Renace el optimismo. La unidad toma un cuerpo creciente y reconfortante. Tal vez abonada por la angustia y la percepción de un paÃÂs en destrozo, pero toma el cuerpo de gesta amenazando al autoritarismo militar-civil y desubicando el abstencionismo. Tanto el abstencionismo prepotente de sonidos adolescentes como el de la resignación de los venezolanos acostumbrados a la petrofilia servil.
Se hacen cada vez más difÃÂciles y desubicados los pronunciamientos personalistas o divisores. Una unidad con gran fuerza moral que terminará por crear el candidato necesario. Eso habrá de ocurrir en los próximos dÃÂas.
El fraude marcha y está cantado. La corrupción, el ventajismo, el chantaje, la arbitrariedad y la violencia siguen un curso que no logra esconder la lucha de facciones en el gobierno. Pero la fuerza de la unidad, ahora y para una larga lucha, permitirá asimilar golpes y pérdidas como inherentes a esa larga lucha.
La dignidad, tema y curso de la educación
Trataré de escribir en dúo, atendiendo simultánea y complementariamente lo polÃÂtico y lo educativo, dándole espacio a este tema, en el cual me siento mejor.
Dignidad es una palabra de uso tan repetido que su significado se extravÃÂa y aparece indistintamente como vivienda y mobiliario adecuado a la exigencia petrofÃÂlica, como orgullo y pretensión, y en terrenos más bien psicológicos, como autoestima o confianza en sàmismo. Yo prefiero usarlo como relativo al reconocimiento y al respeto. Como calidad de la persona. En un sentido más bien ético y filosófico.
Es el valor más importante a ser cultivado en la educación, tan asàque es soporte de otros valores fundamentales en los cuales se realiza la persona: la participación, la solidaridad, la diversidad.
La dignidad, como esos otros valores, se cultiva y logra en su ejercicio y ello implica una pedagogÃÂa tanto en ámbito social como en el formal y sistematizado. Tanto en el ejercicio del gobierno, ya mencionado, como en las aulas. En una continuidad en la que el autoritarismo magisterial, que monopoliza todos los turnos de actuación, negando la dignidad del estudiante, prepara el campo y las formas de relación para una autocracia como la que sufrimos.
Esto supone â€â€requiere otra pedagogÃÂa, otra forma de entender las relaciones y juegos sociales que se dan a propósito de los aprendizajes y que impliquen una profundización de la democracia como modo educativo. Otras maneras de comprender el conocimiento y sus procesos de construcción.
No es cosa sencilla ni fácil. Es un proceso tan complejo,o tal vez más que la adopción del juego electoral y su expresión en instituciones en escala nacional. Caminos que por su complejidad presenta meandros, piedras y barrancos por los que se cuelan tanto preservadores del poder, por pequeño que este sea, como poderosos y corruptos deseosos de preservar sus privilegios. A ello se agrega el valor tradicional que asume que la palabra, el discurso magistral tiene la virtud mágica de crear aprendizajes y que por tanto, mientras más se habla â€â€de allàlas cadenas más se aprende.