Mayra Alejandra 1Hay actrices que se prodigan poco en la gran pantalla. Mayra Alejandra (1955-2014) fue una de ellas. Sin embargo, a esta intérprete venezolana le bastaron apenas dos largometrajes para convertirse en una imagen perenne dentro de la cinematografía local.

El cine venezolano es poco dado a mitificar a sus intérpretes. También es poco dado a celebrarlos. No hay grandes premios, ni muchos festejos a las trayectorias. Los festivales de cine nacionales no han alcanzado el impacto necesario para convertirse en un espacio de reconocimiento natural. Tampoco parece haber suficientes papeles para atraparlos entre fotogramas.

Con Hilda Vera, Doris Wells, Elba Escobar y Maria Luisa Mosquera; Mayra Alejandra encarna el imaginario femenino del cine venezolano. El suyo, el de la femme fatale, morena, que no rubia. Y con ello también, el de la Diva. Esto, porque sus dos personajes, los únicos que interpretó para el séptimo arte son tan estelares como malditos, tan sensuales como trágicos.

En 1978 interpretó a la malograda Carmen –la de Prosper Merimée–, tan sensual como desprejuiciada como arrastrada por sí misma a la tragedia. La interpretó en Carmen la que contaba 16 años, junto a Miguel Angel Landa.

Ocho años después, repitió el milagro, en el mismo tono clásico, pero quizás más frágil. Más amable y amada. Le tocó un segundo turno en el celuloide con Manon, la Manon Lescaut del Abate Prévost.

De nuevo escoltada por Miguel Angel Landa, y también seducida por el intérprete colombiano Victor Mallarino. Y detrás del primer largometraje y este segundo y último, Roman Chalbaud.

Le habría faltado quizás interpretar a una Madame Bovary o tal vez a una Margarita Gautier para bordar una trilogía memorable. Pero no. Aunque parezca asombroso hasta allí llegó su paseo por el cine. Corto y cotundente.

Se mostró con fuerza y con brío. A ratos resume la presencia de una Jane Russell en Los forajidos, otro tanto, más cercano quizás, a esas heroínas neorrealistas como Anna Magnani o Silvana Mangano.

Esa aura traspasó a la pequeña pantalla, que a fin de cuentas, fue la que mejor supo aprovechar el talento de esta actriz. La hija de Juana Crespo, Piel de Zapa, El ángel rebelde, El esposo de Anaís, Rosa Campos, Provinciana, Carolina, Luisana mía y finalmente Leonela.

Hubo después más telenovelas, pero quizás hasta Leonela, Mayra Alejandra encontró las propuestas creativas que su talento requería.

Es una pena que la actriz se haya apartado del celuloide. Una pena que nadie más reclamase su talento o bien, quizás lo hubo y ella se resistió. Como fuera, una pena.

Desde hace no pocos años, el Festival Internacional de Cine de Cannes recupera imágenes emblemáticas con actores no menos emblemáticos del cine. Estas imágenes se apoderan de cada póster para presentar el certamen. Quizás no estaría mal que algún festival local emule tal costumbre y dedique un pequeño homenaje a esta actriz. Sea devorando la pantalla con su presencia, sea sucumbiendo ante los excesos de sus personajes.

Twitter: @cinemathon

Cortesía de

Mayra Alejandra, actriz en dos tiempos

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