Ese yoÃÂÂsmo de Jorge RodrÃÂÂguez impuso la división de Caracas en dos zonas, la oeste de los comprados por la dirigencia capitalista del chavismo ladrón y la del este que etiquetaron como escuálida de supuestos oligarcas donde sobrevive un vasto sector de barrios humildes superpoblados. Esa lÃÂÂnea separatista manchada con la tinta indeleble de sangre inocente marcó la segregación fascista, los guetos obligatorios que toda inquisición dicta como reglamento fuera de ley cÃÂÂvica inventado por Narcisos que como Stalin y Hitler exigen ser padres o hijos eternos de la patria y dioses únicos del panteón nacional. Fue ese médico psiquiatra, demente por incurable resentimiento suyo y familiar, quien amarró el negociado del fraudulento CNE y esa cinta hoy color luto nacional, negro nudo que 90% venezolano cortará pronto, pues quiere y lucha por una ciudad abierta, un solo pueblo diverso en el paÃÂÂs libre y plural.
El histórico egoÃÂÂsmo semental engendra los otros también patológicos pero individuales como el citado, a saber el del triángulo siniestro Vladimir Padrino López con su fasciomilitarismo, Nicolás Maduro con su cartilla primaria castrosovietista que impregna su entorno de parentelas y Tareck El Aissami con el lucrativo negocio narcoterrorista que impone a sus colegas y a su propia hermana como representante de Venezuela en el máximo tribunal internacional de La Haya.
Estos tres ligaditos y sus cortejos fieles refuerzan la costumbre milicivilista más antigua. Tiene paternidad militar en su inicio dignamente independentista y realmente bolivariano pero degenerado en secta insensible, avara y maligna, cúpula de burguesÃÂÂa cerrada y armada que con métodos oportunistas se instaló por 150 años en medio de sucesivas asambleas constituyentes y constituidas. Por eso el presidente militar José Tadeo, fundador de la dinastÃÂÂa Monagas, al invadir con sus huestes el Congreso liberal (1848) describió con certero cinismo: la Constitución sirve para todo.ÂÂÂ
Cuánta falta nos hace Ramón J. Velásquez para iluminar el pasado en presente-futuro…
Pero hubo taima republicana y democrática durante cuatro décadas cuando ser militar decente cumplidor literal, efectivo de la carta magna, fue un privilegio novedoso y respetado. Basta recordar los desfiles patrios repletos de admiradores, sin necesidad de arriar asistentes con transporte público ni dinero en mano para el chantaje clientelar. Mientras tanto, el dominical Fouché venezolano, José Vicente Rangel, denunciaba la corrupción de las Fuerzas Armadas sin mostrar una sola prueba. Ahora se dedica a invitar muy cordialmente al generalato castrochavista que tanto ayudó a configurar.
Tal como se canta en el Himno Nacional, el vil egoÃÂÂsmo que otra vez triunfó en 1998, proviene de uniformados cuyo desempeño criminal y autocrático se amplÃÂÂa y toca fondo a partir del chavismo mentiroso disfrazado de civilidad electoral. Porque la farsa está en su naturaleza.
Ahora, con el tiempo nuevo de la voluntad constitucional renacida, tendrá que regresar a su imagen inicial el hoy retorcido caballo blanco del escudo y de urgencia cambiará el verso infame para indicar cómo la nación resucitada, moderna y legal, impedirá el “otra vez volvió†bestial que persigue, humilla y asesina.
Este no es un punto banal o gafo. La letra del Himno Nacional debe reflejar la profunda esencia del paÃÂÂs que lo utiliza como insignia en todo el planeta. Por eso hay entidades polÃÂÂticas mundiales que han preferido omitirle palabras y dejarlo en melodÃÂÂa. Ahàestá el detalle, le dice Mario Moreno a su sabio Cantinflas.
Si no se cambia ese contradictorio verso, como ejemplo inicial de la desobediencia civilista 2017, mejor serÃÂÂa tararearlo y cada quien le invente su lÃÂÂrica de acuerdo con el famoso del como vaya viniendo vamos viendo, por cierto, la telenovela certera que anunció las causas de lo que sucede ahora y culmina democráticamente y con resistencia notable Por estas calles.