A casi ocho años de la muerte de Stieg Larsonn, el impacto de su trilogía Millenium traspasa la fronteras de la industria editorial y se convierte en un fenómeno de la cultura de masas. Sus novelas no sólo han vendido millones de copias en todos los idiomas sino que sus adaptaciones al cine han sumado muchos seguidores. Desde 2008 la producción sueca ha llevado a la pantalla con bastante buen tino sus tres novelas. En el centro de todo se hallan la figura de dos personajes singulares: el periodista Mikael Blomkvist y, muy especialmente, la hacker bisexual Lisbeth Salander. Ahora se presenta la versión norteamericana del primer libro Los hombres que no amaban a las mujeres, bajo el título de La chica del dragón tatuado, según la óptica del guionista Steven Zaillian y la puesta en escena del laureado David Fincher. Resultó mejor de lo que esperaba: una película apasionante que atrapa y expresa la esencia de la novela de Larsonn bajo un tono oscuro y terrible.

Recordemos un poco la historia. Tras perder un juicio con el poderoso y corrupto empresario Hans-Erik Wennerström, el periodista Mikael Blomkvist es contactado por otro capitán de empresas, el anciano Henrik Vanger, para averiguar la desaparición cuarenta años atrás de su sobrina Harriet. Simultáneamente, la enigmática y arisca Lisbeth Salander, investigadora de una firma de seguridad, es contratada para averiguar los antecedentes de Blomkvist. Sus vidas marchan paralelas. El periodista indaga en una historia muy sórdida y la hacker trata de librarse del acoso de un tutor de la seguridad social del Estado. Sus trabajos convergen para dar con la verdad del caso Harriet Vanger y del caso judicial de  Wennerström. Palabra más, palabra menos, este es el núcleo dramático de la novela y sus versiones fílmicas.

Creo que es fatuo comparar la adaptación de Los hombres que no amaban a las mujeres que hizo en Suecia el director danés Niels Arden Oplev con la versión de Fincher, pues más allá de las similitudes argumentales, ambas proponen visiones distintas pero convergentes. Me gustaron ambas. Son parecidas pero diferentes. Una y otra interpretan esta compleja historia de dos personajes cuyas vidas marchan paralelas hasta que una investigación los une alrededor de una mirada muy crítica de ciertos aspectos de la vida sueca. Oplev sintetizó con inteligencia ciertos pasajes y personajes de la novela. Fincher se asió a la fidelidad de la trama. Poseen finales diferentes. Lo importante es que una y otra se sumergen en los pantanos de la vida oscura de una sociedad altamente organizada a través de dos personajes muy particulares.

La personalidad más fuerte de la historia se halla en Lisbeth Salander, cuya conducta es definitoria en la resolución tanto del caso de Harriet Vanger como en la investigación de las actividades irregulares de  Wennerström. Aunque buena parte de la línea argumental se ocupa de Blomkvist (álter ego del propio Larsonn), la médula dramática la resuelve (no la conduce) Salander. Ella es la ficha que interviene cuando el juego está trancado, como se dice de forma coloquial. Pero al mismo tiempo posee la sordidez que caracteriza a los personajes de algunas de las películas de Fincher, particularmente Seven, El club de la pelea y Zodiac. Lisbeth es un ser humano marginal y marginado, rechazado y amado, que no conoce medias tintas, que va por el mundo en bajo perfil. Aunque la investigación del periodista constituye el nervio central del film, la trama personal de la hacker investigadora domina el tono de la narración. Según mediciones de mercadeo, todo el público recuerda primero a Lisbeth Salander sobre cualquier otro personaje.

El Fincher de La chica del dragón tatuado no es el mismo de El curioso caso de Benjamin Button o de Red social, sino el obsesivo director que indaga en las zonas más oscuras del alma y las conductas. En cierto modo se regodea con los pasajes más terribles de la historia con un detallismo cercano a la enajenación. Abunda en detalles, en giros sutiles, en bruscos cambios de trama, pero nunca abandona el tono de comprensión hacia personajes y situaciones dramáticas que pocos comprenden. En esta caracterización se tornan fundamentales la fotografía de Jeff Cronenweth y la dirección de arte de Donald Graham Burt. Y la música de Trent Reznor y Atticus Ross funciona como un alerta dramático. Fincher hace de las suyas y lleva el dramatismo hasta los extremos. En un momento dado, en medio de una dura secuencia, Lisbeth le pregunta a Blomkvist «Â¿puedo matarlo?», con poco disimulado placer, y marcha a perseguir al pérfido Martin Vanger. Para ella los códigos morales y de conducta son distintos. No reconoce la razón jurídica de una sociedad. Está al margen y quiere permanecer allí.

El elenco se posesiona de la atención del espectador. Rooney Mara se encuentra sensacional como Lisbeth, con una definición de su personaje cercano a la complicidad moral. Una actriz que va al fondo del personaje y se expone de manera contundente. Se encuentra a la par de la célebre actuación de Noomi Rapace en la adaptación sueca. Por su parte, el británico Daniel Craig ejecuta con eficiencia su interpretación de Mikael Blomkvist, aunque no puedo olvidar la interpretación de Michael Nyqvist en el film de Oplav, mucho más parecido a un periodista normal. Completan el reparto actores de solvencia como Stellan Skarsgård, estupendo como el villano Martin Vanger, Robin Wright, quien dimensiona al importante personaje de Erika Berger, la socia del periodista, y Christopher Plummer como un convincente Henrik Vanger.

LA CHICA DEL DRAGÓN TATUADO (The girl with the dragon tatoo), Estados Unidos, Suecia, Reino Unido y Alemania, 2011. Dirección: David Fincher. Guión: Steven Zaillian, sobre la novela de Stieg Larsson. Producción: Ceán Chaffin, Scott Rudin, Søren Stærmose y Ole Søndberg. Fotografía: Jeff Cronenweth. Montaje: Kirk Baxter y Angus Wall. Música: Trent Reznor y Atticus Ross. Dirección de arte: Donald Graham Burt. Elenco: Daniel Craig, Rooney Mara, Stellan Skarsgård, Robin Wright, Christopher Plummer, Joely Richardson. Distribución: Cinematográfica Blancica.

About The Author

Deja una respuesta