Georg Friedrich Händel 3

A Mariana Filgueira Risso, in memoriam, una gran mentora en el Latin America Policy Journal

Emiliano Barragán-Géant tiene uno de los rangos de voz más originales: es un barítono de coloratura. Esto significa que su voz cuenta con la capacidad técnica para las florituras y ágiles acrobacias vocales propias del repertorio romántico, especialmente en óperas de Donizetti y Bellini. El rango de voz de coloratura es privilegiado, con una amplia cobertura de registro. A mediados del siglo XX se consideraba que este tipo de rango vocal era impracticable, siendo el trabajo de varios intérpretes —especialmente Maria Callas— el que demostró que esta exuberancia vocal podía colocarse al servicio de lo dramático y tenía fundamento teatral. Normalmente asociamos la coloratura con sopranos, mas Emiliano se empeña en traspasar barreras. Su grabación Händel Insólito, publicada de manera independiente en 2013 (está disponible en Amazon y en iTunes) es una auténtica delicia. En ella no sólo interpreta la voz, sino que ha hecho  e interpretado los arreglos de clavicordio.

Si bien nacido en Venezuela, el grueso de la formación de Emiliano ha sido internacional, en centros de gran prestigio: la Universidad McGill canadiense y el Royal College of Music en Londres. Tuvo entre sus docentes a la gran pianista venezolana Gabriela Montero, una de las grandes especialistas actuales en el género de improvisación, tan querido por los grandes compositores desde el barroco hasta el romanticismo. Actualmente el barítono tiene residencia en España. En Venezuela Emiliano fue alumno de mi colegio, el Fray Luis Amigó de Caracas, donde lamentablemente la diferencia de edad me impidió tener un trato continuo y amistad (él es unos tres años menor que yo, y durante la adolescencia esto es un abismo generacional). Gracias a una profesora de literatura de ese tiempo que sigue siendo amistad común, María Elisa Nuñez, pude tener conocimiento de Händel Insólito y opino que merece una reseña cuidadosa.

Aunque se puede pasar directamente al comentario sobre la obra de Barragán, propongo antes un repaso sobre la biografía de Händel, que dista de ser la más conocida entre los grandes compositores.

Georg Friedrich Händel (1685 – 1759)

Fue uno de los compositores barrocos más cosmopolitas, desplazándose por su Alemania natal, Italia e Inglaterra. De esta última tomó la nacionalidad en 1727, adaptando su nombre al inglés como George Frideric Handel, con el cual se le suele conocer en literatura anglosajona. En el mundo hispánico se suele usar más la forma Haendel para el apellido.

Las obras instrumentales más interpretadas de Handel suelen ser Música Acuática (1717) y Música para los reales fuegos de artificio (1749). Ahora bien, los géneros en que más trabajó el compositor fueron los vocales, destacando la ópera y el oratorio. En este último género se inscribe su Mesías y el celebérrimo coro del Aleluya.

La localidad en que nació Haendel es Halle an der Saale (Sajonia). El compositor perdió a su padre Georg en 1697 e intentando colaborar en el sostén familiar inició estudios jurídicos, los cuales abandonó para dedicarse a la música. Tras residir en Hamburgo (1703-1706), el músico se trasladó a Italia (1706-1710), donde se encontró con obstáculos para escribir ópera:

En enero y febrero de 1703 Roma fue sacudida por dos violentos terremotos, aunque sin víctimas. Como señal de gratitud, se decretó que por los próximos cinco años cualquier forma de interpretación teatral sería rigurosamente prohibida. Los intentos de escenificar óperas sólo volvieron en 1710” [i].

La libertad es el lenguaje artístico. En efecto, partiendo de las posibilidades para dramatización que ofrecen distintos pasajes religiosos, se consiguió evadir la censura sobre la ópera mediante temas vocales sacros. Siguiendo la misma fuente: “Nada podría detener el elemento dramático, operístico, de desarrollarse. Simplemente persistió bajo el nombre de ‘oratorio’, como lo revelan tanto la música como los escenarios cuidadosamente elaborados para varios oratorios”.

