The Vietnam War
El problema no es solo que la guerra fuera impopular. Es que además fue innecesaria.

“Nuestra guerra es como la de un boxeador con el viento, debemos dejar que el boxeador se canse”, dijo alguna vez —palabras más, palabras menos— el general Vo Nguyen Giap, quien debe haber celebrado la analogía varias veces antes de morir a los 102 años en 2013.

La estrategia le sirvió para ganar no una sino dos guerras de liberación. Una contra los franceses (1946-1954) y otra contra los norteamericanos (1960-1975). Fueron, como se dice ahora, guerras asimétricas en las que las potencias descargaron todo su poder bélico frente a un ejército infinitamente más débil. Pero también lo fueron en otro sentido. El genio estratégico de Giap contaba con un número virtualmente incontable de soldados que Vietnam podía enviar al combate y al sacrificio. Estados Unidos se vio empantanado en una guerra impopular que, según el cinismo de Nixon, “se perdió en los pasillos del Congreso”. En total murieron 1.000.120 soldados norvietnamitas y 58.220 norteamericanos, según cifras oficiales de ambos bandos. Las heridas, obviamente, siguen allí.

Hay un documental paquidérmico (1.035 minutos en 10 capítulos) que se puede ver en Netflix que intenta contar la guerra de Vietnam, y dar cuenta del proceso de 15 años que llevó a la retirada norteamericana en 1973 y el triunfo norvietnamita 2 años más tarde. Con al menos una constatación definitiva que —con la perspectiva del tiempo, documentos desenterrados y testimonios diversos— confirmaron lo que muchos sospechaban: el gobierno ade EEUU siempre supo que la guerra no se podía ganar, porque las cifras de combatientes de ambos bandos resumían una ecuación aún más importante. Los vietnamitas luchaban en terreno propio, los norteamericanos solo querían probar un punto geopolítico, que Estados Unidos no abandonaba a sus aliados y que estaban dispuestos a frenar el expansionismo soviético. Fue, además, según el documental, la historia de una gran decepción. Estados Unidos había esquivado el conflicto con los franceses y los norvietnamitas esperaban su apoyo, antes de ser arrollados por la lógica de la Guerra Fría.

El documental es excepcional, no solo porque su extensión le permite ver todos los ángulos del conflicto, saltando desde las estrategias de la Casa Blanca a los cambios en la cúpula norvietnamita, los tejes y manejes del corrupto Vietnam del Sur, el movimiento pacifista, el cambio en la presidencia estadounidense, la doctrina Nixon-Kissinger, sino porque logra captar la esencia de una época. Vietnam signó con lo mejor y lo peor al menos dos décadas de cultura norteamericana, y sus ondas expansivas aún se perciben. Pero cincuenta años no son tantos, y el documental recoge el testimonio de los hoy adultos que, muy jóvenes, fueron a pelear una guerra extraña, sin mayor convicción, siguiendo eslóganes no muy consistentes, solo para darse cuenta de que estaban metidos en lo que un personaje de Apocalipsis ahora llamaba “una guerra extraña”. De alguna forma la película de Coppola, como todo en él, era grandilocuente, majestuosa, operática, así como el Full Metal Jacket de Kubrick, también muy en su estilo, era entomológicamente frío. El documental, por el contrario, tiene la capacidad de seguir los testimonios de los veteranos y pasar de la pequeñez de sus peripecias y sus sufrimientos a los juegos que en el tablero mundial disputaban los dos grandes bandos del poder. Lo que queda es un ancho río de tristeza por el inmenso sacrificio y las heridas infligidas a un pueblo que traía tras de sí una histórica determinación de ser independiente de las potencias extranjeras. (Irónicamente, hubo una tercera guerra de Indochina en 1979, cuando los chinos invadieron y debieron retirarse a los pocos meses, declarando el objetivo cumplido y clamando victoria).

El problema no es solo que la guerra fuera impopular. Es que además fue innecesaria. La historia demostró que, habida cuenta de que el socialismo es apenas el camino más largo al capitalismo, Vietnam es hoy un socio comercial en el orden de los 45 billones de dólares al año. Robert McNamara, secretario de Defensa durante el conflicto, hizo un sentido mea culpa sobre su participación. Vietnam fue una dictadura particularmente cruenta después de la victoria comunista. Hoy los dos países mantienen cordiales relaciones diplomáticas, impensables hace cincuenta años. No es un mérito menor del cine mostrar cómo los extravíos de la razón geopolítica producen monstruos.

LA GUERRA DE VIETNAM (The Vietnam War), EEUU, 2017. Dirigida por Ken Burns y Lynn Novick. Escrita por Geoffrey C. Ward. Narrada por Peter Coyote.

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