Halloween
El trabajo de Jamie Lee Curtis en este capítulo de Halloween es bien particular.

De todos los géneros cinematográficos, el más proclive a tener secuelas, spin-off, remakes y reboots es el terror. Más allá de ser uno de los más rentables por su capacidad de explotación, o la relación hipnótica y sadomasoquista que establece con los espectadores, el terror posee una larga lista de historias que se renuevan constantemente al servir como un espacio de catarsis para los miedos del colectivo. Robert McKee solía decir en sus clases que solo hace falta darle un vistazo a los argumentos de este género para establecer un paralelismo directo con las neurosis que acosan a cualquier país. No en balde, se dice que los antagonistas de estas películas son una encarnación de nuestra percepción de El Mal (sí, con mayúsculas); una fuerza imbatible, unidimensional, misteriosa, aterradora, que hace daño y mata por placer. Arquetipo que ha sido representado desde los albores del séptimo arte hasta el sol de hoy con muchas caras: criaturas fantásticas, demonios, fantasmas, extraterrestres y, por supuesto, asesinos en serie. Es en este último renglón es donde se enmarca la más reciente entrega de Halloween, una saga que apareció a finales de los setenta y que, desde su génesis, ha tenido una decena de capítulos, transformándose en una suerte de mito que nos sigue hipnotizando con su perversidad.

Halloween cuenta dos historias en paralelo. Primero, nos presenta a Michael Myers: un asesino serial que reside en un manicomio y que es interpelado por un par de periodistas que desean conocer a fondo las motivaciones que lo llevaron a matar gente. Luego, la pareja de reporteros intenta entrevistar a Laurie Strode (Jamie Lee Curtis), la única sobreviviente del legado de sangre de Myers; protagonista de la primera película de Halloween (que, aunque en casi la mitad de las entregas se nos ha presentado como la principal antagonista de Michael Myers, en esta versión parece no haber coincidido con él desde la fatídica noche de 1978 que los unió). Laurie es una sobreviviente, casi sexagenaria, que sufre de una paranoia postraumática que la llevó a entrenarse y armarse hasta los dientes esperando que Michael Myers vuelva por ella. Actitud que replicó en su hija Karen (Judy Greer) y su nieta Allyson (Andi Matichak), trayendo como consecuencia la disolución de su familia. Como es de esperarse, la noche de Halloween de este año las peores pesadillas de Laurie se harán realidad, trayendo como consecuencia que el esperado enfrentamiento entre ella y Myers por fin suceda.

¿Qué hace que siempre regresemos a Halloween? Básicamente, su primera entrega cimentó las bases del género slasher (que desde hacía una década se venía gestando en largometrajes como Psycho, Blood Feast, Profundo Rosso, Texas Chainsaw Massacre, entre otros). El film de John Carpenter marcó un hito en la historia del cine al crear un subgénero en el terror y abrió el camino para cientos de películas que seguirían enriqueciéndolo (como Scream, A Nightmare on Elm Street, Friday the 13th, Prom Night, Child´s Play… y sus múltiples secuelas). Halloween tomó como punto de partida un argumento universal y terrorífico: un día como cualquier otro, aparece El Mal acosando a un grupo de víctimas inocentes, asesinándolos con cuchillos u otros objetos cotidianos de forma espantosa, creando muertes ascendentes en horror y mostrándose como una fuerza oscura e indetenible. Premisa que ha sido replicada tantas veces en la gran pantalla como el viaje del héroe, transformándose en una suerte de mono-mito del género del terror durante muchísimos años y cuyas influencias siguen presentes en la actualidad.

A pesar de ser la undécima entrega de esta historia, Halloween está llena de sorpresas deliciosas para el público. Lejos de querer dar un vuelco de 180 grados o quedarse en el homage, David Gordon Green hace un excelente trabajo en capturar el ADN de la saga y darnos la quintaesencia de la misma, con un trabajo impecable a nivel estético y narrativo, transformando a Halloween en una de las mejores entregas de toda la historia (y del género slasher). Curiosamente, su director posee en su filmografía una extraña mezcla de géneros que van desde el humor stoner (Pineapple Express, Your Highness y The Sitter) hasta dramas (Stronger, Manglehorn y George Washington), haciendo que su incursión en el terror levantara muchas sospechas por parte de los seguidores de la saga (sin contar que el guión corre por su cuenta junto con el comediante Danny McBride y un casi desconocido Jeff Fradley). Contra todo pronóstico, el resultado de Halloween es más que positivo, siendo una película inteligente, bien ejecutada y que logró varios hitos de un solo golpe al transformarse en la película de terror con la mejor taquilla en su fin de semana de estreno (además, siendo protagonizada por una mujer de casi 60 años), alcanzando el puesto de segundo mayor estreno de Octubre y el mejor lanzamiento de toda la franquicia.

