The Magic of Synesthesia. © Photo courtesy of MiSO
The Magic of Synesthesia. © Foto cortesía de MiSO

Hace diez años escribí sobre Partition Linéaire de Fabiana Cruz (Pintar la música, Ideas de Babel, julio, 2009), un video en el que, a un ritmo compulsivo, una joven pintaba en las aceras y calles de París el aria Agitata da dua venti de la opera La Griselda, de Vivaldi.

En ese momento sentí que pensamiento y gesto, pensamiento y música, música e imágenes eran sinónimos en ella. Con ese video-arte, Fabiana se hizo merecedora de la Mention Spéciale del Grand Prix Experimental-Essai-Art Video en la edición del Festival Côté Court 2008. Al año siguiente, se presentó en el festival con su Blackbird, impactante video de dos minutos, cuya simplicidad y la fuerza de su inspiración nos conmovieron: una puesta en escena en la que Fabiana era sujeto y objeto a la vez al hacer música con su cuerpo, interpretando su propia composición. Ese día, al preguntarle sobre su propuesta me respondió: “La música es un lenguaje particularmente interpretable y traducible por otros. Una partitura es la interpretación de una música por la escritura. Una canción es la interpretación de una música por la poesía. Una danza es la interpretación de una música por el movimiento. Cuando una música me obsesiona, hago una interpretación en un lenguaje que me es propio e intento materializarlo en mis videos de la manera más simple y comprensible que puedo”.

The Moore Building, diseño de la arquitecto Zaha Hadid © Photo courtesy of MiSO
‘The Moore Building’, diseño de la arquitecto Zaha Hadid © Foto cortesía de MiSO.

Desde entonces, Fabiana no ha cesado de experimentar en su ‘música visual’, estrenando su más reciente obra el pasado diciembre, en el marco de The Magic of  Synesthesia, con The Miami Symphony Orchestra (MiSO), conducida por el maestro Eduardo Marturet. Propuesta en la que de nuevo pinta la música, su música, en los espacios interiores del Moore Building, diseño de la arquitecto Zaha Hadid.

Está comenzando 2019, en una ciudad que aún no ha querido desprenderse del otoño y que se asoma a la vez temerosa y convulsiva al invierno. Recorro las mismas calles del París en las que Fabiana pintó a Vivaldi hace diez años, para encontrarme con ella y conversar sobre sus logros como artista multimedia.

¿Cómo ha evolucionado su obra en estos diez años transcurridos desde nuestra  primera entrevista?

No sé si mi obra ha evolucionado. Lo que si ha evolucionado es mi práctica y por tanto, supongo, la obra en sí. He madurado como músico y gracias a eso, como artista plástico. Solía componer muy poco, pensando de que no tenía talento como compositora. Mis obras estaban realizadas sobre todo con base en la música de otros artistas que admiraba. Como podrás imaginar, esto conllevaba a problemas de copyright y esta fue una de las razones, de hecho, por la cual hice una pausa en mi trabajo como artista plástica. Sentí que estaba en un impasse, un punto muerto en el que además me faltaba la estructura necesaria para seguir mi camino creativo. Decidí entonces enfocarme en adquirir estructura para mi pensamiento a través de experiencias de management y emprendimiento. ¿Suena raro no? (risas). Esta formación empírica duró cinco años, hasta que a finales de 2017 comencé a indagar con profunda curiosidad en el mundo de la música electrónica, los sintetizadores, el sampling y otras formas de componer música de manera lúdica. Desde entonces, componer se volvió un juego, una alegría, una experiencia llena de sorpresas, en vez de un proceso de dudas e insatisfacción hacia mis propias creaciones. No respondo para nada al estereotipo de la artista torturada. Para crear necesito divertirme. Para citar a Elizabeth Gilbert, “un artista crea, no gracias al sufrimiento sino a pesar él”. Y el sufrimiento no va conmigo, la verdad… (risas).

En octubre del año pasado asistí a la Cité de la Musique, aquí en París, para observar y disfrutar de la Máquina de Sueños (Machine à rêves) donde se presentó una de tus obras en la gran plaza que da acceso a este magnífico complejo cultural ¿Cómo compones y programas tu música, combinada con esas gigantescas formas abstractas proyectadas sobre fachadas, logrando ajustarlas a la escala de las edificaciones?

