Novela de lo insólito y lo histórico, de lo sutil y lo vulgar, Chiquita se presenta como un texto que reconstruye una biografÃÂa ajena, como una reelaboración literaria referencial que se convierte en ficción sin abandonar su origen documental. El narrador cubano Antonio Orlando RodrÃÂguez recompone â€â€por decirlo de alguna manera la vida de Espiridiona Cenda, la liliputiense cubana que abandonó su Matanzas natal, a finales del siglo XIX, para desarrollar una fastuosa carrera en los teatros de variedades de Nueva York y Europa y codearse con los nombres más brillantes del mundo artÃÂstico de la época. Una mujer extraordinaria que apenas midió 26 pulgadas, que sedujo por doquier con sus encantos, que luchó por la independencia de Cuba frente a la corona española y que demostró que la grandeza no tiene tamaño. Con su historia RodrÃÂguez se sitúa entre los nombres más importantes de la reciente literatura en español tras haberse ganado el Premio Alfaguara de Novela 2008, según la decisión de un jurado integrado por Sergio RamÃÂrez, ÃÂngeles González-Singe, Juan González, Ray Loriga, Guillermo MartÃÂnez y Jorge Volpi.
Desde el principio, RodrÃÂguez sitúa como autor desde fuera de la novela a través de un preámbulo que asegura la existencia del personaje y sitúa el hallazgo de esta historia en La Habana de 1990, cuando el autor conoce a Cándido Olazábal, un anciano que habÃÂa sido un corrector de pruebas de la revista Bohemia y que alguna vez habrÃÂa acariciado la idea de convertirse en escritor. De hecho, habÃÂa comenzado a escribir la biografÃÂa de Espiridiona Cenda, mejor conocida como Chiquita, pero el huracán Fox, uno de los peores que ha azotado la Antilla Mayor, habÃÂa dado cuenta de buena parte aquellos manuscritos originales. RodrÃÂguez, en tanto personaje secundario e introductorio, se obsesiona con la idea de escribir una novela a partir de la biografÃÂa que Cándido intentó confeccionar, pero desiste de tal idea y se convierte en el reconstructor de las páginas de Cándido. Es decir, RodrÃÂguez asume el rol del ayudante literario del anciano. Lo cual no es más que un recurso que funciona como punto de partida.
No sé con certeza si Chiquita existió o no, pero el desarrollo de las novela guarda una evolución que marcha paralela con la historia cubana durante los últimos años del dominio español que incluye la recreación de la vida de ciertos grupos sociales de Matanzas. A la vez, en un plano más ÃÂntimo, contempla el intercambio de Chiquita con personalidades del canto, la música y la actuación de las postrimerÃÂas del siglo XIX, el hallazgo de la sexualidad, el descubrimiento de Estados Unidos â€â€fundamentalmente de Nueva York como referente del Nuevo Mundo y de una Europa que la mira con curiosidad sin reparar en la vida de gloria y lujo de una pequeña gran mujer. Sobre todo. RodrÃÂguez le otorga relieve a la lucha de independencia cubana y sus implicaciones en la geopolìtica del Caribe de entonces.
Confieso que nunca habÃÂa leÃÂdo a RodrÃÂguez y entiendo que su obra previa comprende varios libros de cuentos, una obra de teatro, numerosos relatos para niños y jóvenes, ensayos sobre la literatura infantil en América Latina y una novela, Aprendices de brujo, que editó Alfaguara en 2002. Ignoro cuánta relación tiene con su nueva novela. Lo cierto es que el autor cubano de 54 años â€â€actualmente residente en Estados Unidos evidencia en Chiquita sus destrezas para crear una atmósfera envolvente que permite percibir la particular personalidad de una mujer asombrosa sin perder el rigor del cronista, con múltiples referencias a libros, periódicos y otros documentos que le otorgan verosimilitud.
Son muchas las subtramas que fluyen a lo largo de sus 518 páginas de novela â€â€sin contar los dos anexos y las numerosas fotografÃÂas que va de una situación a otra con facilidad y elegancia, no desprovista de humor y cierta ironÃÂa. Espiridiona Cenda se pasea por situaciones y personajes que bordean el campo de lo insólito, incluso guardando elementos de lo que Carpentier llamaba lo real maravilloso. Hay personajes y animales que se sustraen del terreno del realismo. Numerosos hombres y mujeres de los más distintos orÃÂgenes atraviesan la vida de la artista cubana. Amores, rivalidades, envidias y tristezas combinadas con alegrÃÂa matizan el curso de la novela.
Más allá de Chiquita, el libro expone la dimensión desconocida â€â€para los legos como yo de la importancia de la gente diminuta a lo largo de la historia. Algo sorprendente que no busca razones cientÃÂficas sino eso que llaman las razones de la vida. Una novela fascinante que tiene uno de los mejores finales que he leÃÂdo últimamente.
CHIQUITA, Antonio Orlando RodrÃÂguez, Santillana Ediciones Generales, 2008, Lima. 517 páginas. Premio Alfaguara de Novela 2008.