Unos juran que la peor ciudad para estar solo es Venecia. Otros gritan que es ParÃÂÂs. ¡Pues todos están equivocados! La peor ciudad para estar solo es Santiago de Chile.
También el beso â€â€Âcauto, superficial, recatado en la mejilla es el primer contacto con un desconocido. Aquàno se usa dar la mano cuando te presentan a alguien, ni siquiera en el trabajo. El saludo es un besito y punto. Pero más allá de eso son poco expresivos. Pero son amables y respetuosos. Que me llamen «dama», en lugar de señora, me parece súper elegante.
De estas y otras cosas va esta crónica escrita a dos meses de vivir en esta ciudad austral. Muy poco tiempo para digerirla, pero algo les puedo contar. O eso aspiro.
Cuando los oigo hablar â€â€Ârapidito y con modismos recuerdo de inmediato aquel vÃÂÂdeo: «qué difÃÂÂcil es hablar el español». La lengua de Cervantes en labios latinoamericanos â€â€Âdesde el RÃÂÂo Grande hasta la Patagonia es un universo rico y extenso. Nada nuevo bajo este sol de verano, pero cuando te diriges a alguien que ‘habla tu mismo idioma’ y no le entiendes o â€â€Âpeor aún no te entiende, ¡sorprende y hasta frustra! Claro, es divertido hasta que dices una palabra ‘normal’ y del otro lado oyen una groserÃÂÂa. Aunque siempre habrá un alma caritativa, otro venezolano, que te advierta antes de meter la pata. Y más ahora donde lo que sobra son venezolanos por el mundo. Y hablando de paisanos, la cantidad en Santiago es notable, especialmente del interior de Venezuela. Basta estar lejos de tu terruño para identificar a tus pares rápidamente. Nunca habÃÂÂa estado tan consciente de mi acento como ahora, cuando vivo rodeada de otros hispanohablantes.
En cuanto al chileno hay un rasgo caracterÃÂÂstico y es el uso del artÃÂÂculo Lo para designar lugares. Para los venezolanos el lo solo es una partÃÂÂcula de la gramática escolar, ¡si es que lo recuerdan! En cambio, aquàhay muchos lugares cuyo nombre comienza con un Lo. El uso de los artÃÂÂculos para llamar a las personas es también caracterÃÂÂstico. Yo aquàsoy la Mitchele.
Pero para seguir hablando de Santiago hay que honrar sus aceras anchas, sus ciclovÃÂÂas, su Metro â€â€Âel segundo más largo de Latinoamérica con 108 estaciones y su transporte público. Subsidiado por el gobierno y denostado por sus detractores, quienes  no están conformes con su servicio ni con las grandes sumas de dinero que el Estado ha invertido en él. Unos y otros exponen sus argumentos. Pero yo, usuaria de lunes a lunes del transporte público les digo que es bastante eficiente. Y me hago eco de un estudio reciente que revela que el transporte público de Santiago es el más eficiente de Latinoamérica. Puedes recorrer la ciudad toda sirviéndote de este medio y caminar, que para eso también están invirtiendo en mejorar las aceras y delimitando algunas áreas de Santiago Centro sólo para uso peatonal. La apuesta en medios alternativos de transporte â€â€Âespecialmente la bicicletaâ€â€Âtambién es grande. ¡Aún falta harto, dirÃÂÂa un chileno! SÃÂÂ, pero van en la senda correcta.
Por otro lado están sus malls llenos de mercaderÃÂÂa del mundo entero. Junto a su vino chileno y universal, sus frutas grandes y aromáticas, ceviches y empanadas de pino (carne), su palta â€â€Âchiquita y cremosaâ€â€Â, sus dulces y sus quejas. Se quejan mucho los chilenos: del clima, de la contaminación, del taco (tráfico), de la recesión económica, de la inseguridad… Y mientras se quejan de la inseguridad leo en la prensa que Chile â€â€Âtambién está entre los paÃÂÂses donde se vive más tranquilo. ¡Glup! Como venezolana trago grueso cuando los oigo quejarse de la inseguridad mientras van caminando con el celular y viendo youtube en el Metro. Pero ya se sabe: la inconformidad es uno de los signos del ser humano.
Los chilenos no saben que están mejor que el resto de los latinoamericanos. Que tienen una de las tasas más bajas de inflación y más altas de inversión. Cuando se los comento me dicen: sÃÂÂ, pero estábamos mejor. Tienen instituciones sólidas y confÃÂÂan en ellas. Una muestra es el uso del cheque, un instrumento que creàdesaparecerÃÂÂa en la era de la banca digital y aquàestá vigente. ¿Qué mayor demostración de confianza que recibir un cheque?
