El léxico polÃtico del mandatario Maduro y el vicecanciller para Europa Calixto Ortega han puesto en escena dos palabras que no pueden pasarse por alto en el análisis para la historia, que son estos artÃculos que se escriben para los diarios. Algunos creen que el papel periódico muere a la media noche de ese dÃa, pero desconocen que afortunadamente los servidores de Internet los guardan para la posteridad.
Maduro calificó a los dirigentes de la oposición de dinosaurios y también habló de los mismos en materia de petróleo. El dictador venezolano nombró la soga en la casa del ahorcado. Hace años el expresidente portugués Mário Soares calificó a Fidel Castro como un dinosaurio de la polÃtica, precisamente con capacidad para el mal. El diario ABC de Madrid aclaró que realmente el calificativo era de tiranosaurio, pues el llamado comandante mantenÃa a su pueblo bajo una sangrienta dictadura sin prosperidad alguna.
Los dinosaurios de la era mesozoica vivieron hace unos 65 millones de años. Metafóricamente llevados al ámbito de la polÃtica son esos hombres enemigos de dar paso a las nuevas generaciones. En las filas del oficialismo hay muchos rostros que sà pudieran darse por nombrados cuando Maduro habla de estos animales. Por el contrario, al ver los perfiles de los dirigentes de los partidos de oposición y sobre todo al saber que la inmensa mayorÃa de los jóvenes universitarios se oponen a este régimen, tenemos que concluir que el chavismo vive en la prehistoria y la oposición hace historia en la denuncia.
Sin talento ni prestigio para la diplomacia, pero sà para el escalafón, Calixto Ortega le dijo a los nuevos embajadores nombrados para Canadá, Panamá y Alemania, que convirtieran sus embajadas en trincheras. No les hablaba de trinchera de ideas, pues los nombrados no las tienen, les recomendaba prácticamente que dispararan contra todo aquel que atacara a la revolución bolivariana. Un embajador no es enviado a jergas, es el representante de un paÃs civilizado. Qué mal anda la diplomacia venezolana cuando un viceministro desventurado, con una audacia que es fuerza de los débiles utiliza un palabrerÃo vulgar para hacer recomendaciones a subalternos disfrazados de diplomáticos. Seguimos en la noche de la ignorancia, el insulto y la ignominia.