Translúcido 1
Manrique no sólo actuó como Rubén sin que también participó en el guion y la producción.

Translúcido es una película muy particular, que evade los lugares comunes de las historias sobre enfermos terminales y propone una visión íntima sobre la comprensión del final de un proceso vital. Rubén es un hombre ecuatoriano que vive en Brooklyn, donde lleva una vida aparentemente normal y saludable. Pero no, a los pocos instantes de proyección surge una verdad que abofetea por su crudeza. Padece un cáncer implacable. No hay nada que hacer… salvo tomar una decisión drástica. Esa toma de conciencia constituye la médula fundamental de Translúcido, segundo largometraje de Leonard Zelig, filmado en el ambiente más cercano a su personaje, en una suerte de confrontación con sus amigos y consigo mismo. El resultado es una obra que celebra la vida desde la perspectiva de la muerte inminente. Un acto de conciencia.

El director venezolano radicado en Nueva York desarrolla un tono muy personal y lacerante en la forma de narrar la decisión de Rubén. Allí están sus amigos, sus amores, sus necesidades afectivas, su sexualidad manifiesta, su disfrute del yoga, sus dudas pero también sus certezas. En apenas 87 minutos aborda las últimas horas de un ser humano al borde de su propia vida. Son confesiones articuladas de forma muy precisa, a través de diálogos inteligentes que sus intérpretes sueltan como quien improvisa ante la cámara. Esa característica se extiende por toda la película. Sus personajes necesitan hablar, expresarse, manifestarse. Son seres humanos interactuando alrededor de una situación mínima, centrada, focalizada,

Zelig quiso narrar este proceso desde hace algunos años. Pero solo cuando apareció el actor ecuatoriano Robert Manrique pudo llevarlo adelante. Manrique no se limitó a interpretar a  Rubén sin que también participó en el guion (previamente diseñado por Zelig) y la producción. Por eso la narración transita por distintos registros emocionales con un tono veraz, creíble, que no pretende generar lástima sino más bien un reconocimiento a una situación que necesita una resolución. De varias maneras, el espectador se ubica ante la decisión de Rubén, lo comprende y hasta lo justifica. Se conecta con su drama.

Una producción muy bien cuidada —en los detalles de su fotografía, su música y su montaje— respalda el trabajo actoral de Roberto Manrique, secundado muy eficazmente por Marisa Román, Miriam Pinedo, Cristina Morrison, Andrés Crespo, Diego Mignone y María Elisa Camargo. Ellos dejan fluir la historia con naturalidad y Zelig levanta su edificio dramático sin ampulosidad.

Translúcido trasgrede algunas normas de eso que se caracteriza como ‘políticamente correcto’, pues coloca la discusión sobre el derecho a una muerte digna y voluntaria, más allá de los dogmas religiosos y morales. En este sentido es una película atrevida, retadora y completamente franca. No esconde sus intenciones ni intenta manipular al espectador. Pone las cartas sobre la mesa. Como cuando la muerte llega.

TRANSLÚCIDO. Ecuador, EEUU y Venezuela. Dirección: Leonard Zelig. Guion: Leonard Zelig y Roberto Manrique. Producción: Charles Martínez, Loló Bello, Roberto Manrique, Leonard Zelig – 333 Experience / Cinema Lab Productores. Fotografía: Alexander Prokos. Montaje: Carolina Aular, Otto Scheuren. Música: Gabriel Figueira. Director de Arte: Celina Morffes. Elenco: Roberto Manrique, Marisa Román, Miriam Pinedo, Cristina Morrison, Andrés Crespo, Diego Mignone, María Elisa Camargo. Distribución: Gran Cine.

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