Pies de bebé
Adrianita nació rojita como todo niño, sin sospechar que había venido al mundo portando un mal congénito y muy poco frecuente.

Indrani Querales de Marín, se ha dedicado por completo a sus hijos: Germán de 11 años y Adriana de 6 años. Esta última nació con Mastocitosis sistémica, enfermedad por la cual tiene que pasar tres días hospitalizada una vez al año, para hacerle todos los exámenes y saber cómo han evolucionado.  “Ya mi hija está mejor”, dice su madre orgullosa

El 9 de octubre de 2003 fue quizás el día más feliz en las vidas de Indrani Querales de Marín y su esposo, Adrián Marín. Su segunda hija, Adriana de la Chinquinquirá, lanzaba su primer llanto, instantes después de haber salido del vientre de su madre. Sí, Adriana de la Chinquiquirá Marín había nacido, pero sus padres nunca pensaron que la bebé aportaría desvelos distintos a los días iniciales de la existencia. “Vimos a nuestra hija y sentimos una gran felicidad… tan bella y única”, recuerda Indrani al evocar a Adrianita, quien nació rojita como todo niño, sin sospechar que había venido al mundo portando un mal congénito y muy poco frecuente.

Ahora, a los 6 años de edad, se sabe que Adriana padece de mastocitosissSistémica, enfermedad caracterizada por la infiltración de mastocitos en la piel y en órganos extracutáneos, en particular en la médula ósea, hepatomegalia, esplenomegalia y otros órganos, con los efectos consiguientes sobre la sangre periférica y el sistema de coagulación.

“A los meses de nacida, mi niña empezó a presentar sus primeros síntomas: grandes ampollas en el cuerpo. No podía ponerle los pañales. No podía gatear como debía. Su sangre no coagulaba. No paraba de llorar, debido a las ampollas”.

Los Marín debieron asistir a un tratamiento psicológico: llevaron a Adriana a todas partes y la niña fue vista por muchos especialistas, hasta que finalmente, a los dos años, fue examinada por el doctor Harry Goldsztjan, quien la refirió al dermatólogo Francisco González. Entonces, las plegarias tuvieron eco y los Marín pudieron al menos sentirse más tranquilos. El doctor González logró —a través de la evaluación clínica, los exámenes de sangre y otros estudios— dar con el diagnóstico: Adriana padecía de mastocitosis sistémica, razón por la cual había que iniciar de inmediato el tratamiento y los doctores Goldzstjan y González decidieron probar con una nueva droga que no había sido reportada hasta ese momento en niños con esta enfermedad, siendo quizás la primera vez que se usaba en el mundo.

Hoy la niña presenta un cuadro diferente y de manera paulatina exhibe un proceso de curación. “Tanto los médicos como nosotros esperamos ahora que se cure para parar el tratamiento”, dice Indrani, al referirse a la evolución que deberá mostrar un tratamiento que se maneja para la leucemia, y que a la niña le ha dado buen resultado.

Pero esta difícil vivencia y las exigentes experiencias propias del tratamiento no han impedido a Adriana proseguir sus estudios en el colegio Nuestra Señora del Carmen, en Guatire, junto a su hermanito Germán de 11 años. Hace su vida normal pero sigue al pie de la letra las indicaciones que le da su médico.» Yo me he dedicado por completa a mis hijos, mi esposo si trabaja», reafirma la señora Marín.

«Adriana no está curada definitivamente porque todavía tiene pequeños síntomas. Todos los años la tenemos que hospitalizar por tres días seguidos para que le hagan los exámenes, para ver su progreso. Ha mejorado bastante, ya no tiene esos grandes dolores que sentía. Ya mi niña está mejor y tengo grandes esperanzas que se cure definitivamente».

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