Sesión extraordinaria de la OEA
Por esas y otras razones es que la oposición venezolana ha solicitado y requerido la solidaridad y acciones de la comunidad internacional.

Amigo lector, ¿está usted dispuesto a seguir viviendo bajo la continua represión del Estado y del partido madurista que nos ha negado los derechos humanos y políticos básicos y ha pretendido dominarnos, marginarnos y destruirnos?

Un régimen como el que desafortunadamente manda en el país y que tiene tras de sí una larga secuela de muerte y destrucción, ha coronado su afán destructivo de nuestra Venezuela, al consolidar con el mayor cinismo, desparpajo y ultraje, el artero  golpe de Estado que ha venido perpetrando contra la democracia y la institucionalidad desde el momento en que se apropió del poder. Este mal gobierno insistentemente y mediante métodos deleznables, ha tratado de inculcarnos la sumisión incondicional a las instituciones, figuras y gobernantes que detentan la autoridad, asimismo, ha destruido, sustituido,subordinado y debilitado a las organizaciones sociales, económicas y políticas construidas durante los cuarenta años de interregno democrático.

Para evitar males mayores y proteger a nuestra familia, nuestra patria y a nosotros mismos de la pobreza, criminalidad, ineficiencia burocrática, violencia y abusos gubernamentales que han caracterizado a este régimen, no nos queda otra opción que no sea la de enfrentarlo con valentía y denuedo desde la vertiente de nuestras propias posibilidades, teniendo siempre en mente que las dictaduras no son capaces de resistir el «desafío político masivo» (Robert Halvey) y concertado de la sociedad civil en lo político, lo económico y lo social. La historia mundial recoge cientos de testimonios que esta forma de lucha, abre el camino para alcanzar una mayor democracia política, más libertades personales y justicia social. Generalmente, lo que determina la existencia de una dictadura como la que nos oprime, es la manera como se distribuye el poder. En el caso venezolano la riqueza y el poder están concentrados mayoritariamente en las manos del cartel gubernamental y sus secuaces  y ello determina la debilidad intrínseca de los movimientos de resistencia y oposición que, a diario, valientemente se enfrentan a la satrapía enquistada en el poder.

Por esas y otras razones es que la oposición venezolana ha solicitado y requerido la solidaridad y acciones de la comunidad internacional. No obstante, las acciones internacionales, como la crítica y la condena a las actuaciones del régimen, la ruptura o el enfriamiento de las relaciones diplomáticas, la aplicación de bloqueos comerciales y de cláusulas y mecanismos de defensa de la democracia contenidas en muchos tratados internacionales de los que Venezuela hace parte, pueden ser muy útiles para debilitar a la dictadura cuando apoyan a un poderoso movimiento de resistencia. Pero, a pesar de todo, si no existe internamente un fuerte conglomerado de personas e instituciones que acompañen y constituyan un correlato a esas acciones de la comunidad internacional, es poco probable que tales acciones perduren y se extiendan en el tiempo.

Confrontada con una fuerza interna sólida, confiada en sus propias posibilidades y actuando con una concienzuda estrategia, la dictadura eventualmente potenciará su desmoronamiento. En efecto, al negarle al régimen, mediante una activa, expresa y mayoritaria voluntad de cambio y rechazo, la cooperación popular e institucional se puede anular el acceso a las fuentes de  poder de las que depende; sin esos recursos se debilita y se morigera su capacidad de actuar como le venga en gana porque el costo político de su accionar le sube exponencialmente y le impide recuperar el grado de sumisión  que  necesita y requiere para funcionar; por lo tanto, el grado de  opresión que puede aplicar el poder totalitario dependerá, en buena medida, de la relativa determinación del pueblo venezolano de ser libre y de su capacidad de ofrecer resistencia a las inaceptables pretensiones y acciones de un gobierno que se ha colocado al margen de la ley.

Finalmente, recordemos a Nicolás Maquiavelo: «…el príncipe que tiene a todo el pueblo opositor por su enemigo, nunca puede estar seguro y mientras mayor sea su crueldad, más débil se irá volviendo su régimen…»

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