Masa y poder
Canetti pone el énfasis en el efecto reconfortante de los cuerpos que se tocan creando una entidad en la que los cuerpos individuales se incorporan a un cuerpo más grande.

Podemos suponer que el cuerpo se ha disuelto en la amorfa virtualidad de las plataformas digitales. Ya no somos parte de un colectivo físico, de cuerpos apretujados, sino una colección de individualidades que buscan hacerse escuchar o ver por la intermediación etérea de las pantallas.

¿Realmente la masa se ha diluido en el ciberespacio? Vale la pena volver sobre la obra magna de Elías CanettiMasa y poder (1960), para responder esta pregunta. Cuando Canetti escribió este ensayo tenía como referentes los dos extremos de los fenómenos de masas del siglo XX: el nazifascismo, derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y el comunismo soviético, todavía vivo y poderoso en ese entonces. Además, los medios de masas estaban en plena expansión, especialmente la televisión que, con su efecto hipnótico, era un medio ideal para personajes carismáticos, como lo demostraría el debate de J. F. Kennedy y Richard Nixon en 1960, y el surgimiento de la cultura pop de la mano de Elvis Presley y de los Beatles.

La tesis de Canetti, sin embargo, no se ocupa meramente de un problema contemporáneo, sino que busca ir a las raíces del fenómeno humano del clan, la tribu y otras manifestaciones de la vida colectiva. Su punto de partida es el cuerpo. Vale la pena leer las primeras líneas de Masa y poder:

«Nada teme el hombre más que ser tocado por lo desconocido. En todas partes el hombre elude el contacto con lo extraño. Aun cuando nos mezclamos con la gente en la calle, evitamos cualquier contacto físico. Si lo llegamos a hacer, es porque alguien nos ha caído en gracia. La rapidez con que nos disculpamos cuando se produce un contacto físico involuntario, pone en evidencia esta aversión al contacto.

Solamente inmerso en la masa, puede liberarse el hombre de este temor a ser tocado. Es la única situación en la que ese temor se convierte en su contrario. Para ello es necesaria la masa densa, en la que cada cuerpo se estrecha con el otro; densa, también, en su constitución cívica, pues dentro de ella no se presta atención a quién es el que se estrecha contra uno. En cuanto nos abandonamos a la masa, dejamos de temer su contacto. Llegados a esta situación ideal, todos somos iguales.»

¿Tiene alguna importancia este contacto entre cuerpos en las comunicaciones virtuales? Para responder esta pregunta debemos, en primer lugar, aclarar qué entendemos por virtual. Según Pierre Lévy, estudioso de los fenómenos colectivos en la era de Internet, existe un vínculo indisoluble entre lo virtual y lo real. Dice Lévy que lo virtual refiere a lo simbólico, mientras que lo real refiere a lo material. Pero no hay manera de acceder a lo físico o material sin referirnos a lo virtual o simbólico. En esta era de comunicaciones virtuales (toda comunicación es virtual porque implica siempre una mediación simbólica), el cuerpo ha vuelto a ocupar un lugar preponderante. Su aspecto simbólico está más presente que nunca en los millones de imágenes de cuerpos que la gente produce y consume a través de las redes sociales. Además, las consecuencias materiales de estas comunicaciones virtuales se traducen en acciones corporales y no solamente representaciones mentales (p. ej., comer, tener relaciones sexuales, hacer ejercicio físico, viajar).

Canetti diferencia entre multitudes cerradas, aquellas que tienden a limitarse, y multitudes abiertas, aquellas que buscan expandirse. Las colectividades digitales también pueden calificarse como cerradas o abiertas. Cuando los integrantes de una colectividad virtual se comportan como una tribu (término que gustan usar los expertos en marketing), activan lo que podemos denominar loops discursivos e imaginarios para confirmar o reforzar sus opiniones y comportamientos. Por su lado, los colectivos abiertos en el espacio digital buscan atraer más cuerpos para desarrollar redes que se expanden, lo que es propio de Facebook o Instagram que ya alcanzan miles de millones de usuarios.

Las masas son altamente emocionales, como ya habían observado Tchakhotine y Freud, es decir, reaccionan ante la invocación de pulsiones básicas como la sexual, la maternal-paternal o la de supervivencia. Canetti pone el énfasis en el efecto reconfortante de los cuerpos que se tocan creando una entidad en la que los cuerpos individuales se incorporan a un cuerpo más grande. La masa, que se asume poderosa, no le tiene miedo al peligro.

Y este envalentonamiento de la masa viene de lo que Canetti denomina el momento de la supervivencia, ilustrado en la situación en la que un clan nómada se encuentra un cadáver en el camino. La primera reacción es el llanto desgarrado del clan, que sabe que algún día todos morirán. Pero, enseguida, el llanto se transforma en carcajadas, que primero se expresan con cierta reserva para después resonar con fuerza. El clan se ríe sonoramente pues se sabe superviviente, vencedor momentáneamente de la muerte.

Volver a leer Masa y poder de Canetti en tiempos de multitudes digitales nos ayuda a comprender mejor a las colectividades virtuales en las que nuestros cuerpos se exponen y son expuestos a un gran espectro de emociones, desde el horror hasta el sentimentalismo kitsch. Es también el confort que sentimos al estar, aunque sea virtualmente, entre muchos, y la ilusión de supervivencia reforzada por las imágenes de nuestros cuerpos que se multiplican.

Publicado originalmente en http://dialogopolitico.org, de la Fundación Konrad Adenauer.

About The Author

Deja una respuesta