Como te mencioné la última vez que hablamos, la música está en todas partes. No la música en sí, sino la estructura musical. El mundo que nos rodea está compuesto de llenos y de vacíos. Eso se traduce en música como sonidos y silencios. El mundo que nos rodea es rítmico, es dinámico, lleno de matices, texturas y de infinitas combinaciones entre ellas. Desde que retomé mi práctica, regresó con ella esa atención reticular hacia la música y ahora, una vez más, todo me inspira sonidos. Mi intención es vivir la música de una manera más íntima, a través de los otros sentidos además del oído. La escala de la arquitectura me da una sensación de estar sumergida en la música de una manera más completa, más impresionante. Mi intención es hacer que el espectador se sienta dentro de la música misma, siendo testigo de un espacio que se convierte en un instrumento gigante, volviéndose éste el ejecutor de su propia música.

Eduardo Marturet, director de The Miami Symphony Orchestra (MiSO), al fondo Fabiana
Fabiana Cruz, ‘The Magic of Synesthesia’. The Miami Symphony Orchestra (MiSO), conducida por el maestro Eduardo Marturet © Foto cortesía de MiSO

John Cage afirmaba que la música lograba unir la mente consciente y el inconsciente del individuo. Menciono esto en relación con tu más reciente performance en el marco de The Magic of  Synesthesia, con The Miami Symphony Orchestra (MiSO), conducida por el maestro Eduardo Marturet ¿Podrías darnos más detalles de esta sorprendente realización?

El maestro Marturet, como buen testigo de su tiempo, es un artista integral inmerso en la creatividad y la experimentación. Desde hace unos cuatro años organiza un evento llamado MiSO CHIC, en el que mezcla música clásica con otras formas de arte. Esto puede ser música contemporánea, moda o performances. El año pasado, Mali Parkerson, curadora de MiSO CHIC edición 2018, me contactó, pues quería que participara en el evento de ese año. Ella había visto mi trabajo en Miami hace muchos años, a la ocasión de un performance que hice con el violoncelista venezolano Arístides Rivas. Yo venía reflexionando sobre la idea de convertir un espacio en música, así que el universo, en su sincronicidad perfecta, me trajo esas dos oportunidades de manera casi instantánea: Proyección en La Cité de la Musique y luego la posibilidad de proyectar en el interior del Moore Building. Claro que acepté de inmediato y un par de reuniones después, en las que participaron Mali, el maestro Marturet y el director artístico Fernando Duprat, se hizo evidente que la temática del evento de ese año sería la Sinestesia. La experiencia de trabajar con personas tan creativas, lograron hacer del proyecto no solo una increíble experiencia a nivel de mi práctica artística, sino un aprendizaje hermoso al lado de profesionales de alto nivel y altísima calidad humana.

El digital art es una avanzada de los cambios que se están operando en el mundo del arte contemporáneo, siendo la ‘música visual’ una de sus tendencias. Mediante la utilización de novedosas tecnologías observamos propuestas de gran complejidad, como son tus realizaciones, en las que por cierto te enfocas en la tendencia de la abstracción geométrica armonizadas con una música minimalista ¿Cómo defines y a dónde se dirige tu discurso artístico?

Como diría el maestro Soto: “Si supiera hacia dónde va mi arte, ya lo estaría haciendo” (risas). Trabajo con visuales minimalistas pues mi música, justamente, no lo es. En relación con la corriente artística, úsica visual’, es un término acuñado en 1912 por el pintor Roger Fry, para describir el trabajo de Kandinsky  —quien era, por cierto, sinestésico—pero, a partir de allí, ha sido empleado para describir toda práctica artística del siglo XX donde el sonido tenga un lazo estrecho con la imagen. Lo que me contraría de algunos trabajos de ‘música visual’ es la falta de musicalidad de los sonidos interpretados por la imagen. Esto es, por supuesto, subjetivo, pero es cierto que algunos de los artistas que han trabajado en esta tendencia se han focalizado mayoritariamente en los sonidos con una música bruitiste (ruidosa). Se han focalizado más en el ruido que en la música, por así decir. Mi intención, por el contrario, es disfrutar tanto de la música como de las imágenes. ¿Hacia dónde quiero llevar mi trabajo? Hacia una experiencia más integral e intensa de la música que —¿por qué no?— llame a la participación de los demás sentidos.

