HallacasNuestra amiga Vanesa Rolfini, persistente editora de Historias de Sobre Mesa, página que visitamos muchas veces con —literalmente— la boca hecha agua, ha evolucionado como autora gastronómica y nos propone su nueva página Rutas Golosas, más completa y ambiciosa. Compartimos con ustedes su artículo sobre el emblema culinario de la Navidad venezolana. Y los invitamos a ingresar a www.rutasgolosas.com.

¿Cuál es el costo real una hallaca? Se trata de una cuenta casi imposible de sacar. Son tantos los factores que es casi un milagro ponerle precio y que el cocinero no pierda dinero en el intento, pero a su vez que el comensal no sienta que le están exprimiendo el bolsillo o peor aún, que se están aprovechando de él.

Partamos del principio que los precios que pretende poner el gobierno son una pantomima, porque si bien son mucho más económicos que los de la calle —incluidos los bachaqueros—, ameritan interminables horas de cola y regulaciones, que a la larga terminan equiparando el costo de los ingredientes a libre mercado.

Los ingredientes que están disponibles son hojas de plátano, onoto, pabilo, ajíes, pimentones, cebollas (en sus dos versiones) y condimentos (naturales e industriales). Claro, todos están sujetos al juego de la oferta y la demanda. Entonces el kilogramo de hojas de una semana a otra puede doblar su valor y apenas comienza diciembre. Entonces, los 80 bolívares por kilogramo de la semana pasada ya van por 150, que seguramente cerca de la Navidad serán casi 300. Este patrón lo cumplen el resto de los ingredientes mencionados.

En el caso de las carnes (res, cochino y pollo) es más complicado. Depende en primer lugar de la disponibilidad. Si tiene un carnicero de confianza encargue lo que necesita con tiempo. Es posible que le toque hacer esa compra por partes, porque cuando hay pollo no hay carne, cuando hay carne no hay pollo. Es posible además que no obtenga la mejor calidad. ¿Los precios? Lo que el carnicero diga, no hay lugar a discusión.

Si a usted le gusta echarle vino al guiso, le recomiendo pensarlo mejor. La botella más barata, de esos de ‘mala muerte’ no baja de mil y tantos. Un verdadero lujo.

En el caso de la harina de maíz precocida y del aceite o manteca vegetal, todo se complica. Depende de su reserva personal durante el año, la generosidad de un pana, de lo que esté dispuesto a pagarle a un bachaquero, de las horas de cola que desee invertir o de la “buena leche”. Todos estos factores son necesarios. Piense que si lo compra a libre demanda bachaquera pagará por lo menos cinco veces el valor de lo regulado.

A eso hay que sumarle las horas tiempo, el gas o la electricidad, el agua y por supuesto la ganancia del cocinero que ahora tiene que invertir días en hacer una comprar que antes se hacía prácticamente en uno.

Entonces ¿cuánto vale una hallaca? ¿su valor real?… no tiene precio, vale lo que le cobren. La otra opción es simplemente no comprarlas o hacerlas… pero el problema es que para los venezolanos se ha convertido en un punto de honor… y eso también parece que se paga.

Ni pensar en añadir otras variantes como garbanzos, encurtidos en mostaza o almendras, que se sumará finalmente al costo del menú navideño completo, es decir, pan de jamón, pernil, ensalada de gallina, tortas y frutas en almíbar. Los venezolanos tenemos la mesa navideña más costosa del mundo, si gana en bolívares.

*Publicado originalmente en www.rutasgolosas.com.

 

 

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