La leyenda de Tarzán
La mezcla entre ficción y realidad es el cóctel óptimo para largometrajes, hasta el punto que lleguemos a creer que las hazañas más increíbles pudieron haber pasado realmente.

En la cultura popular están los superhéroes de los cómics o la literatura. Tarzán es uno de los más famosos de todos los tiempos. Su historia ha sido adaptada tanto al cine como la televisión numerosas veces. Nuestros héroes favoritos se encuentran en tramas más grandes que la vida misma. El tratamiento del género de acción-aventura implica un viaje para el protagonista. Enfrenta infinitos obstáculos y sólo después de luchar bastante, además de emprender un profundo examen de conciencia, es que sale victorioso. Usualmente hay un ser querido en peligro que llama al protagonista a la acción. Si hay un viaje físico donde cambia tanto el ambiente como la vestimenta, es una gran ayuda hacer creíble la historia. Además de acción, las interacciones de Tarzán con otros personajes hacen que avance la película. Tiene corazón, algo necesario incluso en este género. La leyenda de Tarzán cumple con todos los requerimiento para tener éxito.

El argumento es el siguiente. Han pasado años desde que el hombre una vez conocido como Tarzán (Alexander Skarsgård) dejó las junglas de África —donde fue criado por monos— por una vida aristocrática en Inglaterra como John Clayton, tercer Visconde de Greystoke, con su amada esposa, Jane Porter (Margot Robbie) a su lado. Ahora ha sido invitado de nuevo al Congo como emisario diplomático entre Inglaterra y Bélgica, desconociendo que es un peón en una convergencia mortal de avaricia y venganza, orquestada por el corrupto capitán Léon Rom (Christoph Waltz). Completando el elenco principal está Samuel L. Jackson como George Washington Williams y Djimon Hounsou como el Jefe Mbonga.

El film comienza en Londres, con iluminación fría, dándole un toque reprimido y melancólico. Cuando vamos a África, las tomas se vuelven vívidas y saturadas de color, llenas de iluminación cálida. El vestuario sigue la pauta de la fotografía. Con estos parámetros entendemos que en Inglaterra Tarzán está sometido y hay algo de su pasado que lo atormenta; está reacio a volver a África. Ya en el Congo, se van pelando capas del personaje y sus reacciones se vuelven orgánicas. El mensaje de la película es abrazar tu naturaleza, tanto literalmente en un contexto ecológico como figuradamente, confiando en tus instintos.

David Yates ha dejado su huella como director en su primera pieza después de Harry Potter. Mantiene su estilo elocuente para contar historias, llenas de color y tomas dinámicas. La leyenda de Tarzán se mantiene en movimiento, tiene tomas con 360 grados de rotación, dándonos la perspectiva completa —en cámara subjetiva— para ver la perspectiva de un personaje, planos picados para realzar personas en ciertos momentos y, traslación de arriba abajo y viceversa, para contemplar los detalles en un determinado personaje. Hay tomas de hombros y planos de detalle para retratar objetos. Las secuencias de acción se hicieron con precisión, con grandes planos generales y cámara lenta. Las herramientas se usaron en su justa medida, sin rallar en lo cursi. No puedo esperar a ver qué hará Yates con Animales fantásticos. La música es una gran ayuda en la historia, compuesta por Rupert Gregson-Williams. En este punto de la carrera de David Yates, tiene la dicha de estar rodeado de un equipo creativo más que capacitado, empezando por David Barron (productor) y Mark Day (editor), ambos de sus días de Potter.

Adam Cozad y Craig Brewer dieron en el clavo con el guion. Hay un toque fresco en personajes que todos conocemos, tarea bastante difícil de lograr. Por un lado está la ficción de Tarzán y Jane, sumado a figuras históricas, como George Washington Williams, el capitán Léon Rom y el rey Leopoldo, que traen consigo un bagaje muy específico de un momento en la historia. La mezcla entre ficción y realidad es el cóctel óptimo para largometrajes, hasta el punto que lleguemos a creer que las hazañas más increíbles pudieron haber pasado realmente. Este es el trabajo de un buen guionista, especialmente en adaptaciones: ser creativo con historias conocidas y darle un toque diferente, encontrar el delicado balance entre tradición e innovación. Es fácil decirlo, pero muy difícil lograrlo.

Hubo un toque agradable de humor en la relación entre Tarzán/John y George Washington Williams. Se plantean como figuras opuestas, pero logran ser amigos. Sus interacciones contrastantes resultan muy cómicas para describir con palabras, es uno de los tantos disfrutes de este filme. La única laguna en un libreto casi perfecto fue tener información incompleta. Usaron el recurso del flashback para mostrar la crianza de Tarzán y su primer encuentro con Jane. Lo pudieron explotar más para decir por qué se fueron de África. Este hueco en la trama es difícil de ignorar y le impide ser una historia completanmente redonda.

Alexander Skarsgård supo interpretar a Tarzán apropiadamente, aunque no parece la opción de actor más obvia. Hubo una transición fluida de la represión al Rey de la Selva. Sus habilidades le permitieron demostrar emoción convincentemente. El entrenamiento físico ayudó muchímo a la verosimilitud del personaje legendario. Creemos en la conexión entre Tarzán y Jane, ambos personajes fuertes con bagaje africano. Tenía que haber una buena química entre Skarsgård y Robbie, supieron escoger al elenco indicado. No hubo la típica damisela en peligro, y además serán las mujeres las que vuelvan objeto al hombre. Un gran paso para el feminismo en los medios.

Samuel L. Jackson es un experto en la comedia seria, entrenado al trabajar a menudo con Tarantino. El Williams de Jackson es el amigo perfecto de Tarzán, complementa las carencias físicas con ocurrencia. El único miembro del elenco que desentonó con la armonía fue Christoph Waltz. Como actor ha fracasado en dar más de sí mismo, bien sea por los papeles que le dan o por falta de voluntad. El punto es que la audiencia ve un personaje unidimensional cada vez que Waltz aparece en pantalla. Bastardos sin gloria fue la única actuación memorable en su carrera hollywoodense. Después de eso, los papeles han sido imitaciones diluidas y acartonadas. Cuando Rom cena con Jane como su rehén, más de uno tendrá déjà vu de Hans Landa comiendo un croissant con un vaso de leche junto a Shoshana en París, o negociando la compra de un esclavo en la plantación de Calvin Candie (Django desencadenado). La reminiscencia es demasiada, haciendo su interpretación falsa y difícil de creer. Esto es sólo nombrando dos roles serios de Waltz; luego tenemos a los ‘villanos’ patéticos en El avispón verde y Quiero matar a mi jefe 2. Christoph Waltz trata de ser cínico infructuosamente, el efecto es inocuo y perjudica la película. Djimon Hounsou hace un antagonista más fuerte que Waltz.

La Legenda de Tarzán añade el toque real al personaje ficticio clásico. Tiene un guion redondo, dirigido con visión y cuenta con interpretaciones poderosas. Las dos cosas que la hacen bajar de nivel es la participación de Christoph Waltz y el pequeño hueco en el trasfondo de la historia. Después de la memorable película animada de Disney, Warner Bros ha dejado su huella en el área de live-action. La legenda de Tarzán es un 4.5/5.

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