Muro  de Berlín
Los vecinos celebran la apertura del Muro de Berlín en noviembre de 1989. / LUIS MAGÁN

De la historia de una ciudad dividida por los ganadores de la II Guerra Mundial a las peripecias de dos amantes separados por un muro de hormigón.

1. Dos puntos de vista, de Uwe Johnson

Dos puntos de vistaCiento sesenta y ocho kilómetros de extensión, empalizadas de una altura media de entre 3,40 y 4,20 metros, 44,50 kilómetros de valla metálica y medio kilómetro de fachadas de antiguas casas, 300 torres de vigilancia, 31 puestos de operaciones, 259 kilómetros de zona de patrullaje con perros y 20 búnkeres: ninguna de estas cifras es mencionada en su libro, y, como afirmó Max Frisch, «nadie mostró mejor los síntomas de esta enfermedad llamada muro de Berlín» que Uwe Johnson, quien escapó de la RDA antes de su construcción, en 1959. Dos puntos de vista narra una historia de amor en la que los amantes no pueden verse, ni hablarse ni tocarse, separados por un muro cuya existencia es para ellos, como para sus compatriotas, una cicatriz y una marca indeleble.

Traducción de Iván de los Ríos. Errata Naturae, Madrid 2011

2. El muro de Berlín, de Frederick Taylor

El Muro de BerlínNo comienza con las famosas palabras de Walter Ulbricht: «Nadie tiene la intención de construir un muro», pronunciadas casi dos meses antes de que se procediese a dicha construcción, el 13 de agosto de 1961. Taylor se remonta al final de la II Guerra Mundial, cuando los vencedores se repartieron la capital del Tercer Reich y, en general, el mundo: algunos años después, la huida masiva de ciudadanos de la RDA llevó a sus autoridades a crear el Muro, que devino icono de un mundo dividido, que se cobró unas 80 víctimas a lo largo de su historia, que tenía que proteger a los alemanes del Este (en la RDA se lo llamaba «muro de protección antifascista») y que sólo los retenía, a veces con su anuencia (véase la antología de Ibon Zubiaur Al otro lado del Muro. La RDA en sus escritores).

Traducción de Antoni Puigròs Jaume. RBA, Barcelona, 2009.

3. La caída del muro de Berlín, de Jean-Marc Gonin y Olivier Guez

La caída del Muro de BerlínAparentemente (sólo aparentemente) menos ambicioso que el libro de Taylor (y que el de William F. Buckley La caída del Muro de Berlín, de 2004, que algunos consideran el mejor, o el segundo mejor, sobre dicho acontecimiento) e igualmente exhaustivo, la obra de estos periodistas franceses relata los últimos 35 días del Muro, entre el 6 de octubre y el 9 de noviembre de 1989, cuando fue franqueado por los manifestantes. El suyo no es un análisis político, sino un relato coral cuyos narradores (periodistas, artistas, sacerdotes, espías, soldados, políticos y manifestantes anónimos) fueron protagonistas de unos días cuya importancia sólo pudieron comprender mucho tiempo después.

Traducción de Manuel Talens. Alianza, Madrid, 2009.

4. Zona de tránsito, de Julia FranckZona de tránsitoEn Conjeturas sobre Jakob, su obra más conocida, Uwe Johnson contó la historia de un personaje que «era extranjero en el Oeste y en el Este ya no se sentía en casa»; algo similar les sucede a los de este libro, en el que su autora aprovecha las experiencias durante su huida al Oeste cuando era una niña para narrar la vida de los refugiados en los campos de internamiento de Berlín Occidental y el tipo de descubrimientos y decepciones que se producían al cruzar «al otro lado». Franck es también la antóloga de Grenzübergänge(Pasos de frontera), una selección de textos acerca del mismo tema de autores como Günter Grass, Thomas Brussig y Roger Willemsen, el único que se permite no una crítica de la reunificación, pero sí del modo en el que se llevó a cabo.

Traducción de Belén Santana López. Tusquets, Barcelona, 2007.

5. Historias simples, de Ingo Schulze

Historias simplesUn puñado de relatos excelentes que narran la vida cotidiana a la sombra del Muro bajo la influencia de Carver y Hemingway: su aparente falta de ambición y el talento narrativo exhibido en ellos los conecta con la novela de Thomas Brussig La avenida del sol (Siruela), en la que una chaqueta, un disco de los Rolling Stones contrabandeado que puede, literalmente, salvar una vida, y una adolescencia bajo un régimen de terror que, sin embargo, los personajes añoran por ser la única que tuvieron, son narrados con una comicidad contagiosa que hacen del libro de Brussig algo tan recomendable como su adaptación cinematográfica y otros dos filmes alemanes: la comedia Good Bye Lenin! (2003) y el drama La vida de los otros (2006).

Traducción de Lina Almaín. Destino, Barcelona, 2000

6. La torre, de Uwe Tellkamp

La torreComo puso de manifiesto la instalación Die Mauer del artista berlinés Yadegar Asisi, éste no sólo fue un muro, sino también un espejo, una superficie de refracción de las contradicciones, las desigualdades y las ambiciones de ambos lados. En esa superficie se miran los personajes de Nuevas vidas (Destino), también de Ingo Schulze, cuya ambición y excesos la ponen en una serie con esta monumental obra de Uwe Tellkamp (887 páginas) que aborda los últimos siete años de la RDA a través de los integrantes de una familia de Leipzig. Ninguno de ellos es un héroe, pero, precisamente por ello, por la mezcla de adecuación y de resistencia que caracteriza sus vidas, La torre es quizás el relato más honesto acerca de la vida interior de los habitantes de la RDA que se ha escrito.

Traducción de Carmen Gauger. Anagrama, Barcelona, 2011

7. En tiempos de luz menguante, de Eugen Ruge

En tiempos de luz menguanteMucha de esa vida interior en la RDA se pone de manifiesto, también en En la ciudad del mañana, el diálogo entre el arquitecto Hermann Henselmann y la escritora Brigitte Reimann que documenta el tipo de intercambios que se producía en el Este entre intelectuales (Errata Naturae). Esa vida interior también aparece en esta novela de Ruge, quien hace que sus personajes orbiten en torno al 9 de noviembre de 1989, sus antecedentes y sus consecuencias. Ese es el día en que el patriarca de la familia de En tiempos de luz menguante cumple años, pero también el día en que su mundo y el de los personajes se derrumba; aunque el arco temporal de la novela es mayor, de 1945 hasta un presente en el que la RDA ya no existe, excepto en las conciencias de sus antiguos habitantes.

Traducción de Richard Gross. Anagrama, Barcelona, 2013

8. Zonenkinder (Los niños de la zona), de Jana Hensel

Los altos índices de desempleo en la antigua RDA, la destrucción de su cultura y la imposición de formas del capitalismo occidental que han reemplazado a las prácticas de resistencia y de solidaridad durante el comunismo ponen de manifiesto que si el Muro fue un espejo, ha saltado en pedazos. El desconcierto ante la imagen que esos pedazos devuelven está presente en las novelas mencionadas, los personajes no acaban de hacer pie en una sociedad en la que prima el interés personal, y también aparece en este libro, el relato de los intentos por parte de la narradora, que era una niña cuando cayó el Muro, por encajar en la Alemania reunificada sin renunciar a una identidad «del Este». Recomponer el espejo roto para ver qué hubo o qué hay allí, sugiere Hensel, llevará décadas.

Editorial Rowohlt, 2002.

*Publicado originalmente en Babelia.

http://cultura.elpais.com/cultura/2014/10/29/babelia/1414604660_016666.html

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