Rómulo BetancourtAnálisis históricos recientes explican su importancia como estadista continental. Lo llamaron “Napoleón de Guatire” por lanzar la criticada orden autocrática: “Disparen primero y averigüen después”. Nuestra crónica sociopolítica de estos quince años se encarga de justificar a cabalidad esa previsión contra el terrorismo subversivo cívico-militar de la década de los sesenta, pues por inmadurez nacional ese mandato fue acatado solo parcialmente; veinte años después la jauría uniformada salió de su escondite para un cruento golpe militar, se disfrazó de constitucional y usurpó el poder democrático. Luego de ejercer la legítima Presidencia de la República, a su regreso del autoexilio europeo Rómulo Betancourt advierte que siguen aquí porque: “Se trata de un movimiento subterráneo destinado, no a desestabilizar gobiernos, sino a minar las bases mismas del sistema democrático”. Así confirma que no está muerto ni de parranda.

Recio, firme, duro líder. Culto autodidacta forjado en la resistencia integral que es la escuela de los más respetados dirigentes modernos: dirigencia juvenil vanguardista contra dictaduras locales y foráneas, disidencia del marxismo-leninismo teórico y práctico, clandestinidad, prisión, destierros, estudio constante, penuria financiera, arduo trabajo organizativo como autor de estatutos y programas fundacionales de su partido Acción Democrática, libros, cartas, discursos y periodismo de opinión, supervivencia de un magnicidio y sus secuelas, intransigencia frente a la corrupción política y particular, oposición al divisionismo intrapartidista, cabeza fría para dominar su corazón caliente en situaciones límite más un largo etcétera que incluye fanáticos y detractores. No es caudillo, dios, comandante ni eterno. Solo un vigente modelo civilista

¿Y cómo resuelve su vida diaria alguien tan complejo, auténtico y temperamental, de existencia tan difícil y acontecida?

La casa familiar, fija o móvil, forma parte de nuestra más íntima patria. Es una intocable propiedad espiritual. Para muestra, el peregrino Rómulo. Dona la que fue su hogar guatireño para biblioteca pública. Con su primera esposa, la maestra Carmen Valverde, tiene a Viriginia, hija única en todos los sentidos, pues ella preserva el denso y extenso epistolario de padre a hija y lo transfiere a memorial biográfico de medio siglo en el texto Vida en familia (Fundación para la Cultura Urbana, 2008) donde perfila esa noble emotividad puertas adentro de quien, consciente de su trascendental legado político, en sabia decisión, lo entrega como patrimonio a su más confiable heredera intelectual. Libro pedagógico que evidencia una relación transparente donde la emotividad protectora del buen hijo, hermano, padre, marido, compañero y ductor se acentúa en una vida casera modesta y de continuas mudanzas, ejemplo clave hoy cuando la parentela de mandatarios oficiales asume el poder físico palaciego como herencia monárquica.

Ahora, su voz llega para la juventud que desconoce nuestra historia contemporánea desde un trabajo riguroso del destacado antropólogo (UCV) y cineasta Álvaro Pérez Betancourt, el mayor de los cuatro nietos. En Mi abuelo Rómulo (Libros Marcados, 2013) acompañado de la historiadora Claudia González Gamboa concibe un testimonio serio, tierno y sorprendente al conectar semblanzas y documentos privados, la mayoría inéditos, con reveladores detalles del abuelito chocho por consentidor, el amigo irritable pero leal y a toda prueba, maniático archivador de todo papel, romántico empedernido que confiesa su llanto ante los dramas de un idilio fílmico, chistoso con agudo y autocrático sentido del humor, adicto al tabaco en pipa, el menú criollo, la literatura, el cine, la tertulia doméstica y las artes plásticas. Nada que ver con cualquier improvisado golpista y presunto superhéroe, armado y congelado para el culto funerario en un panteón a lo Mussolini tropical.

Mi abuelo RómuloAquí está de nuevo, en el momento más oportuno. Humanizado en tono delicioso por un cómplice, niño grande capaz de hilvanar recuerdos, vivencias, pruebas manuscritas, mecanografiadas y gráficas que revelan fortalezas y debilidades de un ser nada corriente pero sí muy natural. Un político de oficio que otorga su intensa energía en una lucha tenaz contra la barbarie represiva para el logro de un bien común.

En estos días decisivos, cuando la opción es entre civilidad o militarismo salvaje, Rómulo sigue vivito y coleando.

MI ABUELO RÓMULO, de Álvaro Pérez Betancourt y Claudia González Gamboa. Editorial Libros Marcados, Caracas, 2014.

 

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