De la arquitectura y las capas de ciudad estoy apenas aprendiendo y disfrutando. Santiago cumplió 476 años de fundada por Pedro de Valdivia y su casco fundacional â€â€Ânada modesto, de 126 cuadras fue erigido sobre los restos de una ciudad incaica. Hoy, sobre esta plaza, la de Armas, se encuentra una estatua ecuestre del conquistador. Esto me llama la atención porque Caracas no cuenta con una presencia tan fuerte de su par español. La Plaza es también una superposición de épocas reflejadas en la arquitectura: la majestuosa Catedral Metropolitana [JoaquÃÂÂn Toesca-1780], el edificio de Correos, la Municipalidad de Santiago, el Museo Histórico Nacional y el célebre Portal Fernández-Concha â€â€Âun edificio que combina residencias en los pisos altos y una galerÃÂÂa comercial en planta baja. Todos reconstruidos en el siglo XIX, tras la devastaciones del tiempo y los terremotos. La plaza, recientemente remodelada [2013] vio incrementada su arborización, para aumentar las zonas de sombra, y el alumbrado público. Convoca a propios y extraños y es el sitio favorito de la comunidad peruana. Allàconviven niños, artistas improvisados, jugadores de ajedrez, turistas, devotos y pololos (novios), por supuesto.
De estas capas de ciudad la del siglo XIX tiene magnÃÂÂficos exponentes: Santiago está llena de grandes palacios decimonónicos que albergan distintos usos. Algunos muy nobles como la Biblioteca Nacional y el Museo de Bellas Artes, pero hay muchos otros donde también se evidencia la gran influencia europea â€â€Âespecialmente francesa en buena parte de la arquitectura de la ciudad.
Luego identifico una capa de la arquitectura de fines del siglo XX, quizás de los años setenta, ochenta y noventa, especialmente destinada a vivienda. Son edificios de vocación horizontal, con grandes balcones, ventanales y  una identidad particular. Algunos albergan comercios en planta baja, otros continúan con el verde exterior.
Pero quiero resaltar que durante los últimos años la arquitectura chilena ha dado un salto enorme. No solo por sus arquitectos destacados internacionalmente como: Alejandro Aravena â€â€Âpremio Pritzker 2016â€â€Â, Smiljan Radic, Cazú Zegers, Mathias Klotz, Teodoro Fernández Larrañaga, por nombrar apenas algunos, sino porque esta entusiasta movida arquitectónica tiene sus bases fundadas en que los proyectos más importantes para la ciudad son otorgados mediante concursos. Si me lee algún arquitecto colombiano o chileno esto le parecerá de lo más normal, pero para los venezolanos â€â€Âlamentablemente esta es una práctica en desuso.
No le dedicaré mucho espacio al denominado Sanhattan. Una gran operación inmobiliaria que llenó de rascacielos a Santiago. La mayorÃÂÂa de ellos podrÃÂÂa estar en BerlÃÂÂn, Singapur o Santiago… lo que sàes innegable es que a pesar de lo anónimo de muchos de sus diseños no olvidaron darle a la ciudad una continuidad en áreas verdes y caminables. Esta operación descongestionó el centro y trasladó la actividad financiera al oriente de la ciudad.
Haciendo una reducción simplista, pero alusiva al ‘color’ de las algunos de los barrios de Santiago apuro esta paleta: crudo y cubierto por la pátina del tiempo en Santiago Centro, azul â€â€Âvibrante, como el cielo en Las Condes, Bellavista es multicolor gracias a los grafiti y a Recoleta y Patronato hace falta lavarles la cara para redescubrir sus colores. Pero en general en Santiago abunda el verde, muy presente en las calles y en sus múltiples parques.
Como toda gran ciudad Santiago también tiene su ángel de la guarda patrimonial. Ese es el caso de Sary Santiaguina, quien sabe oler cuando llega la picota, sin perder de vista la creación de nuevas rutas patrimoniales para que propios y extraños conozcan esas edificaciones que atesoran secretos y recuerdos de épocas pasadas. También tiene muchos fotógrafos y cronistas que dejan sus hermosos registros en las redes sociales. Como muestra les dejo este botón: Calle Chile. Un blog que es puro color y sabor santiaguino editado por el venezolano-chileno Alberto Rojas Jiménez.
Y para cerrar esta crónica de un viaje que se convirtió en estancia â€â€Âcuan larga sea dependerá de cómo me adapte a este paÃÂÂs delgadito y pujante me referiré a la presencia enorme, imponente, sobrecogedora de la cordillera de Los Andes y su afilado perfil; tan distinto a la sinuosidad de mi ÃÂÂvila pero que, montaña al fin, abraza y cobija sueños y esperanzas. Las mÃÂÂas y las de muchos venezolanos.
Aquàestoy, de Santiago de León a Santiago de Chile.