Se insiste en la necesidad de unirse, organizarse y lograr un programa básico de construcción del paÃs. Ha surgido la idea, en diversas fuentes, de hacer la búsqueda y la selección de un candidato de la oposición para la Presidencia, con el recurso legal y democrático de unas elecciones primarias.
Esto es posible y conveniente. Se abrirÃa un campo para la reflexión detallada y más profunda sobre el desastre y las maneras de abordarlo y resolverlo. Tareas que cada precandidato tendrÃa que emprender y presentar con el apoyo de organizaciones de base y especialistas adecuados. SerÃa un buen procedimiento para postergar las malicias y los severos impedimentos que tienen los numerosos partidos para comunicarse y llegar a acuerdos. Los candidatos tendrÃan la oportunidad de emerger como dirigentes y presentar ofertas diversas para la necesaria transición.
Se rescatarÃa el necesario optimismo y la emergencia de caras y liderazgos, en unas condiciones en las que el fraude electoral ha golpeado mucho a la gente y se agrega, como otro dañino componente, a la crisis general.
El considerable rechazo internacional en la OEA y los procesos iniciados contra los autores de crÃmenes de lesa humanidad (todo aquel acto tipificado como asesinato, exterminio, esclavitud, deportación o traslado forzoso de población, encarcelación u otra privación grave de la libertad fÃsica en violación de normas fundamentales del derecho internacional) podrÃan sentirse correspondidos, cosa que es bien necesaria, por una acción determinada de los venezolanos.
La iniciativa podrÃan tomarla los partidos, organizaciones sociales y otras instituciones existentes: Asamblea Nacional, universidades, frentes acordados… y diseñar el proceso organizativo. Los precandidatos podrÃan, asà mismo, ser presentados y apoyados por los partidos y frentes ya existentes o por nuevas y emergentes organizaciones en expresión de una diversidad asumida y convergente.
Elegido el candidato y logrado ese liderazgo, será necesario abrir un proceso electoral nacional, unas elecciones aprobadas y respetadas. Una lucha que habrá de darse, pero, entonces, con ese liderazgo, bandera y propósitos establecidos.
El gobierno, ahora embriagado en su lenguaje de agresión y amenazas que no ocultan su inseguridad, y su maquinaria tratarÃan de molestar, reprimir e impedir, pero encontrarÃa no ya la repetida y simple actitud de resistencia, sino propuestas y acciones de avanzada.
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