Antonio Tabucchi 1El 25 de marzo de 2012 Antonio Tabucchi se despidió de la vida en su amada Lisboa. Había nacido 68 años antes en Pisa, Italia, la noche del 24 de septiembre de 1943, cuando los norteamericanos bombardearon la ciudad para liberarla de las tropas nazis, tal como él mismo contó en una entrevista a finales de los años noventa. Ya era un escritor consagrado tras publicar en esa década Sostiene Pereira y La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, tal vez sus novelas más conocidas junto a Nocturno Indiano, publicada en los ochenta. Viajero incansable, políglota, aventurero a su manera, fue un escritor muy particular que amó con frenesí a Portugal aunque toda su obra fue escrita en italiano.
Disfruté mucho sus textos por esa condición de globalidad específica que combinaba una concepción política universal con las manifestaciones cotidianas de la vida local. Esa es la condición que se halla en Sostiene Pereira, ambientada en la hermosa Lisboa en los terribles tiempos del salazarismo, a finales de los años treinta, entre la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial. Narra el proceso de toma de conciencia de un periodista viudo ante la brutalidad de los fascismos europeos en ciernes. Representa la síntesis personal de un escritor italiano que amó Lusitania después de descubrir por azar, en la Gare de Lyon parisina, Tabacaria, un poema de Fernando Pessoa —firmado por el heterónimo Álvaro de Campos, uno de los tantos que usaba el poeta lisboeta— que transformó su vida. Un hallazgo que desató su amor por la cultura y la vida lusitanas y por la poesía de un creador inmenso. Se convirtió en su mejor traductor a su lengua natal y dedicó buena parte de su vida docente en la difusión de su poesía y sus textos.
Pero lo mejor de Tabucchi va más allá de su amor por Portugal y sus letras, pues logró construir una narrativa propia en la que destacan Nocturno Indiano, Pequeñas equivocaciones sin importancia, Un baúl lleno de gente, Los últimos tres días de Fernando Pessoa y las mencionadas Sostiene Pereira y La cabeza perdida de Damasceno Monteiro, entre otras.
Estuve en la capital portuguesa el mismo año de la muerte del narrador italiano y traté de imaginar qué veía desde su casa en el Bairro Alto, ante el hermoso y sereno Tajo. Recordé que sus textos favoritos eran Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes, El corazón en las tinieblas de Joseph Conrad, Ficciones de Jorge Luis Borges, los poemas de Emily Dickinson y, no faltaba más, toda la obra de Fernando Pessoa. Ninguno escrito en italiano, aunque no se cansaba de decir que su patria, la verdadera, era la lengua italiana. Un narrador sin fronteras.

About The Author

Deja una respuesta