El género del oratorio es definido por la Encyclopaedia Britannica como “una composición musical de gran dimensión desarrollada sobre un tema sagrado o levemente secular, para voces solistas, coro y orquesta. El texto de un oratorio usualmente está fundamentado el las Escrituras y la narración necesaria para desplazarse entre escenas es suministrada mediante recitativos cantados por varias voces, las cuales abren paso a las arias [piezas vocales para solista] y coros  (…) El oratorio carece de finalidad litúrgica y pueden ser interpretado en iglesias y salas de concierto”.

Handel se trasladó a Hannover (1710-1713) y finalmente fijó residencia en Londres en 1713, si bien siguió siendo un viajero asiduo. En Inglaterra encontró un ambiente favorable al desarrollo operístico:

Hacia 1710 la ópera en idioma italiano se había establecido en el escenario londinense, a pesar de los vituperios emitidos por algunos comentaristas y críticos. Claramente había la necesidad de un compositor con la experiencia apropiada para proveer nuevas composiciones de esa clase, un papel que Handel podía ejecutar a la perfección”[ii]

El primer gran éxito del compositor fue Rinaldo (1711). A partir de allí desarrolló su trabajo en un medio cada vez más competitivo. Una rivalidad musical se desarrolló entre Handel y Giovanni Bononcini (1670-1747), al punto que los partidarios de ambos compositores pronto trasladaron su enfrentamiento a la controversia política. Dado que Handel disfrutaba de la protección abierta del Rey, los antimonárquicos apoyaron a Bononcini. Vale comentar que si bien son menos abundantes, se consiguen grabaciones contemporáneas de la música de Bononcini.

En la “guerra operística” londinense, Handel tuvo otro triunfo importante con Giulio Cesare, en 1724. En ella se aprecia la concepción de “gran drama teatral” que desarrolló Handel:

Las audiencias londinenses, incapaces de entender italiano, no habrían aceptado una serie de incompresibles recitativos ‘secco’ y arias preciosistas. ‘Giulio Cesare’ ofrecía espectáculo tanto para la vista como para el oído: procesiones y agitación bélica, intentos frustrados y exitosos de homicidio en escena, magia arcadia y celebraciones victoriosas. El hecho de que la ópera de Handel triunfara sobre los encantos sencillos de Bononcini ciertamente tuvo que ver con estos atributos externos…”[iii]

Los vaivenes de la fortuna son especialmente notorios en las vidas célebres. En el caso de Handel se sucedieron el fallecimiento de su madre Dorothea Taust (1730) y una merma en el protagonismo que el compositor tenía en la escena londinense. En 1733 miembros de la nobleza, con el apoyo del príncipe de Gales, impulsaron la creación de la Ópera de la Nobleza, rival de la compañía fundada por Haendel. El famoso ‘castrato’ Carlo Broschi, mas conocido como Farinelli, se instaló en Londres en 1734 a las órdenes de la nueva compañía. La película Farinelli il Castrato de Gérard Corbiau en 1994 —que hizo un gran trabajo rescatando obras operísticas de Händel, recreando además mediante informática la voz de los castrati— presenta un retrato no precisamente simpático de Händel en su conflicto con el cantante, quien probablemente haya tenido el mayor rango vocal de la historia (la banda sonora fue publicada por el sello Audivis en 1994).

En 1737 quiebra la compañía de ópera liderada por Handel y el compositor sufrió lo que hoy día llamaríamos accidente cardiovascular leve (1737). Ante estos reveses, Handel sacó provecho de su experiencia italiana y optó por ofrecer un sustituto a la ópera. Se trataba del oratorio, en el cual eligió emplear la lengua inglesa. Si bien el uso de temas sacros tuvo detractores, el oratorio ganó apoyo popular. El momento culminante del oratorio inglés es la composición de Mesías por Handel, en apenas diez semanas,  durante 1741. El estreno ocurrió en Dublín el 13 de abril de 1742.

