Juntos, todo es posible
Termina la jornada y los chicos de las cuadrillas corren a montarse en perreras que los llevan a algún destino.

Y van cuadrillas de jóvenes, para arriba y para abajo vestidos con bragas, franelas y gorras que los distinguen como integrantes de ‘Juntos, todo es posible’. No importa si alguno no sabe ni agarrar el machete, pero retocan aquí, pintan allá, talan sin control, y hasta han embellecido metros largos de muros de casonas privadas en la bajada de Cumbres de Curumo, municipio de Baruta, Caracas, capital de Venezuela (que podríamos contar como diez murallas arregladas con cemento y pintadas con figuras geométricas).

Pero no importa, para el proyecto abundan el cemento, maquinaria, flores, piedritas y tronquitos ornamentales verdes y naranja. Más arriba, dos patrullas de la policía mirandina custodian día y noche la zona. Se les pregunta el porqué: “Amigos del gobernador le han pedido mayor seguridad”. El país está tan vacío de institucionalidad que el funcionario con sus palabras entiende que es normal cuidar muy especialmente a los amigos de la autoridad. Más allá: camionetas de lujo y full equipo son estacionadas por los guardaespaldas de los que visitan asiduamente Fuerte Tiuna. Estos choferes manejan a una velocidad vertiginosa en la zona residencial. También se ve a los soldados haciéndoles la mudanza a los militares que se mudan al sector.

Pero sigamos con el ornamento: vallas inmensas de ‘Juntos, todo es posible’, banderas, sí banderas, también la bolivariana: saludan y despiden a los curumeños, y hay muchas más a lo largo de la autopista. Le hacen el peeling a ciertas urbanizaciones de Baruta, mientras que no hay seguridad, falla la luz, Internet, el agua ¿potable? Y pare usted de contar.

Cuando ha habido estas lluvias fuertes, chicas jornaleras se sientan en una pequeña plaza y van sacando hojita por hojita entre los troncos de madera, así como si escogieran las caraotas que van a comer. Es parte de la eficiencia revolucionaria.

Investigaciones futuras como las de Armando Info, Runrunes o la de otros periodistas informarán a la opinión pública de dónde salieron tantos recursos y a quién se los dieron para embellecer una parte de la ciudad, mientras que otras están llenas de huecos y aguas negras; por no recordar la situación hospitalaria y alimentaria en Venezuela.

Termina la jornada y los chicos de las cuadrillas corren a montarse en perreras que los llevan a algún destino. No sé porque los planificadores de ‘Juntos todo es posible’ no construyeron una hermosa caminería para que la gente baje y suba de Los Campitos, sin miedo a que la atropellen, cuando habitualmente el transporte falla. Y hablando del transporte público, los famosos buses Yutong están al servicio de los empleados de los entes oficiales, otro ejemplo, de que este gobierno usa los bienes públicos para fines privados, malo, malo. Cada día más, nuestra sociedad percibe que Venezuela se maneja como Pablo Escobar lo hizo en Medellín, Colombia.

¡Qué siga la fiesta! ¿Pero hasta cuándo?

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