislación estrictamente aplicada en derechos y deberes para beneficio colectivo, democracias en diaria lucha y de milagro rescatadas pero cada minuto más frágiles por amenazadas. Les cuesta mucho trabajo resistir con acciones, pierden tiempo en diálogos, condenas, discursos frente al escenario donde el salvaje primitivo firma con tinta de sangre humana un documento apaciguador que redacta la decente y engañada señora demócrata, sabia en principios y leyes civilistas.

Las puestas en escena del castrochavismo, foros de San Pablo, conversas a lo Dominicana, reunión de No Alineados que son Sí Alienados, vacaciones para exbarbudos de Sierra Maestra hoy en Barbados, calvos o con peluca, son la moderna barbarie. La que consagró su Santo Padrecito Stalin, quien para simular un cambio radical que lo distinguiera del nazismo, convirtió a los Auschwitz en gulags: léase ejecuciones, hambrunas y esclavitudes producto de una criminalidad libre, poderosa, ya transnacional. En nombre de su patria revolucionaria practica genocidio continuo discriminatorio que va parejo con su insistencia electoralista, tramposo papel mojado para legalizar el retorno definitivo del reino bestial. Sí. Aún existen congresos bipartidistas como el estadounidense que sin concesiones investiga muy a fondo la injerencia rusa en sus elecciones de 2016, pues del resultado depende la pervivencia de ese país como el modelo de república democrática.

Al presente venezolano le quedan dos opciones que no lucen posibles en lo inmediato: la insurrección popular de calle sin retorno y/o la coalición hemisférica regional para una intervención humanitaria militarizada. ¿Servirán la Convención de Palermo y el TIAR? A diferencia de aquella Honduras y del actual Puerto Rico donde funcionó la rebelión masiva, el terror ante el fijo hamponato del militarismo criminal hace que Venezuela siga paralizada en un laberinto.

alifrei@hotmail.com

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