‘Nos faltan las palabras’ –escribió el Dublin Journal del 17 de abril de 1742 – ‘para expresar el refinado placer ofrecido a un auditorio numeroso y admirativo.”[iv]

En Londres la obra también ganó el apoyo del público:

El día de su estreno en Londres, el 23 de marzo de 1743, el rey Jorge II y la sala escucharon de pie el célebre Aleluya”[v].

Se mantiene aún, entre públicos conocedores, el hábito de oír el Aleluya de pie. Si las voces son deliciosas, las líneas de trompeta son majestuosas. En su más reciente entrega (Navidad 2013) la revista BBC Music, en su sección “Construyendo una Biblioteca” (Building a Library) ha considerado como mejor grabación de Mesías la dirigida por Stephen Layton para el sello Hyperion, registrada en 2009.

Los oratorios siguieron siendo el caballo de batalla en los últimos años de vida que tuvo Händel. Incluso hubo oratorios no sacros, inspirados en mitología (Hércules, de 1745). En 1743 hubo un hito importante con el Tedeum de Dettingen, celebrando la victoria británica sobre los franceses. A 1749 corresponde la mencionada composición de los Reales Fuegos de Artificio, una de las favoritas en el repertorio barroco.

El último oratorio fue Jefté (en inglés Jephtha), sobre el juez hebreo de la Biblia que sacrifica a su hija en holocausto (el holocausto bíblico es quemar a la víctima de ofrenda). Claramente Händel tenía una gran capacidad como dramaturgo para elegir buenos temas.

La ceguera aquejó a Händel en sus años finales, donde mantuvo su pasión musical mas fue incapaz de hacer nuevas composiciones. Al fallecer se le sepultó en la Esquina de los Poetas de la Abadía de Westminster.

Händel abrió el mercado inglés a los compositores continentales europeos. Su trayectoria sería emulada por Haydn, quien nos legó sus maravillosas sinfonías londinenses al residir en la capital británica. Mozart también estuvo en Albión y tuvo tentación de quedarse allí. Los británicos también admiraron en vida a Beethoven y la Novena Sinfonía casi se estrenó en Londres. El público inglés es de los más sensibles y cultos en materia musical, siendo Reino Unido cuna de maravillosas publicaciones populares especializadas en música clásica como Gramophone o BBC Music, por apenas colocar un par de ejemplos. El festival anual veraniego de los Proms en la capital británica es un acontecimiento musical y el trabajo de la BBC ha liderado una brillante difusión a bajo coste para el público, con grabaciones radiales espléndidas que circulan como discos. Londres tiene todos los argumentos para ganar como capital mundial de la música a Nueva York o Berlín.

Sobre la vida privada de Händel hay escasa información. Parece ser que sufrió las compulsiones de glotonería e ira. Nunca se casó ni tuvo una compañera sentimental estable, salvo alguna aventura ocasional de juventud. La historia oficial le coloca como en célibe entregado a la música. Ellen Harris, una académica especializada en Händel, causó revuelo en un estudio publicado en 2001 el cual vinculó al compositor a la clandestina comunidad gay de su tiempo, de la cual habrían formado parte algunos de sus protectores. Un argumento de esta especialista es el carácter ambiguo que tiene la sexualidad de algunos de sus personajes musicales[vi]. No obstante, opino que estos detalles escapan a esta reseña y se debe ir a estudios biográficos exhaustivos para señalar algo al respecto con propiedad.


[i] OSELE, Claudio. Forbidden Opera. Sinopsis acompañando la grabación de Bartoli y Minkowski. Decca, 2005.

[ii] HICKS, Anthony. Rinaldo. Sinopsis acompañando la grabación de Bartoli, Ficks y Hogwood. Decca, 1999.

[iii] LEOPOLD, Silke. Sinopsis de Giulio Cesare. Traducción al inglés de Clive R. Williams. Sinopsis acompañando la grabación dirigida por Harnoncourt. Teldec, 1988.

[iv]  EYLES, Emmanuelle. “El testamento espiritual de Haendel”. Traducción de Antonio Abellán. Sinopsis acompañando la grabación de El Mesías por John E. Gardiner. Philips, 1997.

[v] NUÑO, Ana. “El músico nacional de Inglaterra”.  RBA Coleccionables, 2005.

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