Se abre la conciencia y necesidad de hacer una nación con la unión, participación y trabajo de todos.
Mucho más que ‘no rendirse’ es pasar a una ofensiva de creación y producción.
La queja y el lamento, más allá de la simple purgación emocional, tienen lugar cuando hay alguien que los oiga y resuelva. Asà que no es del gobierno –de cualquier gobierno– o del petróleo que habrán de venir soluciones. Mucho menos de este gobierno que es una dictadura inepta y egoÃsta, pero con la fuerza destructora que sufrimos cuando carcome con limosnas la dignidad carnetizando la servidumbre.
Mucho más que un cambio de modelo económico, que es ciertamente imprescindible, es la creación y realización de un proyecto adecuado a este desastre en el que estamos y desde donde hay que arrancar, con nuestras maneras confusas y la debilidad de nuestros valores y con los muchas veces repetidos, consoladores y mal usados recursos naturales.
Quedan abiertas tareas polÃticas que expresen teórica y prácticamente esa unión, pero más allá –y más acá– de los partidos, lo polÃtico y lo electoral, que es importante atender, está la necesidad de organizarse en todos los campos y niveles para tomar los caminos del hacer. Para ahora y para siempre. Desde la menuda organización y funcionamiento de un condominio o calle hasta federaciones, instituciones y empresas.
Un giro ético hacia la dignidad, la participación, la diversidad –la imperiosa diversidad– y la solidaridad. Hacia la profundización de la democracia que cultiva lo que el 16 de julio se mostró como posible: la gente, organizaciones sociales de todo oficio, estudiantes y maestros, familias y vecinos y toda las grupalidades que las infinitas redes y voces permiten y lo hicieron. Un sentido y un valor de comunidades haciendo cosas ¡haciendo sus cosas!, sin esperar que otro las haga.
Asà que no se trata de regresar simplemente a la democracia superficial y petrofÃlica. Hay que profundizarla en aquello que requiere la tarea y derechos de todos. Una condición ética de cohesión y participación constructiva desde todos los niveles y sectores. No es solo un cambio de gobierno o modelo. Es otro paÃs.
Tareas para los trabajadores y empresarios en la producción de los bienes cotidianos. Para los artistas que nos llevan al disfrute que les da sentido y fin a esos trabajos y a la vida misma. Para los cientÃficos investigadores que nos ayudan a conocer lo que somos, nuestros problemas y sus exigencias. A los maestros y educadores que deben realizar en sus aulas la democracia necesaria y la derrota del autoritarismo.
La convergencia y el clima que se logró en el Aula Magna de la UCV el 6 de marzo, bien expresada en la proclama leÃda, nos muestra el tamaño y las exigencias de estas tareas. DeberÃa ser una referencia para el diseño y la realización de proyectos, sin quedarse en buscar o esperar el cambio de gobierno.
No es corto ni poco lo que tenemos por delante. Es cavar fuerte y profundo para hacer una nación que quiere renacer.