Desde la secuencia que abre la película en el manicomio, su director nos deja claro que Halloween es una película armada con una precisión de relojero, tanto por su tratamiento visual (la composición, la fotografía, el arte y el montaje), como por el manejo de la tensión y la icónica música de John Carpenter. Esta versión de Michael Myers, a pesar de moverse con sigilo y asesinar con la violencia que le caracteriza, tiene algo de ominosa que sus predecesoras no poseen. Posiblemente, lo primero que salte a la vista de los amantes de los slashers es el gran despliegue que hace su director en el registro de asesinatos de Myers, pasando por la tensión de los planos secuencia, el montaje rítmico y expresivo, el horror de enseñar lo explícito con un corte directo o de sugerir de forma sutil la violencia que el público ya intuye, revisitando las convenciones del género con maestría y abordando los lugares comunes con humor autoconciente (de hecho, uno de los principales atractivos de Halloween es su humor negro, donde sus guionistas desnudan en diálogos y situaciones todas las convenciones del género, sacándole risas al público y generando empatía con un nivel de agudeza que pocas veces conseguimos en estas propuestas). Esto, junto con la atmósfera —por momentos realista, a veces expresionista— de Michael Simmonds en la cinematografía, hace de cada escena de Halloween un sustancioso caso de estudio para cualquier director de cine o amante del terror.

El trabajo de Jamie Lee Curtis en este capítulo de Halloween es bien particular. Lejos de ser una scream-queen o la joven violenta que arremete contra Michael Myers —que estábamos acostumbrados a ver en otras entregas—, aquí encarna a un personaje muchísimo más maduro, oscuro y cínico. A pesar de su edad, paranoia y alcoholismo, es la única rival digna que tiene Myers durante todo el metraje (un monstruo que engendró otro monstruo). Por supuesto, esta no es la única faceta que vemos de la talentosa Jamie Lee Curtis, durante el desarrollo del film la actriz explora otros registros, haciendo un despliegue actoral que va desde el drama hasta la comedia. Posiblemente, la única mácula que posee la película son los personajes que encarnan Judy Greer y Andi Matichak, que terminan siendo eclipsados por su poco desarrollo en pantalla y subutilizados hasta los últimos minutos de metraje (pero que terminan siendo redimidos por la fuerza que les insufla Jamie Lee Curtis cuando trabaja con ellas).

En resumen, Halloween no solo es una de las mejores sucesoras de la franquicia—por no decir, la mejor—, también es una excelente película de slashers que se sostiene por sí misma. Es tensa, inteligente, visualmente deliciosa, con un antagonista monstruoso y una actriz espectacular al servicio de una historia arquetípica perfectamente ejecutada y acompasada con la música de uno de los genios del horror. Va directo al top de lo mejor de 2018, una lección de cine para cualquier cinéfilo y una excusa para que las nuevas generaciones se acerquen a una de las piedras angulares del terror. Halloween por siempre nos recordará, de la mano del aterrador e inexpresivo rostro de Michael Myers, una verdad universal y espantosa: el mal siempre existirá y puede acecharnos a la vuelta de la esquina.

Lo mejor: su propuesta estética y narrativa, una cátedra de terror y slashers. El regreso de la música de Carpenter. La ejecución de las muertes por parte de Michael Myers. Su humor negro y autoconciencia. Jamie Lee Curtis, más bad ass que nunca. Los planos secuencia.

Lo malo: si no estás familiarizado con la saga o el género, puede que todo lo que sucede en pantalla no conecte contigo. Los personajes de Judy Greer y Andi Matichak, aunque juegan un rol fundamental en la historia, tienen poco desarrollo y están subutilizados.

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