Fabiana Cruz, The Magic of Synesthesia. The Miami Symphony Orchestra (MiSO), conducida
Eduardo Marturet, director de The Miami Symphony Orchestra (MiSO), al fondo Fabiana.

Tanto en el programa de la Cité de la Musique, como en el de MISO, leo que tus realizaciones han contado con el apoyo del equipo humano y las facilidades de Cruz-Diez Art Team. Háblame un poco más de esto.

Cruz-Diez Art Team Paris es una rama del Atelier Cruz-Diez, que fundamos mi hermana, mi padre y yo. Es un centro generador de ideas, donde se conceptualizan, planifican y realizan proyectos de arte con otros artistas. Este proyecto nació de la experiencia de conocer a creadores muy talentosos quienes, por no tener la estructura adecuada, perdían continuamente oportunidades de participar en proyectos a gran escala. Para mi, la obra de mi abuelo es el mero resultado de algo realmente maravilloso que muy poca gente conoce: su permanente reflexión, su estructura, su backstage y su deontología. Es ese aspecto de su trabajo que me fascina, pues es lo que le permitió ser un artista tan prolífico y ver su obra realizada de manera monumental y a nivel internacional.

Al abrir las puertas de nuestra estructura a otros artistas, que hemos venido seleccionando, estos cuentan con un equipo multidisciplinario de profesionales, técnicos y artesanos, que les permiten desarrollar propuestas artísticas más complejas.

Nuestro rol es tanto de acompañamiento hacia el artista como de mediadores entre éste y los diferentes actores del mundo del arte: instituciones, arquitectos, curadores y creativos en diversos campos. Entonces proponemos, planificamos y desarrollamos proyectos de arte a partir de propuestas innovadoras, como por ejemplo proyectos de integración de arte a la arquitectura en el ámbito público o privado y que podemos implementar en cualquier parte del mundo. Como familia, continuamos con la tradición de trabajo y los valores del Atelier Cruz-Diez, transmitida por mi abuelo. Esos valores familiares reflejan nuestra historia y siguen siendo vitales para el logro de nuestros objetivos. Cruz-Diez Art Team Paris es una estructura bien concebida que permite al artista ser audaz en sus propuestas.

La Sinestesia es la experiencia de asociaciones inusuales entre dos sensaciones de orígenes aparentemente diferentes, asociada generalmente con emociones positivas, como la correspondencia entre el sonido y los colores ¿Cómo se manifiesta tu Sinestesia?

Para ser franca, ésta se manifiesta a veces de manera un poco intrusiva, pues no es algo que controlo. Siempre estoy oyendo música en mi cabeza. A un punto en que a veces no me puedo concentrar en otras tareas, ‘se me va el audio’, como dicen, y hasta dormida me sucede, ya que me han comentado, mis dedos no cesan de ‘teclear’ como si estuviera tocando piano o siguiendo el ritmo de algún instrumento imaginario.

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Fabiana Cruz interpretando su obra en The Magic of Synesthesia. © Photo courtesy of MiSO
Fabiana Cruz interpretando su obra en ‘The Magic of Synesthesia’. © Foto cortesía de MiSO.

En un enjundioso artículo sobre la música visual, Blanca Rego (Mujeres que vieron el sonido, 6 pioneras de la música visual, Canino, 13.11. 2018), define dicha corriente en estos términos: “Música visual es crear una dimensión visual a partir de estructuras musicales. Se aplica también a piezas artísticas que surgen de la relación entre la imagen y el sonido”. Rego estudió los trabajos de seis mujeres pioneras de la música visual, desde el siglo XIX hasta nuestros días. Destaca el de la cantante Margaret Watts Hughes, inventora del Eidófono (1834), un aparato para visualizar la voz, mediante el cual su canto generaba diferentes dibujos de flores y paisajes. “Para ella era un misterio el porqué surgían esas figuras, pero era consciente de que quizá sugerían algo respecto a cómo produce la naturaleza sus formas. Su conclusión fue que el universo se había formado a partir de las vibraciones de la voz de Dios”.

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