Hablar de la sexo-diversidad en un paÃs machista como Venezuela siempre genera controversia. Por supuesto, como sociedad, hemos avanzado —un poco— en esta materia. Pero aunque nos jactamos de ser bastante mente abierta, solo basta ver una escena homosexual en la gran pantalla para escuchar risas en la sala de cine o comentarios fuera de lugar, como si estas demostraciones afectivas tuvieran que incomodar. Esa molestia muchas veces se convierte en una suerte de tabú entre las personas LGBT dentro de las familias de nuestro paÃs, silenciando u omitiendo sus preferencias sexuales, causando un daño enorme en la psique de los rechazados. Se trata de un tema sumamente delicado y que se ha trabajado muy poco en pantalla.Desde la óptica de la ficción, apenas tenemos dos pelÃculas que abordaron este tópico de forma valiente en nuestra filmografÃa contemporánea: Cheila, una casa pa’ Maita y Azul y no tan rosa, ambas con personalidades y enfoques diferentes, pero con un enorme compromiso narrativo y social en sus historias. Ambas lograron rectificar el papel de las personas LGBT en la gran pantalla, distanciándose del cliché de la loca graciosa y retratando con trazo fino el tema de la discriminación familiar y social (un tópico delicado en el que fácilmente se puede caer en el amarillismo si no se tiene cuidado).
Si en nuestra filmografÃa de ficción hay pocas pelÃculas que tocan el tema de las personas LGBT, el documental tiene un espectro todavÃa más cerrado. Sea por la exposición pública de los entrevistados, la complejidad de obtener testimonios o el número reducidos de espectadores que muchas veces tiene el género en salas de cine, pareciera que todo el trabajo de querer colocar en la gran pantalla este tema tabú está destinado solamente a los cortometrajes, festivales y todo el mundillo cinematográfico underground al que pocas veces tiene acceso el público en general. Por todo esto y más, hacer un documental acerca de los LGBT es sinónimo de riesgo en su puesta en escena y narrativa para cautivar a un público tan particular como lo es el venezolano. Género complicado, tema complicado. Una labor que solo podÃa llevar a buen puerto un documentalista de la envergadura de John Petrizzelli, que con mucho valor nos trae a la cartelera nacional TÃ@s, un documental que refleja con maestrÃa un tema que es tabú hasta para los mismos LGBT: ¿qué es de la vida sexual de estas personas en la tercera edad?, ¿cómo encajan en un mundo dionisÃaco donde pareciera que la juventud lo es todo?
TÃ@s, nos hace reflexionar acerca de la homosexualidad desde una perspectiva fresca, sin prejuicios, ligera y trágica al mismo tiempo (como la vida misma) y que cautiva desde que arranca gracias al tono completamente sincero de sus protagonistas. Todo narrado desde un punto de vista personal, a través de entrevistas a varios LGBT en la tercera edad y a familiares (incluyendo al mismo director, quien nos narra la vida bohemia y triste de su tÃo). Lo interesante de TÃ@s es la amplitud de la muestra que nos expone: tenemos testimonios de todos los estratos sociales y culturales del paÃs, desde pensadores hasta peluqueros; personas de bajos recursos y otros acomodados; unos que pasaron una vida muy dura y otros que tuvieron suerte, formando un lienzo variopinto donde no existe ningún tipo de parcialidad. Por si fuera poco, Petrizzelli se aleja de lo obvio, dejando a un lado temas estigmáticos como el VIH o la promiscuidad, centrándose en la vida de sus entrevistados y su posición frente a su juventud en retrospectiva, sus ilusiones, su senectud, sus miedos, sus relaciones personales, su lugar en la sociedad, entre otros tópicos que desarrollan con una lucidez y sinceridad demoledora.
Sin llegar a caer en lo dramático, TÃ@s logra sensibilizar con sus testimonios y su narración. Petrizzelli echa mano de todos los recursos posibles para enriquecer su puesta en escena: gráficos, material de archivo, fotos, dramatizaciones, y hasta él mismo se incluye en el documental, haciendo que en el aspecto visual la historia no sea únicamente una serie de entrevistas hiladas entre sÃ. Su registro va desde el drama hasta la comedia, haciendo reflexionar al público sin caer en lo moralista y demostrándole al espectador —sin mayores aspavientos o reflexiones sesudas— todos los puntos en común que tiene con cualquier persona LGBT. Una labor encomiable y necesaria en nuestra filmografÃa y en nuestra sociedad.
Lo mejor: Su narrativa, mitad relato Ãntimo, mitad investigación. Los entrevistados forman un abanico variopinto de visiones yuxtapuestas, algunas disonantes y otras comunes. Todas las aristas que se tocan, dejando a un lado cualquier enfoque lastimero o cliché.
Lo malo: El registro de algunas entrevistas (tanto a nivel visual como auditivo) es desigual haciendo que se pierda parte de la información del relato. Hay un par de historias de las que deseas conocer más y quedan a mitad de camino.